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Al PSOE le sobra ya la “E”

Marcial Vazquez
Marcial Vazquez*

Por si no bastase con el cambio de la “S” de socialista a sanchista, al PSOE histórico que ha venido siendo protagonista de la historia democrática de España, está sufriendo en estas últimas semanas otra transformación de su estética provocada por la transmutación de su alma. Podría decirse, viendo los últimos acontecimientos, que al PSOE ya le sobra la “E”, de “español”, desconociendo aún si la sustituimos por la “P” de plurinacional o por la “I”, de inane. Digo “inane” porque un partido que renuncia a un proyecto nacional coherente y cohesionado es un partido condenado a la irrelevancia en el marco de las mayorías nacionales, aunque pueda sobrevivir a costa de las taifas de poder en algunas regiones aisladas.

Es cierto que Pedro Sánchez no hace otra cosa que el ridículo cada vez que habla de “la nación de naciones”, acompañado por las patadas a la vergüenza política y al rigor histórico cada vez que habla Adriana Lastra; pero siendo esto así, la descomposición del PSOE como partido nacional no es culpa exclusiva de la dirección federal más mediocre y soviética que ha tenido el partido en su centenaria historia. Si hay algo a lo que nos recuerda esta nueva ejecutiva de Pedro es al Comité Central del PCUS en sus mejores tiempos de la Guerra Fría, no solamente por su extensión sino por su misión de coartada democrática al ejercicio puramente personalista y dictatorial del poder.

 

Una organización política con vocación mayoritaria y nacional no puede defender, por lo que parece, hasta 3 modelos diferentes de país: la plurinacionalidad, el federalismo asimétrico y el federalismo actual.

 

Como decía, en el caso que nos ocupa no podemos señalar solo a Pedro, porque en esta descomposición progresiva del socialismo como una idea nacional, como un proyecto colectivo de los españoles, le acompañan de manera entusiasta actores inesperados como Ximo Puig, el cual hizo el milagro de llegar al poder de la Generalitat valenciana a pesar de haber obtenido el peor resultado histórico del PSPV en todas las elecciones autonómicas. Gracias a esto, hemos podido comprobar como el sillón presidencial no hace a un hombre más listo de lo que es, aunque posiblemente sí más peligroso de lo que parecía. El problema del presidente valenciano no es que formara parte de la entente chapucera que fracasó en la misión histórica más importante que podría haber tenido un socialista en este tiempo- echar del poder al mayor peligro público que ha anidado dentro del Partido Socialista-, sino que en su objetivo de consolidarse como “partido de gobierno”, ha permitido que en el PSPV cada vez exista mayor tendencia a imitar los modos y maneras del PSC, aprobando en su reciente congreso disparates como el siguiente: «Lealtad a la diversidad española no significa lealtad a la uniformidad heredera de la España una, grande y libre».

La realidad de esta posición “valencianista” de Ximo Puig es que apuestan por un federalismo asimétrico donde Valencia sea de las comunidades ganadoras junto a Cataluña y el País Vasco. Algo así como esa “cláusula Camps” pero aplicada al método Ximo: no sabemos muy bien cómo defender nuestras ideas pero lo importante es que queremos más, cuando no lo queremos todo. Y si alguien se atreve a acusarnos de insolidarios o de nacionalistas, para eso tenemos el comodín del franquismo, últimamente argumento manoseado hasta la náusea en la argumentación de cualquier socialista con un micrófono delante y que se vea en apuros. Yo respeto que el PSPV apruebe la defensa de un federalismo asimétrico y un trato de favor a los valencianos, pero al menos que se esfuerce en explicarlo con argumentos que no supongan un insulto a la inteligencia de los ciudadanos.

 

Si hay algo a lo que nos recuerda esta nueva ejecutiva de Pedro es al Comité Central del PCUS en sus mejores tiempos de la Guerra Fría

 

Lo llamativo de todo esto, es que muchos socialistas aseguran que la “discrepancia” los “enriquece como partido”. Bueno, posiblemente hasta cierto límite, a partir del cual ya no se puede hablar de enriquecimiento como partido sino de enriquecimiento del partido, que es como empieza a manifestarse el Partido.

 

Una organización política con vocación mayoritaria y nacional no puede defender, por lo que parece, hasta 3 modelos diferentes de país: la plurinacionalidad, el federalismo asimétrico y el federalismo actual. Si alguien piensa que en cada CCAA el socialismo puede escoger el modelo que más le convenga a la dirección territorial, entonces tendremos que admitir que en la transformación del PSOE no solamente se cae la “E”, sino que sobra la “P” de partido, porque más bien sería una Unión Temporal de Tendencias, reunida para las Generales y dispersa para las autonómicas y locales.

Todo esto que estamos viendo-y lo que nos queda por ver- es el resultado lógico de una tensión desquiciante que consiste en estar bajo el mandato de un caudillo cuya dirección quiere ser aplastante y totalitaria, pero defiende para el país una especie de confederación de estados, micro-estados, islas y micro-islas, donde cada una sea lo que quiera ser pero sin romper el principio de soberanía nacional que reside en el pueblo español en su conjunto indivisible. Esta pretensión, además de ser una estafa, es fruto de la ignorancia, frivolidad y deriva del que hasta hace poco era, con todo su significado pleno, el Partido Socialista Obrero Español.

 

*Marcial Vázquez es Politólogo

@marcial_enacion