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Lo que de verdad importa 

Benito Fdez 2
Benito Ferrnández

Si de algo me alegro sobre los recientes y terribles sucesos de Niza es que ponen los puntos sobre las íes, que nos aclaran a todos lo que de verdad importa. Mientras aquí en España seguimos mareando la perdiz sobre si habrá o no Gobierno o sobre si tendremos que acudir de nuevo a las urnas en noviembre, por tercera vez en menos de un año dada la absoluta ineptitud de nuestros políticos, a pocos kilómetros de nuestra frontera pirenáica, en plena Costa Azul, junto a Cannes y Mónaco, cientos de familias lloran a sus muertos. Padres, hermanos, hijos, amigos no entienden cómo un loco asesino, armado esta vez con un camión, segó la vida de casi un centenar de personas inocentes que disfrutaban cerca de la playa de los fuegos artificiales en una noche veraniega de una de las ciudades con más glamour de nuestro vecino país.

El atentado demuestra que este tipo de terrorismo no necesita comprar armas en el mercado negro, que la ceguera criminal del Daesh y sus secuaces puede utilizar cualquier cosa a su alcance, por nimia que sea, para sembrar el terror en una sociedad que no quiere asumir que estamos en guerra, en la Tercera Guerra Mundial y cuyos campos de batalla no están en Irak, Afganistan o Siria, sino en el rincón más apacible y menos pensado de nuestras ciudades, en un estadio de fútbol, en la celebración de una festividad, en cualquier acontecimiento de masas que aglutine a su alrededor a miles de personas que pretenden divertirse o simplemente evadirse de sus problemas cotidianos.

Es como si los políticos españoles vivieran en una burbuja, en eso que se ha dado en llamar el Día de la Marmota. Insisto en preguntarles, parodiando a Pedro Sánchez, qué parte del resultado de las urnas es la que no han entendido.

No quiero repetir lo que se suele decir cuando ocurre una de estas tragedias, ya saben, minutos de silencio, canciones de paz, ramos de flores, velas encendidas y banderas a media asta. Todos ellos gestos inútiles que solo sirven para lavar la sucias conciencias de quienes no han sido capaces de tomar el toro por los cuernos y atacar directamente al foco del problema. Una sociedad buenista y condescendiente como es la nuestra es el foco de cultivo ideal para criar hijosdeputa como el tal Mohamed Lahuoalej Bouhiel que solo necesitó alquilar un camión frigorófico para masacrar a cientos de mujeres, hombres y niños en el selecto Paseo de los Ingleses.

Y mientras Francia llora a sus muertos, Inglaterra no quiere saber nada de Europa y los militares anti Erdogan dan un golpe de estado en Turquía cuyo futuro es aun incierto, aquí en España seguimos con nuestro cuento de nunca acabar, nuestras mil y una noches, nuestra de oca a oca y tiro porque me toca. Es como si los políticos españoles vivieran en una burbuja, en eso que se ha dado en llamar el Día de la Marmota. Insisto en preguntarles, parodiando a Pedro Sánchez, qué parte del resultado de las urnas es el que no han entendido. Los ciudadanos (y ciudadanas, faltaría más) le dieron el 26-J una amplia victoria al PP, una victoria que, según los perdedores (PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos), es un triunfo de eso que ellos llaman “gobierno de progreso” y que parece que no le gusta demasiado a la mayoría de los votantes españoles. Mal análisis es éste porque si siguen en sus trece negando la evidencia, vamos a unas nuevas elecciones en el mes de noviembre y es hasta posible que el PP consiga esa tan denostada mayoría absoluta de la que tanto abominan. Se lo están buscando y, como continúen empeñados en su actitud, puede que hasta lo consigan.

Todo esto demuestra que no estamos en lo que estamos. Que a la gente le importa un carajo si a la vuelta de las vacaciones PP, PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos siguen intercambiándose cromos en busca del Gobierno perdido y reuniéndose para vendernos una moto que ya nadie compra. Lo que de verdad importa es que nos dejen vivir en paz y no nos amarguen la vida, que disfrutemos lo máximo posible de nuestras familias y amigos sin que asesinos locos, militares salvapatrias o politicos ineptos se empeñen en en querer arreglarnos la vida para ellos ir al cielo de Alá o vivir aun mejor en la tierra de Obama.

Lo que de verdad nos importa es que nuestros hijos puedan heredar una sociedad más justa sin camiones asesinos como en “El diablo sobre ruedas”, la película de Steven Spielberg y sin salvadores mesiánicos que se creen en posesión de la verdad absoluta y nos la quieren imponer a la fuerza como nos imponían cuando los ya jubilados éramos aún niños de Catecismo o de Formación del Espíritu Nacional. Esta sociedad es lo bastante madura para saber lo que quiere y, de momento, parece que lo que quiere es tranquilidad y seguridad en un futuro más o menos cercano. El resto son sólo pamplinas y el cuento de la buena pipa.