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De votante en las primarias de Almería

Tal vez solo sopla una brisa de cambio interno, no un viento, algo que notan los iniciados, pero seguro que a Susana Díaz no se le escapa que ya el socialismo andaluz no tiene en todo, y por todo, su efigie.

En el interior del PSOE votas cada dos por tres. Con su cabina, su urna, DNI, y todo eso. Y allí me fui yo. Cinco minutos antes del cierre. Suficientes para plantarme en medio, como si las hubiera organizado yo. Venían desde la  polémica por dificultades con el censo, digámoslo así. Ósea, de quién se afilió y porqué antes de cerrarse la lista de votantes.

 

También, y más aún, porque el secretario general de la Agrupación es miembro de la Ejecutiva de Pedro Sánchez.

 

Como reminiscencia de aquellas primarias Pedro-Susana, en estas, se identificó a una candidata con Sánchez, y a un candidato con Díaz. Poco importa que ellos desearan ampliar espacios. Nuestra capacidad de concentración en materia de política es, en el mejor de los casos, irregular y caprichosa y no hay tiempo para sutilezas.

Un poco de tensión sí que había. A los cinco minutos de llevar cinco minutos, me confundieron con un articulista que había escrito algo –algo crítico- sobre las afiliaciones masivas. Me presentan a un señor que me acercó la cara. Le solté un beso en cada mejilla, no se fuera a pensar que simpatizo con el heteropatriarcado. Reaccionó espantado. Lo entiendo, porque resulta que me odiaba. O al autor del artículo. Lo que pretendía acercar no era la mejilla con la mejilla, sino su boca a mi oreja,  como en El Padrino o algo así.

Un lio. Cuando lo logra, susurra: soy uno de los leónidas. Repasé todos sus posibles significados -incluyendo los ilegales- sin encontrar respuesta. Siguió: uno de los 300 y llamó a otro para decirle quién creía él que era yo. Parece que los 300 era el título del misterio artículo. Otro lio porque, ajeno aún a la realidad, le salude con euforia. Faltaban, por tanto, 298. Eso sí que ya no. Parafraseando a Camus  reaccioné con impulsos en que se mezclaban el gozo y la cólera. Es decir, como un energúmeno, y a otra cosa.

 

No quiero profundizar en el tema, porque llevaría a una conclusión un poco inquietante, sobre recién afiliados que no conocen a sus compañeros y parecen sentirse cuestionados en sus motivos.

 

El caso es que, en estos tiempos en los que nada es imposible en política, este domingo los socialistas eligieron a quien puede ser la primera alcaldesa de Almería. Se asentaría sobre el suelo que para el socialismo almeriense consiguió el candidato derrotado en las primarias. ¿Cuál es el futuro que espera a Juan Carlos Pérez Navas, pues de él hablamos?

Es un senador por Almería que obtuvo más votos, por su nombre, que su partido en el Congreso con las siglas. Tampoco es decir mucho, porque el PSOE en las bielecciones de 2015 y 2016 quedó un poco como muy mal.

 

Es, también, quien por diecinueve votos no logró ser secretario general de su Agrupación, lo que hubiera supuesto que Almería dejase de ser la excepción sanchista en el mar susanista.

 

Total que el azar pesa tanto como el destino en la política actual y, como sabemos, las primarias se han celebrado a la semana de llegar Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno. Tal vez solo sopla una brisa de cambio interno, no un viento, algo que notan los iniciados, pero seguro que a Susana Díaz no se le escapa que ya el socialismo andaluz no tiene en todo, y por todo, su efigie.

Al final, alegría de los vencedores de las primarias, en una sala donde sin los perdedores. La candidata a alcaldía, pues, tendrá que componer un equipo ¿Por qué no podría ser la número dos también una mujer?  Una lista que aúne y cambie, y conserve, y motive, y no motive en exceso, no la liemos de nuevo. Llegan los emocionantes tiempos de las personas y las listas.