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11M

El 11M es una fecha dramática para la historia de España.

El 11M es una fecha dramática para la historia de España. A tres días de unas elecciones generales se produjeron cuatro explosiones en vagones de trenes de cercanías cuando entraban a Madrid. El balance de víctimas, muertos y heridos lo convierte en uno de los mayores atentados de la historia de Europa y el mayor en nuestro país, si excluimos el “accidente” del aeropuerto de Los Rodeos, donde chocaron dos aviones con 583 víctimas. Un aeropuerto pequeño el de los Rodeos de Tenerife, al que se desvió el tráfico del de Gran Canaria tras la explosión en la terminal del  mismo de una bomba y la amenaza de otra, reivindicada por el Movimiento Para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario, MPAIAC. Al poco tamaño del aeropuerto se sumó que sus controladores no estaban acostumbrados al tráfico de aviones, menos a grandes aeronaves como las que colisionaron, y que al ser domingo solo había dos controladores por turno. Un cúmulo de circunstancias que provocaron la mayor catástrofe aérea por número de víctimas hasta la fecha en la historia de la aviación.

En las primeras horas del 11M existió la seguridad de que se trataba de un atentado de ETA.

 Tras el 11M se produjo un cambio de gobierno no pronosticado por las encuestas, que daban ganador al candidato de Aznar y del PP, Mariano Rajoy, resultando ganador José Luís Rodríguez Zapatero. Con ello se inició un periodo de inestabilidad política pese a lo cual se aprobaron las leyes más progresistas aprobadas nunca en España, combatidas por la extrema derecha, el PP y la Iglesia. Pero este artículo no va de política sino de comportamientos éticos en política, sindicalismo y periodismo.

 En las primeras horas del 11M existió la seguridad de que se trataba de un atentado de ETA. El día de Navidad del año anterior fueron localizadas y desactivadas dos mochilas bombas que ETA dirigía en trenes a Madrid lo que los señalaba como posibles autores. No existía información ni sospecha en los servicios de información españoles, ni en el CNI, ni en la Policía, ni en la Guardia Civil de un posible atentado islamista en España. Después, al conocerse que algunos de los terroristas eran delincuentes comunes, unos fichados, otros detenidos por ley de extranjería, otros controlados por la Guardia Civil por traficar con explosivos, supimos que una buena coordinación de esos servicios de información, que trabajan en clara competencia unos contra otros, podría haber impedido la comisión de los atentados. Pero esa convicción no cambió nada el funcionamiento de dichos servicios y hoy se mantiene la misma situación. El CNI, la Policía y la Guardia Civil son poderes fácticos que defienden sus intereses corporativos y no ha llegado el Gobierno que sea capaz de subordinar esos intereses a los generales de la ciudadanía.

 La misma tarde del 11M ya sabía la Policía que no había sido ETA.

La misma tarde del 11M ya sabía la Policía que no había sido ETA. Las intervenciones telefónicas a miembros de ETA observaban el desconcierto de sus dirigentes y los indicios que iban apareciendo señalaban al terrorismo islamista. Esa tarde, el subdirector general Operativo de la Policía, Pedro Díaz-Pintado y el comisario general de Información, Jesús de la Morena, informaban al director general de la Policía, Agustín Díaz de Mera, que todo apuntaba a terrorismo islamista, siendo alentados por el director general a continuar la investigación con la celeridad y rigor con independencia de que fuese ETA, islamismo o cualquier otro grupo terrorista.

 Esa información policial era trasladada al ministro Acebes, quien posiblemente recibiera instrucciones desde Moncloa de retrasar su difusión para dejar en el aire la posibilidad de que fuese ETA la autora del atentado. El presidente Aznar llamó en persona a varios directores de diarios y medios de comunicación asegurando que sin ninguna duda era un atentado de ETA. Esa noche estuve en un programa de COPE que dirigía José Apezarena donde intervenía también Cayetano González, ex responsable de comunicación de Interior con Mayor Oreja. En antena mantuve que había que creer al ministro de Interior, sin avalar la versión de Cayetano González que aseguraba sin ningún género de dudas que era ETA la autora, pero en las pausas y sin micrófono les dije que mi información era que ya no había ninguna duda de que el atentado era islamista. Estaba llegando a COPE para entrar al programa cuando recibí llamada de Juan Domínguez (ya fallecido) coordinador nacional de los TEDAX en el sindicato que dirigía entonces, informándome de la absoluta seguridad de la mano yihadista en los atentados. Además de a los dos periodistas citados también comenté tal circunstancia a Juan Baño, jefe de Información de COPE. No consideré oportuno ser yo quien anunciara públicamente que sin ninguna duda era un atentado yihadista, a pesar de que Juan Domínguez estaba en Madrid en el centro de la investigación y nunca se equivocó en ninguna información. Ha sido uno de los mejores TEDAX en la historia de la Policía.

 El PP pagó con su derrota electoral tratar de mantener las dudas sobre la autoría del atentado. Recuerdo los nervios de los responsables de seguridad por la manifestación que encabezó el hoy Rey y entonces príncipe heredero, que desoyó los consejos de no acudir, como tampoco hicieron caso a la solicitud policial de no llevar a cabo manifestación alguna, pues los autores de los atentados seguían libres y podrían atentar contra una masa ciudadana como aquella pudiendo provocar una matanza mayor.

 Después vinieron las detenciones. Ahí debo decir que considero que Jamal Zougam es inocente. Que fue implicado indebidamente y que las declaraciones de las dos mujeres contra él son falsas de toda falsedad, que fueron hechas a cambio de beneficios obtenidos en sus documentos de extranjería y en su consideración como víctimas con derecho a indemnización. Jamal Zougan está pagando haberse negado a ser confidente policial según mi opinión. Es el Alfred Dreyfus de la democracia española.

 No haber secundado dicha teoría de la conspiración supuso que Losantos se refiriera varias veces al SUP como sindicato socialista y a mí como implicado en el atentado por ocultar los hechos ocurridos según él, en su falsa teoría de la conspiración.

Siguió la teoría de la conspiración. Esa que alentaron Federico Jiménez Losantos, “El Mundo” y dirigentes del PP. El entonces secretario general de CEP, Ignacio López, me propuso que secundáramos las denuncias de Losantos en su teoría de la conspiración, que implicaba a políticos y policías del PSOE, en una teoría fabulosa que rechacé por que no se sostenía sobre ningún hecho real y objetivo. El político de UPN, marca navarra del PP, Jaime Ignacio del Burgo, teorizaba sobre que uno de los terroristas había sido detenido por tráfico de drogas y después había sido dejado de seguir por el grupo de estupefacientes de la comisaría de Centro, de la que era jefe Telesforo Rubio, ese comisario socialista al que también se imputó (mediáticamente, por los terminales del PP y Trillo) en el “chivatazo” del caso Faisán, y se dio por cierto por los aventadores de mentiras de la teoría de la conspiración, no prestando nadie atención a que los hechos que se contaban en relación a ese terrorista ocurrieron en esa comisaria varios meses antes de que el comisario Telesforo Rubio fuese nombrado jefe de la misma. Así se publicaron otras muchas mentiras dirigidas políticamente por periodistas que no son dignos representantes de su profesión.

 No haber secundado dicha teoría de la conspiración supuso que Losantos se refiriera varias veces al SUP como sindicato socialista y a mí como implicado en el atentado por ocultar los hechos ocurridos según él, en su falsa teoría de la conspiración. Más de 40 horas de grabaciones con graves acusaciones fueron aportadas a los tribunales que consideró que ello formaba parte de la libertad de expresión, que en ese caso incluía mentiras, injurias, calumnias y difamación. Sobra decir que la CEP y su portavoz entonces, Rodrigo Gavilán, tenían abierto siempre los micrófonos para atacar al sindicato que no aceptaba mentir en ese asunto. Una vendetta como tantas otras hemos presenciado, siendo especialmente dura la llevada a cabo contra José Antonio Zarzalejos, entonces director de ABC, por no secundar la teoría conspiranoica.

 A Casimiro García-Abadillo le presenté al TEDAX Pedro, que se llama Pedro, que desactivó la mochila que apareció en comisaría sin explosionar, y compartí con él mi teoría de la conspiración, que era que no había miembros del PSOE, ni policías del PSOE implicados en los atentados; le expuse que era extraño que habiendo tantos marroquíes implicados y conociendo como funciona su servicio de información, además de las vicisitudes del conocido con el alias de “El Chino”, que dos años antes estuvo detenido por la ley de extranjería, fue extraditado a Marruecos donde lo rechazaron negando que fuera ciudadano marroquí (y lo era), y devolvieron a España donde quedó en libertad, no era creíble que no tuvieran alguna noticia de lo que se tramaba. Y también era raro, dado que entonces (después se produjo un distanciamiento) los servicios secretos de Marruecos y Francia trabajaban muy coordinados, que estos no supieran nada y que no hubiese llegado a España ninguna alerta preventiva de alguno o los dos servicios secretos vecinos. Y si llegó al servicio secreto español nunca se supo. Mi teoría es que Marruecos, por devolvernos la humillación que supuso para ellos el asunto del islote de Perejil, y Francia por el desplazamiento que se había producido como país principal socio de Estados Unidos en la Unión Europea en políticas de defensa, desplazado por Aznar al apoyar la guerra de Irak, habían mirado para otro lado. Años después, en una comida a solas con un alto cargo político de Interior de los que no cejó en arrojar basura sobre la Policía y los servicios de Información el 11M (que eran todos cargos de su confianza, nombrados por ellos que eran quienes estaban en el poder) le expuse mi teoría y tras un silencio espeso me respondió con una pregunta: ¿Y si fuera cierta tu teoría, qué podríamos hacer? ¿Decirlo y declarar la guerra a dos países vecinos? ¿Qué podría ocurrir en España con más de setecientos mil  marroquíes residentes y más de 10 millones de franceses turistas? ¿Se podría llegar a aclarar alguna vez dicha circunstancia? ¿Ganaríamos algo como sociedad y como nación entrando en esa dinámica? Esas preguntas, que anoté nada más llegar a la sede sindical tras la comida, me hicieron reforzar mi teoría.

 Con esta información verdadera que manejo de distintas fuentes que estaban allí, la teoría de la conspiración supondría que Torronteras se suicidó.

Después del 11M vino el intento de atentado en el AVE, la localización de los fugitivos en el piso de Leganés, la teoría de la conspiración que siguió manchando la acción policial; lo que me consta a mí es que ni el director general de la Policía, ni el subdirector general Operativo, ni el jefe de los GEOs dieron la orden de asaltar la vivienda; autorizaron que si el grupo operativo decidía hacerlo lo hiciera, y si no, a esperar. Los actuantes decidieron entrar con el fatal desenlace de la explosión y muerte de los terroristas y del subinspector jefe del asalto, que iba a la cabeza del mismo, subinspector Francisco Javier Torronteras. Con esta información verdadera que manejo de distintas fuentes que estaban allí, la teoría de la conspiración supondría que Torronteras se suicidó. Miserable, como tantas otras mentiras se dijeron y se dicen al respecto. Después vino la profanación de su tumba, una investigación que no llego a ningún lado, lamentablemente, por descoordinación entre el jefe de Información provincial, el jefe superior de Policía de Madrid y el comisario general de Información, y el uso por el PP en la oposición de la teoría de la conspiración, que sabían falsa implicando a mandos policiales, en uno de los comportamientos más miserables que se recuerdan de ningún partido político (lo repitieron con ETA), que convierte al PP en la oposición en el partido antisistema, la Herri Batasuna española. Una vez en el poder hacen y dicen todo lo contrario que cuando están en la oposición, donde no dudan en poner riesgo cualquier política de Estado porque para ellos el Estado es que ostenten el poder. Los medios y personas que alentaron la falsa teoría de la conspiración, en especial Losantos, recibieron subvenciones públicas de la comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre y concesión de licencias que son mucho más importantes económicamente que las ayudas económicas. Y la vida sigue. Algún día este país ajustará cuentas con su pasado.