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30.000 hijos de San Telmo

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Pepe Torrente

Viene siendo habitual, cada vez más, comprobar con hechos y denuncias hechas al albur de los fehacientes actos que lo corroboran, cómo la Junta de Andalucía, esa que dirige el PSOE-A, hoy de Susana Díaz, de manera hegemónica y omnímoda desde que empezó nuestra autonomía en serio, disponiendo lo preciso y necesario para que nadie, o al menos el menor número posible de simpatizantes y militantes del partido, se queden sin nómina que llevar a su casa.

La Agencia Idea, EGMASA, la Agencia del Flamenco, Cetursa, Estadio Olímpico, Parques Tecnoalimentarios y Agroalimentarios de todas las esquinas del Sur, Puertos de Andalucía, mataderos, biomasas y demás lugares de verde bio naturaleza, parques naturales, … y así hasta no acabar en dos tardes seguidas, han sido el espacio previsible para que la cosa huela menos a enchufe de lo que reclama la certeza y sería menester. Es lo que llaman la administración paralela, la cual procura mucha más agilidad administrativa, burocrática, legal e, incluso, y, sobre todo, hace mucho más opaca la ruta de acceso y la estancia misma, que si de la propia administración funcionarial se tratara. Un chollo, oiga.

 

Disponiendo lo preciso y necesario para que nadie, o al menos el menor número posible de simpatizantes y militantes del partido, se queden sin nómina que llevar a su casa.

 

Nada le ha importado al PSOE que nos gobierna tener que acometer recortes sanitarios o en Educación si ello sirve para no achicar ese mundo aparte que significan las 57 empresas participadas mayoritariamente por la Junta que preside Susana Díaz, hasta llegar a las 128 totales con distintos niveles de participación pública, las cuales en plena crisis económica no sólo han hecho de su vergüenza un reparo, sino que han disparado su endeudamiento total, para vergüenza de los que sufren la tijera autonómica sin rubor.

Entre 2009, el primer ejercicio en el que la Cámara de Cuentas incluye datos de esa deuda total, y 2011 la cifra asciende a casi mil millones más en deudas. De ellos, ochocientos millones es el aumento de la deuda con entidades financieras, que creció un 135% en 2010 y otro 40% en 2011. Como diría mi tía Chari, pa mear y no echar gota.

En el presupuesto del año 2015 se nos dejaba muy claro que la administración paralela de la Junta nos cuesta unos 7.000 millones de euros al año. En ella trabajan los denominados 30.000 hijos de San Telmo, empleados públicos que acceden a esos puestos de financiación pública sin el oropel adquirido con el esfuerzo del mérito y la capacidad, y mucho menos el de la igualdad. Resumamos en una la condición mínima exigible para hacer las demás flexibles o inexistentes: ser admirador del régimen andaluz, si es posible con carné acreditativo, en cualquiera de sus ocho provincias. Y punto.

 

Entre 2009, el primer ejercicio en el que la Cámara de Cuentas incluye datos de esa deuda total, y 2011 la cifra asciende a casi mil millones más en deudas. 

 

Parece reiterativo y recurrente criticar este contubernio prescindible de nuestros gobernantes autonómicos. Pero no lo es tras ver cómo crece esta forma de abusar de nuestros impuestos en Andalucía. Más aún cuando año a año la deuda de este mundo arbitrario, parcial e injusto con el que el PSOE se convierte en un vivero real de colocación y enchufismo a propios y hermanos, a primos y amigos de los primos, crece y crece. Con el gusto que debe darles saber que alguien pagará esta fiesta suya particular, para ver así a los agraciados con el salario como firmes y apuestos agentes electorales socialíes. Personas que defenderán el reino de sus trucos y al partido que les ha puesto donde están, contra viento y alguna escasa marea.

Rezuman cinismo a espuertas aquellos que se rasgan las vestiduras por lo que critican de otros. Pero no van a poder con ello amagar que es aquí donde su ejemplo teórico para la evasiva crítica allende Despeñaperros, no concuerda con la práctica aquí abajo. Al menos deberían callarse. Aunque, más que callar, sería preferible que nuestros impuestos les sirvieran para iniciar y proponer cosas mucho más productivas y equitativas para todos que eso a lo que habitualmente lo dedican. Ay, lo que el cambio político ayudaría a esta nuestra Andalucía a mejorar. ¡Ay cuánto!

¿Y cuando? Los electores tendrán la palabra.