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Aguirre, Griñán y las responsabilidades políticas

Pepe Fdez
Pepe Fernández

Creo que hasta ayer mismo mucha gente en nuestro país no se ha enterado bien lo que significa algo tan manido (y tan escaso) como asumir las llamadas responsabilidades políticas ante la corrupción.

Tras escuchar a Esperanza Aguirre conjugar el verbo dimitir  me apresuré a escribir este tuit: “Habrá que decirlo: digno argumentario el de @EsperanzAguirre a la hora del adiós. Ha asumido responsabilidades políticas, tarde, pero asumidas están.”

Aunque desde luego lo que hay que agradecerle a la Sra Aguirre no es su gesto de dimisión a medias –sigue de concejal de Madrid– sino lo didáctica que resultó su exposición para que el gran público entendiese algo mejor, de una vez, qué significa eso de “asumir responsabilidades políticas” ante la corrupción por parte de un responsable público.

Pero, todo habrá que decirlo, en esta dimisión, técnica y democráticamente perfecta, ocultaba un mensaje dentro como  si fuese  un huevo Kinder. “La corrupción nos está matando a todos”, dijo Aguirre. “Asumo mi responsabilidad política por elegir a este señor y porque debía haber vigilado mejor”, reconoció públicamente su culpa para que otros tomen nota.

Solo hay que echar un vistazo a los medios de este nuevo lunes negro para el PP y concluir que la lección dominical de Doña Esperanza estaba dirigida, fundamentalmente, a un solo ciudadano español: Mariano Rajoy Brey.

[blockquote style=»1″]No se da cuenta el Presidente Rajoy, o no quiere, que el resto de posibles socios con los que dice que lo intentará, huyen como de la peste del, todavía, candidato y jefe de filas del PP .[/blockquote]

Pero tranquilos en el club de fans de Don Mariano, el líder de la derecha resistirá una vez más, imbuido de la filosofía arriolista del ya escampará. Se agarra a ese manual de cabecera en unos momentos en los que el Sr Presidente en funciones pretende, a la desesperada, seguir al frente del gobierno de España; pese a que su mochila está rebosando de responsabilidades políticas por la corrupción de su partido en toda España, pero especialmente en los epicentros de Madrid y Valencia. Su gran baza estos días es anunciar el Apocalipsis. Ahí están sus ministros entregados a la causa, metiendo el miedo en el cuerpo a media España con los de Podemos que, por cierto, puede que pierdan más plumas en este envite que el PSOE de Pedro Sánchez. Y no se da cuenta el Presidente Rajoy, o no quiere, que el resto de posibles socios con los que dice que lo intentará huyen del, todavía, candidato y jefe de filas del PP como de la peste.

Que Mariano Rajoy no haya asumido –ni asuma– sus responsabilidades políticas por la corrupción sistémica instalada en el PP, iconizada  con operaciones policiales en todas las plantas de Génova 13, le ha colocado en el ojo del huracán tras las insinuaciones directísimas hacia su persona de la Sra Aguirre: “No es momento de personalismos, sino de sacrificios y cesiones” afirmó. La Sra Condesa de Bornos se repliega, una vez más, (dice que no se jubila) pero esta vez se marcha dejando gravemente herido a su eterno adversario interior en el partido.

La dimisión de Griñán

En el contexto político y judicial que, desde hace años, la corrupción nos asfixia como ciudadanos, en muy pocas ocasiones hemos asistido a una asunción de responsabilidades políticas de estas características. Pequeños gestos aquí y más allá, pero siempre de personajes de tercera o cuarta fila pillados in fraganti. Las primeras figuras de la política española no nos tienen acostumbrados a dimisiones no forzadas por imputaciones judiciales.

En Andalucía podemos presumir de haber asistido en este tiempo a un gesto similar, el primero en el PSOE del escándalo de las ayudas sociolaborales, protagonizado por quien ostentaba el cargo de presidente de la Junta del que dimitió. En ninguna otra comunidad autónoma hemos visto casos similares.

Efectivamente, José Antonio Griñán, unos meses antes de que se supiera oficialmente su “imputación” en el Caso EREs, decidió ante la sorpresa general que había llegado la hora de asumir sus responsabilidades políticas presentando su dimisión.

Lo explicó en sus palabras de despedida que conviene releerlas para la ocasión porque entonces no se entendieron tal que así. El exmandatario andaluz no usó en ningún momento el término “dimisión» ni “responsabilidades políticas”, pero habló de “renuncia”, de “un paso atrás” y afirmó que con gestos como el de dimitir pretendía “devolver el prestigio a la política”.

[blockquote style=»1″]Una buena parte de los ciudadanos nos ven a los políticos como el epicentro del terremoto que está zarandeando también el sistema y sus instituciones. Eso obliga a tomar decisiones cuyo objetivo sea devolver el prestigio a la política, recuperar el crédito de la política y de la instituciones, y con ello fortalecer la propia democracia.[/blockquote]

-“Quien me conoce sabe cómo soy, cómo vivo, cómo he vivido en estos 43 años de servicio público. Me afecta, como digo, el daño personal y familiar. Pero, sobre todas las cosas, me duele el daño a Andalucía y, por eso, hoy doy un paso atrás con el que pretendo favorecer que este asunto deje de entorpecer la política cotidiana.

En consecuencia, he considerado necesaria mi renuncia, no solo para propiciar el cambio generacional sino además para sacar a Andalucía y a la presidencia de la Junta de Andalucía de un debate que está siendo un obstáculo para luchar contra la crisis, tarea en la que tienen que estar puestos ahora mismo todos los esfuerzos.

(…) Sondeos y estudios de expertos coinciden en que una buena parte de los ciudadanos nos ven a los políticos como el epicentro del terremoto que está zarandeando también el sistema y sus instituciones. Eso obliga a tomar decisiones cuyo objetivo sea devolver el prestigio a la política, recuperar el crédito de la política y de la instituciones, y con ello fortalecer la propia democracia.

A veces, aun sabiendo que con la renuncia estás respondiendo con una decisión que parece dar la razón a quienes no la tienen, es bueno dar el paso atrás y esperar a la reparación que sin duda habrá de llegar y que pondrá a cada uno en su sitio.

Sé que en España este tipo de gestos resultan prácticamente inéditos y que, aunque se reclaman con insistencia, luego, cuando llega la hora de la verdad, se miran con desconfianza, e incluso se tachan de irresponsabilidad y de extravagancia. Curiosamente por los mismos que exigían con vehemencia medidas resolutivas tajantes”.

Tras la asunción pública de responsabilidades políticas dimitiendo de la Presidencia de la Junta, Griñán, fue nombrado senador por la Comunidad a propuesta del PSOE, cargo del que finalmente tuvo que dimitir tras su imputación por parte del Tribunal Supremo en la causa de los EREs. En la actualidad José Antonio Griñán está jubilado, se defiende jurídicamente con cargo a su bolsillo de las acusaciones de procedimiento y sigue escribiendo capítulos de sus memorias políticas que aún no sabe cuándo se terminarán y publicarán.