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Una investidura de ‘MasterChef’

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch

Se habla mucho de la dificultad de formar gobierno con un PSOE enrocado en el “No” al PP de Rajoy. Pero pienso que esta vez habrá investidura. Es cierto que los obstáculos son grandes y los intereses muchos. A los de los partidos se añaden los de los principales actores, alguno de los cuales se juega su propia supervivencia política en el envite. A pesar de ello, creo que el bloqueo institucional que sufrimos está en las últimas. Pienso, asimismo, que lo que ahora se está jugando no es tanto la investidura sino la post-investidura.
El 26-J produjo, tanto en votos como en escaños, un PP reforzado frente a PSOE, Podemos (P’s) y Ciudadanos (C’s) debilitados. Un partido, el PP, resultó bastante más votado que los demás y no solo aventajaba en 52 diputados al siguiente, sino que además tenía mayoría absoluta en el Senado. La lógica llevaba a pensar que esta vez la cocina política tendría más éxito que la anterior tras el 20-D, y que el PP podría formar gobierno rápidamente.

En la cocina se están guisando dos platos. Un entrante y un principal. El entrante, de cocción, y de un solo ingrediente principal, el PSOE, es un complejo plato a servirse frío tras su ebullición.

Así debió también entenderlo SM El Rey, cuando propuso a don Mariano Rajoy como candidato a la investidura como presidente del gobierno. Pero claro, como la política no responde a lógica alguna, el invento no está funcionando tan velozmente como se suponía. Y en esas estamos.
En la cocina se están guisando dos platos. Un entrante y un principal. El entrante, de cocción, y de un solo ingrediente principal, el PSOE, es un complejo plato a servirse frío tras su ebullición. Es la abstención en la investidura de Mariano Rajoy. Significa una dolorosa contorsión para moverse desde el estéril estatismo de “No”, hasta una postura que no vete la formación de un gobierno del PP con apoyo de Ciudadanos. Una iniciativa que sitúe al PSOE como líder indiscutible de la oposición constructiva y, en consecuencia, como alternativa real de gobierno de futuro. No va a resultar fácil lograrlo cuando el líder orgánico, Pedro Sánchez, escudándose en el Comité Federal de su partido, está atrincherado tras un visceral “No, No y No”. Como sin la abstención del PSOE habría de irse a terceras elecciones, o bien Sánchez abandona su garita y se mueve a tronera de la abstención, o bien el Comité Federal, reunido a instancia propia, tendría que tomar la iniciativa de contorsionarse y mover ficha. En medio de ese tumulto orgánico, no podría descartarse que Sánchez, persistiendo numantinamente en su dogmática negación, intentase driblar al CF recurriendo a las bases y, posiblemente, resultara así (políticamente) decapitado. Y el PSOE descangallado. Vaya, lo que el ex-presidente Zapatero quizás llamaría eufemísticamente “un proceso de diálogo interno”.

El plato principal, el de negociación, es más dulce y tiene más fondo. En él se está muñendo el Ejecutivo de la XII legislatura. Se está elaborando con dos ingredientes: PP y Ciudadanos (C’s).

El plato principal, el de negociación, es más dulce y tiene más fondo. En él se está muñendo el Ejecutivo de la XII legislatura. Se está elaborando con dos ingredientes: PP y Ciudadanos (C’s). Son las políticas concretas que, más allá de la investidura, permitan vertebrar un pacto de legislatura. Pero como todo buen guiso, tiene su punto: que el acuerdo político en ciernes tenga una carga de proyección suficiente, para un gobierno de cuatro años de trayectoria. Ésta es la clave de todo el enredo, porque sin esa carga, posiblemente el candidato de SM El Rey se descolgase del compromiso de ir a la investidura. En definitiva, más allá de posturas diversas, tiras y aflojas mediáticos y encarnizados debates es tremendamente paradójico que, siendo en el tiempo la investidura previa a la gobernanza, sea la expectativa de gobernanza la que posibilite la investidura. A eso muchos lo llaman lógica política. El mundo al revés.