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Lisboa 1981, Plaza de la Revolución

La gran batalla impulsada por el catalanismo se ha librado en el ámbito de la enseñanza. La escuela ha sido un poderoso instrumento ideológico para adoctrinar a tres generaciones

Opinión / REGINA FARRÉ.-  Lisboa, 1981, en la plaza de la revolución a las doce en punto, hora española, cinco amigos bailábamos la canción de Concha Piquer En tierra extraña con el vello erizado y las lágrimas a flor de piel. Ese día me di cuenta de que existen sentimientos profundos sobre nuestro lugar de pertenencia que van más allá de prejuicios y patriotismos. Por qué digo esto, porque soy catalana de generaciones, amo la copla y el flamenco, adoro Madrid y en resumen me siento bien en cualquier lugar de España. Esto, a día de hoy, es una rareza insoportable para buena parte de la población catalana, la que quiere separarse del país y ha sido alimentada por un gobierno autonómico que lleva años , a mi modo de ver, inventándose Cataluña.

Comencemos por el principio, cuando Jordi Pujol llegó al poder tras las elecciones autonómicas de 1980 con Convergencia y Unió. En el ámbito económico y financiero Pujol y su gente diseñaron una estrategia para llenar poco a poco las arcas del nacionalismo. Un ejemplo: crearon Banca Catalana, una entidad que finalmente se hundió y dejó a miles de personas con el culo al aire. Para Pujol el caso Banca Catalana fue un atentado de Madrid a los intereses catalanes, algo que también dice ahora Mas cuando se investiga a Convergencia por financiación irregular. En ambos casos y en muchísimos más los medios de comunicación catalanes silenciaron todo lo que pudieron el tema o lo suavizaron. Mención aparte merece la televisión pública catalana que a día de hoy cada vez se parece más al No-Do.

Para mí, la gran batalla impulsada por Pujol y su gente se ha librado en el ámbito de la enseñanza. La escuela ha sido un poderoso instrumento ideológico para adoctrinar, por lo menos, a tres generaciones de catalanes. Por una parte la inversión lingüística impuesta, sin paliativos, ha creado en los jóvenes el sentimiento de que hay que combatir por una lengua y una cultura que están en peligro si las comparas con las españolas. La antipatía por la lengua de Cervantes –luego hablaremos de él– contrasta con la pasión de los nacionalistas catalanes por el inglés.

El 11 de septiembre, en una simplificación extrema, se ha convertido en la Diada en la que Cataluña perdió sus libertades arrebatadas por Felipe V. Héroes y mártires frente al centralismo de Castilla.

El hijo de una muy buena amiga periodista le llegó a decir un día que la Guerra Civil fue “una guerra de catalanes contra españoles”. No se lo inventó, un profesor de bachillerato lo daba a entender en sus clases. Y a propósito del autor del Quijote hay un señor llamado Jordi Bilbeny, historiador nacionalista, que afirma que Cervantes era catalán y escribió su libro más famoso en esta lengua pero los malos de turno castellanos le obligaron a traducirlo. El mismo señor afirma que Colón era catalán y, por tanto, todo el legado americano en realidad pertenecería a Cataluña.

El 11 de septiembre, en una simplificación extrema, se ha convertido en la Diada en la que Cataluña perdió sus libertades arrebatadas por Felipe V. Héroes y mártires frente al centralismo de Castilla.

Otra gran estrategia diseñada por Pujol y sus seguidores ha sido la de pactar con quien mandara en Madrid, siempre a cambio algo económica o políticamente beneficioso. Y sobre todo vociferar a los cuatro vientos catalanes que todo lo malo que pasa en Cataluña (recortes sanitarios, pago de autopistas, etc) es “por culpa de Madrid”. Por el contrario, todo lo bueno que se ha logrado es solo el resultado de su buena gestión.

Por último, gracias al conejo que el heredero de Pujol y otros se han sacado de la chistera: el independentismo Cataluña es hoy una balsa social, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros lugares de España. Aquí parece que sólo interesa el independentismo.

Quizás a muchas de las personas que vayan a leer esta columna les parecerá que hago afirmaciones gratuitas pero les aseguro que no es así. Voy a seguir tratando de dar claves coyunturales o históricas que expliquen lo que hoy pasa en Cataluña y que a mis ojos la han convertido en una tierra extraña.