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Adiós verano, adiós

Lola Álvarez, Periodista
Lola Álvarez*

No sé si quedará para los anales de la historia, ya sabemos lo puñetera, olvidadiza y ninguneadora que es la ciencia de doña Clío. En el caso que me ocupa, este verano del 2016 que ya apura sus días, confío que se diluya como el azucarillo en el agua y de él apenas quede el leve rastro de un: “mejor lo olvidamos”.

Hablo de la situación de país y del vodevil veraniego, tan de cuarta, al que se han empeñado en convidarnos la clase política española salida de las urnas del pasado diciembre, primero, y del pasado junio, después, con sus ínclitos dirigentes al frente.

Pareciera un curso escolar, oiga. Catean en Junio y a ver si logran algo en la repesca de septiembre. En caso contrario, no pasa nada, se repite curso y comienza de nuevo el festival de la marmota.

El otro día, sin ir más lejos, nos desayunamos con otra locura del mamarracho que está al frente de Corea del Norte,  o con la historia – rara, rara, rara- de una española que encontraron embarcada en una patera camino de Lesbos.

Cansancio, indignación, estupor, incredulidad, vergüenza ajena, ya no sé qué palabras poner para definir todo lo que hemos estado presenciando en este largo y achicharrante verano. En más de una ocasión me descubro pensando en la posible existencia de viejos contubernios, al estilo del genial maestro Le Carré, para tratar de justificar todo lo que nos está sucediendo. Como diría el viejo bolero: “Quizás, quizás, quizás”.

Y eso mirando solo para adentro, porque si asomamos para afuera… el otro día, sin ir más lejos, nos desayunamos con otra locura del mamarracho que está al frente de Corea del Norte, experimentando con bombas nucleares y provocando terremotos en la zona, o con la historia – rara, rara, rara- de una ciudadana española que encontraron embarcada en una patera camino de Lesbos. Eso, por no seguir hablando de la interminable sangría de los exilados sirios y su interminable guerra o de las últimas bravuconadas de ese otro mamarracho, de apellido Trump, en las Américas del Norte.

Apenas diez días nos quedan para decirle adiós al verano y dar la entrada oficial al otoño. Presumo que tras la caída de las hojas electorales en Galicia y País Vasco, habrá recomposición del “postureo” político y estrenaremos el invierno refregándonos los ojos y los oídos, sin dar crédito a lo que – para entonces- veamos. ¿A lo mejor un nuevo y sorprendente gobierno? Visto lo visto, mi capacidad de sorpresa continua siendo ilimitada.
*Lola Álvarez es periodista.