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Adiós a Rafael López Cansinos, 50 años de periodismo en Córdoba

El 26 de septiembre de 1984 aún no se habían inventado los teléfonos móviles. Aquella tarde noche sonó el fijo, la única vía rápida entonces junto a los telegramas para dar buenas o malas noticias. Al otro lado del hilo una voz inconfundible, familiar y cercana para mí, la del corresponsal de la SER en Córdoba, Rafael López Cansinos, quien me alertaba “para que avises a Madrid” de la cogida grave de Francisco Rivera (Paquirri) aquella tarde en la maldita plaza de toros de Pozoblanco.

“Lo están trayendo en estos momentos para el hospital, – siguió contándome telegráficamente- pero me dicen que está grave y que está perdiendo mucha sangre, pinta mal la cosa, me pongo en marcha”.

El veterano notario de la actualidad cordobesa no erró en su primer diagnóstico de alcance informativo tal y como la historia de aquella cogida – tan mediática, por otra parte –  certificó con la llorada muerte del torero barbateño, empitonaos por un toro de los Sayalero y Bandrés.

Esta madrugada del cuatro de enero del recién estrenado 18, en su Córdoba del alma, ha fallecido Rafael López Cansinos. Todo ha sido tan rápido como inesperado. De forma inconsciente recordé aquel notición, que acabaría inundando toneladas de papel y espacios de radio o Tv.

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Rafael López Cansinos en sus inicios en Radio Córdoba EAJ-24

 

Rafael López ha sido un pura raza de la radio. Su vida ha transcurrido más horas en los estudios de EAJ 24, Radio Córdoba, que en su propia casa.

 

Hacía pocos meses que habíamos hablado por última vez, llamadas que de higos a brevas manteníamos para saber uno del otro. Esta vez fue él el que llamó.

Escuchar su característica voz al otro lado del teléfono siempre me produjo una sensación de nostalgia que me devolvía a mis años de adolescente. Mi abuelo materno, Manuel, fue quien me hizo prestar atención a lo que a través del aparato de radio contaba una voz inconfundible cada noche en RNE desde tierra andaluza, particularmente la provincia cordobesa que tan bien conocía el padre de mi madre.  Era la inconfundible voz de Rafael López Cansinos. Quién le iba a decir a aquel niño emigrante que, pasados los años, acabaría siendo compañero y amigo de aquel periodista cordobés que escuchaba a diario en “el parte” de RNE, después de los discos dedicados a los emigrantes en “De España, para los españoles” con María Matilde Almedros.

Rafael López ha sido un pura raza de la radio. Su vida ha transcurrido más horas en los estudios de EAJ 24, Radio Córdoba, que en su propia casa. Era de esos que llegó a dormir en la emisora más de una noche. “La radio ha sido mi vida” confesaba orgulloso al mirar para atrás con sus 85 años cumplidos.

Rafael, además de su valía profesional y su trayectoria en la radio, tuvo una grandeza personal que difícilmente se encuentra en este mundillo nuestro dónde la mediocridad y el miedo, muchas veces, taponan el acceso de jóvenes valores a los que se les hace más difícil tener su oportunidad. La capacidad de Rafael para arropar, enseñar y entenderse con los más jóvenes que, año tras año, se iban incorporando al equipo de la SER en Andalucía, siempre me llamó la atención y, de mayor, siempre pensé que me gustaría ser la mitad de generoso que él. Grandes y buenos profesionales del periodismo andaluz de hoy pueden atestiguar esa predisposición innata de tender la mano por parte de alguien al que siempre le consideramos un respetable veterano, que no viejo. Elegante por fuera y por dentro, con Rafael López Cansino se marcha uno de los “califas” de la historia de la radio en Andalucía en el último medio siglo. Lo hizo todo y todo lo hizo bien. Cuando algo se torcía tenía tablas suficientes como para evitar que se notase, ese fue su gran mérito ser un buen 4×4 de la radio, alguien además con gran capacidad para salirse del transistor.

 

Elegante por fuera y por dentro, con Rafael López Cansino se marcha uno de los “califas” de la historia de la radio en Andalucía en el último medio siglo.

 

Con la llegada de la década de los ochenta en Sevilla supimos que íbamos a compartir sede con Chicago de una Exposición Universal en el lejano año 92. Tras la caída de Chicago como sede compartida, la Cadena SER en Andalucía fue el primer medio de comunicación que apostó con un programa semanal – “La radio del 92”– dedicado a algo que tardaría una década en llegar y que todos querían conocer. Se inauguró el programa, patrocinado por el ‘Club 92’ que dirigió Soledad Becerril, con una larga entrevista en exclusiva de Felipe González, la primera que el presidente del Gobierno condecía para hablar del 92 de Sevilla. Fue en ese contexto cuando decidimos acuñar “la radio del 92” como eslogan de la SER en su apoyo a la muestra sevillana. He aquí cómo Rafael López contó a los oyentes que era y el recién nacido club.

 

La voz de Rafael López Cansinos explicando qué era «El Club 92»

 

Víctor Manuel de la Portilla, joven y prometedor realizador entonces, amigo telefónico de López Cansinos con quien mantenía contacto casi diario, fue quien propuso que la voz de “Don Rafael” fuese “la voz del 92”; propuesta aceptada de inmediato por todos y de esta forma el veterano radiofonista cordobés pudo ser también testigo y partícipe de otro hecho histórico en su vida profesional, la Expo 92 de Sevilla. Junto a la voz de Rafael la de Marisa Carrillo, otra de las voces imprescindibles de la radio.

 

Careta de entrada del programa «La radio del 92» con Marisa Carrillo y Rafael López Cansinos

Rafael López se lleva muchos secretos a la tumba. No fue un periodista amigo de la frivolidad.

 

Tras su jubilación, apartado de la trinchera informativa, asesoró y ayudó en lo que pudo a alguien que siempre consideró un “amigo y un señor”. “Don Miguel”, tal y como se refería al canónigo Miguel Castillejo Gorráiz, presidente de Caja Sur, tenía entre sus consejeros al veterano periodista, alguien que permaneció a su lado cuando la propia Iglesia de Córdoba le arrinconó con cierto desprecio y el cura Castillejo perdió todo el poder. Le noté verdaderamente afectado tras la muerte del sacerdote.

Rafael López se lleva muchos secretos a la tumba. No fue un periodista amigo de la frivolidad, pese a que le llegaban historias muy diversas y suculentas dada su posición privilegiada en la sociedad cordobesa. Fue testigo de excepción de los ascensos meteóricos de algunos reyes del ladrillo, y desde la barrera pudo presenciar la caída de todos, incluso la entrada de uno de ellos en prisión. A López Cansinos, a esas alturas de su vida, nada le pilló por sorpresa. «Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible» sentenció  en una de nuestras charlas.

Así, desde la historia más reciente, a los grandes acontecimientos informativos ocurridos en medio siglo vividos con pasión, todos pasaron por la retina de este cordobés querido y respetado.

López Cansinos lo había visto y vivido todo, pero sobre todo fue inmensamente feliz durante 45 años contándo la vida de Córdoba ante un micrófono, con una gran vocación de servicio público. Descansa en paz, Maestro y mis condolencias a familiares y amigos.

(Avisen cuando haya que firmar para pedir que rotulen una calle cordobesa con su nombre y oficio).