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Al alba, comisario

Aquí, en estas tierras ibéricas, tenemos al ex comisario, José Manuel Villarejo, alumno aventajado del mítico personaje histórico: Joseph Fouché.

La noche anterior del 29 de mayo de 1832, un joven matemático francés, incomprendido por el resto de comunidad matemática gala: Cauchy, Fourier, Abel. De espíritu contestatario y republicano y una mente privilegiada para el álgebra abstracta. En esa precisa noche de primavera  a sus 20 años, le surgió la inspiración y escribió la mayor parte de la teoría de grupos de permutaciones con todos sus axiomas, proposiciones y demostraciones. Con su aportación revolucionó la algebra matemática abstracta. Teoría que curiosamente hoy en se utiliza para el funcionamiento de los GPS. Ese joven genio de las matemáticas era: Évarist Galois.

Sin dormir toda esa noche, abducido y apasionado por sus hallazgos en esas estructuras algebraicas, y a diferencia del cantautor asturiano, Luis Eduardo Aute, tal como describe la letra de su canción: ”Al alba”. El joven genio, sin temer al alba ni a la madrugada y en esa noche más larga,  se presentó a un duelo a muerte, que según dice la leyenda era por motivos de faldas, contra el campeón de esgrima del ejército francés. El resultado de ese duelo fue traumático para el joven matemático y mente abstracta, allí encontró la muerte, el final de su corta vida. Hecho que pone, sin lugar a duda, que tener una mente abstracta y matemática no quieres decir que seas más inteligente que un  jornalero de los campos de olivos de Jaén, más bien y en este caso, todo lo contrario.

 

Otro genio francés, pero con el adjetivo tenebroso, de esa época ilustrada de principios del siglo XIX de la gran Francia, y  conocido  como el carnicero de Lyon, debido a las masacres en masa de disidentes que realizó en la ciudad de Lyon, como respuesta al alzamiento de esta ciudad contra los revolucionarios jacobinos. Ese genio tenebroso era el político y diputado de la convención francesa Joseph Fouché.

 

Entre sus méritos o desméritos fue la fundación del espionaje moderno y responsable y director durante bastante tiempo del Ministerio del Interior francés. Durante su etapa como máximo responsable de la policía del interior recopiló información de todos sus rivales políticos y de personajes influyentes para luego curiosamente chantajearlas y extorsionarlas. A través de sus formas y maneras de actuar acumuló una gran fortuna mientras estuvo en activo. Pero, como todo en la vida, ya sea por el karma, ya sea porqué de lo que siembras recoges, ya sea porque llega un día que la suerte se termina. De repente todo se vuelve en contra y la diosa fortuna te abandona. Y eso, le sucedió al político francés cuando fue substituido en su cargo de máximo responsable de los servicios secretos galos, el cual, tuvo que abandonar Francia, si quería conservar su libertad e integridad física. Como dice el refrán: a cada cerdo le llega su hora.

 

Lo curioso en esta vida y no porqué Évarist Galois desarrolló la teoría de grupos con sus permutaciones, simetrías, transposiciones y ciclos. Pero cada cierto tiempo y como si la historia fuera cíclica, aparecen personajes alejados en sus tiempos que repinten los mismos actos y actividades como un día de la marmota se tratara.

 

Aquí, en estas tierras ibéricas, tenemos al ex comisario, José Manuel Villarejo, alumno aventajado del mítico personaje histórico: Joseph Fouché. Así, el comisario Villarejo,  mientras estuvo en activo coleccionaba informes de todo tipo, cobrando supuestamente suculentas comisiones, sobornando a sus víctimas en hacer públicas ciertas informaciones confidenciales y privadas, y así, de este modo, aprovechándose de su cargo  enriqueciéndose ilícitamente. Simplemente, curioso cómo se repite la historia y que peligroso puede ser un Estado gobernado por corruptos y gente sin escrúpulos, verdugos de gente que teme la llegada de la madrugada mientras las estrellas lloran lágrimas ensangrentadas.