The news is by your side.

Ahora que falta poco, quizás convenga recordar…

Cuando soltemos el voto de entre los dientes habrá que tener presentes los continuos desmanes del bipartidismo en la cara de la ciudadanía

Juan Tortosa / Opinión.- Ahora que faltan pocas horas quizás convenga recordar a Ana Mato, sus recortes en sanidad, sus copagos y su invisible Jaguar en el garaje de casa. Ahora que ha llegado la hora de votar conviene recordar también a Alberto Ruiz Gallardón y su frustrado intento de acabar con derechos de las mujeres tan largo tiempo peleados; ahora que aún estamos a tiempo quizás convenga recordar, además, a Granados y su Púnica; a Bárcenas con sus sobres y sus cuentas en Suiza, a Correa, el Bigotes y todos sus beneficiados con la Gürtel; conviene también no olvidarse de Camps, ni de Matas, Fabra, los ERE o Urdangarín…

Todavía no es tarde para recordar, y actuar en consecuencia, la manipulación servil, descarada e intolerable a la que ha sido sometida Televisión Española durante estos últimos cuatro años. Ahora que faltan pocas horas, conviene recordar lo que nos jugamos este domingo 20 de diciembre. Es el momento de rematar cuatro largos años de protestas y denuncias cuya siembra comenzó el 15-M, tomó cuerpo con las elecciones europeas de 2014 y recogió sus primeros frutos en las municipales y autonómicas del 25 de mayo de este mismo año 2015.

Ahora toca rematar la faena. Ahora toca hacerles pagar cara la reforma del artículo 135 de la Constitución, realizada con agostidad y alevosía; toca hacerles comerse con patatas esas reformas laborales que han dejado sin derechos a los trabajadores y en ridículo a los sindicatos; toca pasar factura a tanta mentira, tanto desplante, tanta burla y tanto descaro.

Ahora que quedan pocas horas conviene, creo, hacer todo lo posible para quitarles un poder que les habíamos prestado y que han usado en contra de nuestros intereses para promulgar decretos humillantes, blindar su impunidad, apoyar a sus amigos delincuentes, eternizar juicios, romper discos duros…

¿Recordáis a ese Wert que decía ser como «un toro bravo que se crecía con el castigo» mientras nos dejaba la educación hecha un asco? ¿Y a Montoro, cuando soltó aquello de «los salarios no bajan, sino que moderan su crecimiento» entre otras miles de perlas del más nefasto ministro de Hacienda que nunca hayamos tenido? ¿Y qué me decís de Margallo, a la greña con Gibraltar al grito de «se ha acabado el recreo»?  ¿Y Fernández Díaz, todo un ministro del Interior yendo de virgen en virgen colgándoles medallas (rogando) y endilgando a la ciudadanía una mal llamada ley de seguridad retrógrada y filofascista (con el mazo dando)?

¿Y ese Luis de Guindos, negándose a llamar rescate al rescate y proclamando orgulloso que se trataba de un «crédito en condiciones favorables”? ¿Y Arias Cañete, comiéndose los yogures caducados, duchándose con agua fría y perdonándole la vida a las mujeres en los debates para, según él, no dejarlas en evidencia?

No olvidemos tampoco a Fátima Báñez y su «movilidad exterior» cuando hablaba de los cientos de miles de jóvenes que se vieron obligados a marcharse al extranjero; ni a Morenés justificando la venta de armas a países que violan derechos humanos porque «nada es perfecto en política»; ni a Soraya quitando y poniendo directores de medios públicos y privados; ni a Soria, empeñado en hacer pasar por Canarias el meridiano de Greenwich; ni la peculiar manera que tiene Alfonso Alonso de entender el carácter universal de la Sanidad; ni las presiones de Catalá al Tribunal Supremo; ni la nunca explicada huida de Torres Dulce como Fiscal General del Estado…

Ahora que estamos a punto de dejar tener la papeleta entre los dientes para introducirla por fin en la urna conviene recordar todas estas cosas, que son únicamente una muestra somera y exigua de los desmanes, sobre todo peperos, perpetrados durante los últimos cuatro-cinco años.

Pero quizás convenga recordar algunos asuntillos más: por ejemplo, las componendas durante decenios del bipartidismo con Jordi Pujol y su fenecida CiU, o las diatribas de un irreconocible Felipe González demonizando todo aquello que cuestiona el tinglado que él contribuyó a montar y que ha derivado en una cada vez mayor desigualdad ciudadana y un descarado uso de las puertas giratorias para él y para quienes, como él, se dedicaron tantos años a favorecer los intereses de las eléctricas, los bancos y otras grandes empresas nacionales e internacionales. Conviene también recordar que una hija y hermana de Rey está a punto de sentarse en el banquillo, junto a su marido, apenas comience 2016. Y quizás convenga también tener en cuenta el vergonzoso y patético debate del pasado lunes 14 de diciembre entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy.

Ahora que quedan pocas horas conviene, creo, hacer todo lo posible para quitarles un poder que les habíamos prestado y que han usado en contra de nuestros intereses para promulgar decretos humillantes, blindar su impunidad, apoyar a sus amigos delincuentes, eternizar juicios, romper discos duros, demorar trámites y retrasar decisiones urgentes hasta el infinito y más allá. Ahora que ha llegado la hora de la verdad, conviene que tengamos muy claro que este domingo contamos con una histórica, y quizás irrepetible en mucho tiempo, oportunidad de oro para que todo esto cambie.