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A ritmo democrático

Y así hemos visto en la tele un peregrinaje de políticos desfilando por los pasillos de La Zarzuela.

 

Tras un año político perdido, sin iniciativas ni resoluciones de cierta importancia, seguimos en la inoperancia. A eso le llaman ritmo democrático. Además, diariamente presenciamos nuevas formas de hacer o interpretar lo que está o debería estar bien reglado; como si se pretendiera negar que el ser humano es un animal ritual. O, de otra forma dicho, negar que, en la actividad humana, las formas son tan importantes, y a veces más, que los contenidos.

Viene a cuento del actual periodo de consultas para la designación de un candidato a la investidura como presidente del Gobierno. Un proceso recogido en el artículo 99.1 de la Constitución: “Después de cada renovación del Congreso de los Diputados (…) el Rey, previa consulta con los representantes designados por los Grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”.

Y así hemos visto en la tele un peregrinaje de políticos desfilando por los pasillos de La Zarzuela.  Una procesión que, más allá de su finalidad informativa, sirve para resaltar la posición institucional suprema del Rey como jefe del Estado. Sin embargo, siempre hay quien da la nota demagógica vistiéndose incorrectamente para la ceremonia. Suelen ser precisamente los que, auto autonombrándose defensores de los trabajadores, tratan de disimular su estatus preferencial y burgués luciendo vaqueros, chaqueta de trapillo y sin corbata.  Lo más curioso es que, cuando la paridad ya es un rasgo paranoico de nuestra clase política, no se hayan levantado voces denunciando la descompensación sexual de la caravana: de los ¡15! Políticos que acudieron a La Zarzuela (no hubo representante ni de ERC ni de Bildu), 12 fueron hombres y solo tres mujeres. Vaya ejemplo de paridad.

 

Por las declaraciones de los entrevistados sabemos que muchos de ellos aprovecharon la ocasión para salirse del guion.

 

Y ―parece ser―, decirle al monarca lo que les vino en gana, aunque ello nada tuviera que ver con el objeto de la entrevista real: expresar la respectiva posición con respecto al potencial candidato a la investidura. Allí volvieron a repetirse los cansinos mantras sobre “presos políticos”, “exiliados”, el AVE o la responsabilidad real de promover la ”máquina represiva” del Estado. U otras lindezas similares.

El sumun de la incongruencia lo protagonizó Laura Borrás (JxCat), con su “los catalanes no tenemos rey”. Una frase de contenido histórico, ya que solo, desde ese prisma, puede entenderse al ser pronunciada en palacio, durante un “vis a vis” con el Rey, y tratando de sustraer a éste la representación de todos los catalanes. Posiblemente, la Borrás quiso meramente explicar que Cataluña nunca llegó a la categoría de reino, sino meramente de condado vasallo de terceros. El rey, siempre en su sitio, respondió brillante y elegantemente: “la democracia se expresa con respeto a la ley y en el marco constitucional”.

El verdadero pasteleo para la investidura comienza ahora. Es un complejo baile simultáneo en tres pistas: autonómica, municipal y nacional donde suenan melodías interrelacionadas pero distintas. Así es que, me temo, hasta que no se constituyan los nuevos ayuntamientos (15 de junio), y estén encauzados los 12 gobiernos autonómicos pendientes, no se podrá encarar la definitiva negociación para la investidura en el congreso de los diputados. En un mes puede pasar de todo: es el morbo de la política. Nada es descartable. Incluso unas nuevas elecciones generales. Pero, en el mejor de los casos, no habrá nuevo Gobierno hasta mediados de Julio. Lo dicho: es el ritmo democrático.