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Violencia y terrorismo machista

Jose Manuel Sanchez Fornet
José Manuel Sánchez Fornet

En los últimos días se han producido dos noticias relacionadas con violencia de género y ninguna de ellas positiva. Se ha conocido la decisión de la juez que investiga el caso de imputar a los dos guardias civiles que el 29 de mayo no establecieron ninguna medida protectora en Pollença, respecto de una mujer que acudió al cuartel a denunciar a su pareja y que fue asesinada pocas horas después, y también se ha producido una denuncia por falta de atención en Zaragoza, contra la Policía Nacional, cuando, 48 horas después de acudir a denunciar y sin que se adoptaran medidas, una señora ha resultado herida grave por disparos de su expareja cuando iba acompañada por su hija, disparándose después en la cabeza el agresor que quedó herido y en estado muy grave.

¿Qué está fallando? Para empezar hay que conocer la magnitud del problema que no es solo de nuestro país sino que afecta a todos los países del mundo, desde los más atrasados a los más avanzados. Es el instinto de la fuerza bruta que en la naturaleza usan los animales más fuertes, normalmente machos, contra los físicamente más débiles, las hembras, así que con declaraciones políticas vacías de contenido no se aborda el problema con eficacia.

Interior ha emitido una instrucción con recomendaciones para las mujeres maltratadas, en las que entre otras les aconseja formarse en defensa personal. Eso está bien.

En España se ha avanzado en esta materia y hay conciencia social suficiente para abordarlo con más eficacia, pero eso pasa por invertir en casas de acogida, ayudas sociales, medidas de protección y cobertura en sus necesidades básicas a las mujeres que deban denunciar y abandonar su vivienda y su vida, normalmente con los hijos a cuesta.

Estos días también la secretaría de Estado de Interior ha emitido una instrucción con recomendaciones para las mujeres maltratadas, en las que entre otras les aconseja formarse en defensa personal. Eso está bien, y de hecho en enero de 2015 como vocal del Consejo de Policía, expuse a la Dirección General de la Policía que había un subinspector que impartía cursos gratis a mujeres maltratadas y que lo hacía en su tiempo libre y gastando su dinero. No se pretendía ni debe ser el objetivo que cada mujer sea capaz de repeler cualquier agresión con garantías de ganar en una pelea a su agresor, sino más bien de incrementar su autoestima y que se sienta con capacidad de defenderse y de escapar con una maniobra evasiva en una situación crítica.

Pero antes de esto, en el año 2001 se propusieron al entonces ministro de Interior Ángel Acebes la adopción de medidas copiando el sistema de contravigilancias que existía contra el terrorismo. Este dispositivo solo en Madrid ponía en la calle más de 100 vehículos “k” (sin distintivos), que a la horade salida y llegada a su casa de la persona amenazada por ETA rondaban la zona controlando la existencia de personas sospechosas y se asignaba a cada coche unos domicilios cercanos para que por ellos se realizara el patrullaje. Y este sistema existía en todas las ciudades de España y lo hacía no solo la Policía, también la Guardia Civil, policías locales y autonómicas y miembros del Ejército en las viviendas de sus mandos. Eso mismo se propuso con esos vehículos para policías en situación de segunda actividad y voluntarios, que patrullaran por las calles y barrios donde hay mujeres que han denunciado ser víctimas de maltrato, con lo que se podría prestar un servicio preventivo si se detecta al agresor por la zona en actitud sospechosa y una reacción inmediata de producirse el intento de agresión.

Esta organización policial ha ido variando con el tiempo y ahora tienen una nueva denominación, UFAM, con más dinero de complemento para los policías pero con las mismas carencias de personal, de estrategia y organización.

La propuesta le pareció bien pero económicamente inviable, y meses después se crearon los primeros grupos de atención a mujeres maltratadas, pocos compañeros para muchas mujeres conectados telefónicamente. Esta organización ha ido variando con el tiempo y ahora tienen una nueva denominación, UFAM, con más dinero de complemento para los policías pero con las mismas carencias de personal, de estrategia y organización, para tratar de afrontar el problema con eficacia operativa y no limitándose a recibir denuncia, detener al denunciado, poner a disposición judicial con las declaraciones de una y otro y que el juez, con esa escasa información, decida.

Hay una gran manipulación estadística sobre las denuncias y si insinúas que hay denuncias falsas entonces puedes esperar una descalificación tan masiva como si fueras un pedófilo asesino de niños. Pero lo cierto es que las hay y todos los policías, jueces, fiscales y abogados que trabajan esos temas lo saben y, bis a bis, lo reconocen. Y hay abogados que ante el inicio de una separación no pactada aconsejan a las mujeres presentar denuncia por violencia de género, maltrato psicológico etc. y quienes realizan esas prácticas corruptas de denunciar en falso son las peores enemigas de las mujeres maltratadas que denuncian con razón. Casi 70 de cada 100 denuncias que se presentan son archivadas. Considerar solo como denuncia falsa aquellas en las que hay condena, cuando los jueces archivan provisionalmente casi siempre y pocas veces se arriesgan a decretar la inocencia del acusado por si se equivocan y luego le exigen responsabilidades, lo que impide a los denunciados actuar por denuncia falsa contra las denunciantes, es no conocer el problema y dejarse manipular. Y computar solo aquellas denuncias que dan lugar a tramitación judicial supone ignorar el volumen de denuncias que se presentan, de las que la mayoría son archivadas directamente y lo que supone que, o hay cientos de miles de maltratadores que quedan impunes, lo que es inaceptable, o hay muchas más denuncias falsas de las que se cree lo que igualmente es inaceptable.

Sería conveniente crear, en la Policía Nacional y en cada Cuerpo que intervenga en este asunto la estructura que correspondiera, en el caso de la Policía una Comisaría General de Violencia de Genero.

¿Cómo mejorar la actual situación? Pues dedicando el presupuesto que requiere el problema y adaptando las estructuras de los cuerpos policiales con una organización que permita hacer una investigación mínimamente rigurosa de cada denuncia. Por ejemplo, como la que se hizo con Juan Fernando López Aguilar, entrevistándose con familiares y vecinos y aportando al juez una información más amplia que le permite tener más elementos de juicio que la palabra de una persona contra otra. Y para eso sería conveniente crear, en la Policía Nacional y en cada Cuerpo que intervenga en este asunto la estructura que correspondiera, en el caso de la Policía una Comisaría General de Violencia de Genero, como las cinco que ya existen de Información, Policía Judicial, Seguridad Ciudadana, Policía Científica y Extranjería y Documentación. Hay decenas de mujeres asesinadas cada año y decenas de miles que deben recibir protección; si se les diera el mismo trato que se concedió a los que estaban amenazados por ETA, con sus múltiples escoltas y vehículos habría muchas menos agresiones y muchas menos mujeres asesinadas. ¿Cuánto vale la vida de una mujer?