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Agripnia

Por qué de tanta premura para conformar ahora una coalición social-comunista cuando, durante cinco meses, fue una alianza inalcanzable.

 

Un Gobierno de coalición, en base al preacuerdo Pedro Sánchez-Pablo Iglesias, sería una de las legítimas conclusiones del resultado electoral del 10-N. Ha sido el pueblo español quien, con sus votos, ha colocado en el hemiciclo de la carrera de San Jerónimo a ¡17 partidos! Una atomización parlamentaria consecuencia, sobre todo, de un sistema electoral que, en su día, tuvo una finalidad integradora, pero que hoy es un nefasto factor desintegrador. 

Sin embargo, no somos pocos los que nos preguntamos por qué de tanta premura para conformar ahora una coalición social-comunista cuando, durante cinco meses, tras el 28-A, y teniendo ambos más diputados, fue una alianza inalcanzable. Aunque las razones monocausales no tienen cabida en los fenómenos complejos, uno se barrunta que mucho habrá tenido que ver el fulgurante ascenso de VOX, duplicando su presencia en el próximo congreso de los diputados. No obstante, está por ver que esa coalición, esa huida hacia delante del dúo Pedro-Pablo, pueda consolidarse. Menos mal que siempre nos quedaría el frenillo de la UE, especialmente en el campo de la estabilidad fiscal. 

Sánchez podría ser investido, en segunda votación, contando con los votos afirmativos de una basca de partidos menores y la abstención de los separatistas de ERC y de Bildu. Se conformaría así un Gobierno bajo sospecha, deudor de cada uno de aquéllos. Facturas que pagaríamos todos y que, especialmente en el caso de los separatistas, serían entre otros: mesa de partidos con relator (¿Zapatero?), referéndum de autodeterminación e indulto de los sediciosos convictos. Se acercan negociaciones muy complejas bajo la amenaza de unas terceras elecciones, así como del incremento de la barbarie de las milicias nazi-separatistas. Éstas, por cierto, llevan un mes de violencia, altercados y disturbios en Cataluña, auspiciados por la dolosa tibieza gubernamental en su responsabilidad de asegurar los derechos de todos los españoles allí. Nada me extrañaría que, como reacción y autodefensa, aparecieran otras milicias de signo contrario, abriendo la puerta al conflicto civil.   

Intentando desdramatizar, pienso que la apropiación del copyright de “progresista”, por el dúo Pedro-Pablo, ha de dar muchos titulares. Por ejemplo ¿se imaginan a Pablo Iglesias, acompañado de Echenique, desembarcando triunfales del Falcon? ¿O Alberto Garzón de ministro? Aunque prefiero fantasear con un Gobierno de unidad constitucional (PSOE, Ciudadanos y PP, con 219 diputados) que, dejándose de pamplinas, garantizase, aunque fuera por una sola legislatura, la fortaleza gubernamental y la estabilidad que España necesita urgentemente.

La agripnia va por barrios. Antes, Sánchez no dormía imaginándose a los monaguillos de Iglesias en el Gobierno. Pero, tras el «preacuerdo» con Iglesias, don Pedro se ha reconciliado con Morfeo y somos legión los que no pegamos ojo.