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Andalucía 4D-77, a veces las cosas no son como parecen

Durante el debate electoral organizado por Antena3 TV en diciembre de 2015 entre los principales candidatos a las generales del 20D -excepto el PP que llevó a Soraya Sáenz de Santamaría– sorprendió y mucho que Pablo Iglesias diera a entender que Andalucía, el 4D del 77, tuvo la opción de imitar a lo que hoy, 40 años después, pretende llevar a cabo el gobierno de la Generalitat de Cataluña, un proceso independentista. “En el año 1977, Andalucía decidió, que, como Andalucía, querían estar en España. Eso es un ejemplo para nosotros frente al inmovilismo».

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Los partidos catalanes mostraron su solidaridad con Andalucia ante el 4D del 77. (Pinche en la imagen para ampliar)

¿Acaso alguien llegó a plantear entonces la independencia de Andalucía frente a su ‘permanencia’ en España? Taxativamente, no. Además, era del todo punto imposible como se podrá comprobar. De igual forma conviene recordar, especialmente en estos momentos de ira, que los partidos políticos en Cataluña también se solidarizaron con  Andalucía, «ya que la causa de la autonomía andaluza coincide con la de Cataluña» dijeron en un comunicado. Por aquel entonces en Cataluña no se hablaba de independencia, ya se encargó del asunto en esos dias un exiliado llamado Josep Tarradellas i Joan, escarmentado por la Historia, el exilio y los campos de concentración que le tocó vivir. Un hombre que se situó por encima de los partidos y al que le oí decir una tarde de marzo del 77, en Perpiñán, que cuando se negocia nunca debes exigir a tu adversario aquello que no te puede dar.

En todo caso, como anotación a desarrollar en una siguiente entrega, quede constancia que lo que arrancó un 4 de diciembre del 77, finalizó dos años después un 28F del 80. Después hubo que modificar la Ley para incorporar Almería, siempre se dijo que fue un «arrechucho cariñoso» a la Constitución, desde luego desde el consenso de quienes tenían entonces la voluntad política de arreglar el descosido oriental. Las expectativas creadas en la sociedad civil a finales del otoño del 77, también pesaron y mucho a la hora de que Felipe González, Rafael Escuredo y Manuel Clavero se sentaran por vez primera en un restaurante a estudiar la salida que luego cerrarían con lo que iba quedando de la UCD.

Al líder de Podemos, que aún no había nacido el 4D del 77, le llovieron muchos palos sureños en aquella campaña, especialmente de parte de una Susana Díaz con contenidas aspiraciones por aquellas fechas, cuando ya se mascaba la tragedia electoral de su partido con Pedro Sánchez como candidato, secretario general al que ella misma había amadrinado tiempo atrás en unas primarias frente a Eduardo Madina. Susana Díaz, tras acusar a Pablo Iglesias de “mentir” y “manipular conscientemente” la historia, afirmó que “no es de recibo que quien quiere ser presidente del Gobierno manipule y mienta para entregar un instrumento para romper Cataluña y España», proclamó entonces en un mitin electoral en Granada, junto a Rodríguez Zapatero, y martilleó “entregando por un puñado de votos, la concordia entre los pueblos».

 

El PSOE impulsa ahora un 4D reivindicativo desde la unidad

 

No muy distante de lo que entonces proclamó erróneamente Iglesias, habría que ubicar el sello reivindicativo y de lucha andaluza que la oficialidad socialista pretende otorgar a partir de ahora a la fecha del 4 de diciembre, dado el tiempo preconstitucional que se avecina. Durante casi cuatro décadas la fecha del 4D fue maldita para los del puño y la rosa en Andalucía, fundamentalmente porque hubo fuerzas como el PSA que la celebraron año tras año desde la eterna reivindicación del nacionalismo andaluz y nunca quisieron darle ningún tipo de protagonismo o ventaja.

En realidad, aquel histórico 4D, fue una iniciativa que partió de la izquierda a la que se sumó el centro, la derecha y también el post franquismo funcionarial y residual a regañadientes y por disciplina ante el presidente Adolfo Suárez, al que algunos todavía consideraban su Jefe de Centuria bajo los luceros al amanecer.

Un millón de andaluces se estimó que habían salido a manifestarse ese día. Sin duda un porcentaje muy elevado de los que salieron aquel domingo, lo hicieron motivados por la llamada de  los dirigentes socialistas, andalucistas, comunistas y de grupos extraparlamentarios de esa órbita izquierdosa como el PTE, el MCA o los de Bandera Roja. La izquierda manejó muy bien el proceso previo de comunicación, siempre llevó la iniciativa.  También se manifestaron gentes de la derecha, pero muchas menos, algo que se notaba, por ejemplo, en las vestimentas costeadas o si portaban o no pegatinas, pancartas caseras o  banderolas. Mientras la inmensa mayoría de manifestantes salían a pedir trabajo y dignidad de pueblo en igualdad con el resto, un porcentaje no despreciable de manifestantes procedían de la clase media acomodada. Para ellos, fundamentalmente, se trataba de celebrar el Dia de Andalucía, una fiesta más de nuestra genética lúdica, auspiciada por el rojerío, sí, pero también por gente de orden.

Aquellas manifestaciones multitudinarias en pueblos y ciudades andaluzas sería la primera vez que aglutinaría entre sus convocantes a todos los partidos – excepto la Alianza Popular de Manuel Fraga que estuvo muy tibia o contraria a todo el proceso autonómico andaluz y la Fuerza Nueva de Blas Piñar que boicoteó lo que pudo y más, muchas veces de forma violenta –, sindicatos, patronal, la iglesia, asociaciones de vecinos, Cáritas, Colegios profesionales (y de los otros), intelectuales, artistas y ojo, también las instituciones públicas controladas aún por el aparato franquista que permanecía alerta y desconfiado. Dato este último que adquiere especial relevancia en esos momentos preconstitucionales,  con el aparato represor del Régimen prácticamente intacto en la periferia con la Policía Armada, la Guardia Civil y los ejércitos como garantes de las esencias patrias. Solo en el Ejército del Aire, Cuartel de Tablada por ejemplo, se percibía la presencia de jefes y oficiales no franquistas. Pilotar aviones y saber de electrónica por ejemplo,  conlleva leer muchos libros y haber viajado por algunas democracias del momento. El 23F el cuartel de Tablada fue ofrecido como refugio seguro al gobernador civil, que no aceptó.

Hablamos de gobernadores civiles, presidentes de diputaciones y alcaldes, muchos de ellos con las sobaqueras azuladas de llevar tantos años la vieja camisa de la Falange Española, Tradicionalista y de las JONS, el partido único. También ocupaban los gobiernos militares y capitanías mandos que hicieron la guerra con Franco, su poder e influencia en la sociedad civil era más que evidente. Aquellos militares despertaban más miedo que respeto.

Sirvan los datos de Sevilla como ejemplo de la pluralidad que reinó a la hora de animar a los sevillanos a acudir a la manifestación de aquel domingo otoñal del 77.

 

Los cargos franquistas, de perfil, pero convocaron

 

El gobierno militar estaba ocupado por el general de división Francisco Núñez Zambrano, quien al año siguiente pasaría a la reserva en la primera gran sacudida de Adolfo Suárez al generalato español que habían participado en la guerra civil.  Quedaron algunos como Pedro Merry Gordon en la  Capitanía de la II región, al que a propósito se modificó una ley que le mandó, con lagrimas de rabia y sin gritar ¡Viva el Rey!, a la reserva. El general gobernador no se pronunció públicamente sobre el Día de Andalucía, adoptó el papel de garante institucional de todo aquello que estuviese en su mano y le ordenase el mando. Militar, por supuesto.

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Los cargos públicos heredados del Régimen también hicieron llamamientos a la manifestación del 4D. (Pinche en la imagen para ampliar)


El alcalde era Fernando de Parias Merry quien un día antes de la manifestación, el 3 de diciembre, lanzó un bando municipal llamando a la participación ciudadana, aunque recordando que “no es hora de fomentar divisiones ni de buscar pretextos para la desunión”. Previamente Parias Merry se refirió a cuál era el sentido último de la manifestación según su punto de vista: “Esta convocatoria, por encima de ideologías concretas o de las legítimas apreciaciones y aspiraciones de cada uno de nosotros, no puede tener más que un sentido último; el exigir para Andalucía, dentro de la unidad de los pueblos de España, el reconocimiento de su propia identidad, al servicio de la libertad, la justicia y el desarrollo económico y cultural de los andaluces”.

 

El apellido Parias nunca fue grato en la casa de la familia Infante. Siempre sostuvieron que el abuelo del alcalde, Pedro Parias, a la sazón Gobernador Militar de Sevilla en el verano del 36, “pudo o no quiso” salvar del pelotón de fusilamiento a Blas Infante, al que el fascismo, con su asesinato, acabaría convirtiendo en mártir de la autonomía y oficialmente en Padre de la Patria Andaluza. La familia Parias, en estos cuarenta años, siempre desmintió en privado que su antepasado militar hubiese tenido responsabilidad alguna, por acción u omisión, en aquel asesinato. Desde luego quien sí tuvo responsabilidad en aquellos asesinatos del golpismo en el verano del 36 en Sevilla fue Gonzalo Queipo de Llano,  hoy enterrado en la Basílica de la Virgen Macarena de Sevilla.

El 4D del 77 era Gobernador Civil de Sevilla Luis Fernández y Fernández Madrid, un veterano funcionario del ministerio de Información y Turismo, delegado en Barcelona con Fraga de ministro y al que la UCD (Rodolfo Martín Villa) nombró gobernador de Sevilla en la primavera del 77. Décadas después acabaría su dilatada carrera política como senador del PP, siempre muy cercano y protegido por Javier Arenas. El 4D lo pasó francamente mal Fernández Madrid; entre los alborotadores que intentaron abortar la cabecera de la manifestación de Sevilla desde la sede de Fuerza Nueva en la entonces denominada Avda. José Antonio Primo de Rivera, había gente de su familia a los que furgonas policiales rescataron de un posible linchamiento por la trasera calle de Fernández González. Entre los jóvenes que ese día lideraban las agresiones estaban los hermanos Del Nido cuyo padre, José María, era el jefe de Fuerza Nueva en Sevilla.

El presidente de la Diputación de Sevilla era en ese momento Mariano Borrero Hortal, yerno del Almirante Luis Carrero Blanco, asesinado unos años antes por ETA ­– algunas tesis sostienen que con ayuda exterior– casado con su hija Carmen, uno de los políticos del régimen franquista más influyentes que haya tenido Sevilla; casi al mismo nivel que lo tuvo José (Pepe) Utrera Molina.

Borrero también lanzó desde la presidencia de la Diputación un comunicado de apoyo entusiasta a la manifestación del 4D, texto que concluía afirmando que “la Diputación Provincial sevillana se adhiere con entusiasmo a los actos que han de celebrarse para que se conozca la existencia de lo que en su espíritu es ya una realidad: la región andaluza”.

 

El asesinato de García Caparrós en Málaga

 

El único presidente de Diputación que no estuvo a la altura ese día fue el de Málaga, Francisco Cabeza López, reconocido fascista, ex número dos del Movimiento en Málaga, que se negó a que la bandera andaluza ondeara ese día en el balcón de la Diputación como en el resto de instituciones oficiales. A principios de ese año, en Jaén, el Sr Cabeza fue uno de los ocho presidentes que aprobó el uso institucional de la bandera blanquiverde junto a la española; su palabra y compromiso tenían el mismo valor que una perra gorda de la época, tal y como demostró su actuación y comportamiento que, el Ministerio de Gobernación, no obstante consideró correcto poco antes de ser relevado en la institución provincial.

Por poner una blanquiverde en la Diputación de Málaga asesinaron de un tiro policial perdido al joven malagueño de 19 años José Manuel García Caparrós, el primer mártir de la moderna autonomía andaluza al que, por cierto, tendrían que pasar muchos años para que su figura tuviese un homenaje público y cierto reconocimiento oficial por parte de las instituciones autonómicas. Una treintena de policías participaron en la represión malagueña, también una treintena de disparos salieron de las bocanas y uno de ellos mató a García Caparrós. Quisieron ocultar la verdad desde el primera momento, denuncia la familia, recordando como en el hospital el primer parte médico hablaba de que el fallecido había padecido un «accidente de tráfico».

El asesinato de García Caparrós provocó un sentido luto y mucha rabia en las calles andaluzas los días posteriores al 4D, provocando un duelo real y general en toda la región, con graves disturbios, especialmente en la capital malagueña. El falangista Cabeza López desapareció de Málaga la misma noche del 4D y durante días se rumoreó que había huido a Francia a refugiarse, seguramente por miedo.

40 años después la familia de García Caparrós ha logrado acceder a parte de la investigación judicial sobre el asesinato del joven sindicalista. Para ellos y para todos ha resultado una desagradable sorpresa comprobar como sigue el oscurantismo, el secretismo y se han tachado expresamente los nombres y apellidos de los policías involucrados en aquel triste suceso que manchó de sangre el arranque del proceso autonómico. En el mencionado informe  del Ministerio de la Gobernación se llega a reconocer que hubo policías apartados, trasladados y expedientados, pero nada se dice sobre sus identidades o destinos posteriores.

Ahora IU y Podemos han decidido apostar por conocer  la verdad del caso García Caparrós en colaboración con las hermanas de la victima. Sostienen, y quizás no les falte razón, que aquella muerte se tapó con inversiones desde Madrid para Málaga donde, durante décadas, reinó el silencio. La izquierda, además, han creído pillar cacho  en la persona del alcalde de Málaga, el político más veterano en activo de Andalucía y posiblemente de España. Un  joven Paco de la Torre fue uno de los 35 miembros de una comisión que tuvo acceso a la investigación sobre el caso García Caparrós. Unidos-Podemos pretenden que el alcalde tire de memoria y explique por qué no se tuvo en cuenta, hace cuarenta años, un informe concreto del Ministerio de Gobernación que confirma la existencia de responsables  concretos de la muerte del joven Caparrós.

 

 

Los medios, unidos por el 4D, el mambo llegaría más tarde.

 

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La adhesión del flamante Premio Nobel de Literatura, el andaluz,Vicente Aleixandre.  (Pinche en la imagen para ampliar)

Tampoco conviene olvidar el papel jugado por los medios de comunicación, pocos, que en aquella época consumían los andaluces. La radio y la prensa eran básicamente los canales que llegaban a casi todos los andaluces.  La única televisión que existía, TVE,  ni siquiera cubría el territorio en su totalidad. Para la fiesta andaluza del 4D hubo absoluta unanimidad en los medios, públicos y privados, a la hora de animar a la gente a salir a la calle a manifestarse el domingo.

Fue a partir de aquel día cuando las cosas empezaron a decantarse y se puso serio el control editorial de lo que interesaba que se publicase y lo que no. El ABC de Sevilla, dirigido por Nicolás Jesús Salas, periodista de derechas, escritor y amigo de Manolo Clavero, fue sin duda el medio escrito que con más capacidad de influencia defendió el proceso autonómico andaluz desde sus portadas, reportajes  y muchas páginas de información y huecograbado, recuperando la desconocida historia de Andalucía y del andalucismo. La mano de un joven redactor jefe llamado Antonio Burgos , tuvo mucho que ver en esa tarea inicial de recuperar señas de identidad. Salas fue el primero en sacar en una portada de periódico  la bandera de Andalucía, ondeando en el recinto de FIBES a principios del 77. Aquello le costaría a la familia Luca de Tena unos cuantos suscriptores en Los Remedios y Heliópolis, ‘zonas nacionales’ por excelencia. La hemeroteca del periódico ‘de pequeño formato’, tal y como algunos se referían al ABC sin citarle, es en esa época un referente necesario para conocer gran parte del pálpito de aquella sociedad andaluza, su día a día, qué compraban, qué se vendía, qué se proyectaba en el cine, qué edificios se seguían destruyendo a finales de los setenta. Las ilustraciones de está página están extraídas precisamente de ese archivo.

Junto al ABC también batallaron por la autonomía, con mayor o menor intensidad, cabeceras como el decano Correo de Andalucía, controlado por el ámbito eclesial progresista, el contrapunto ideológico en la prensa sevillana al rotativo de Prensa Española y al del Movimiento. La Asociación de la Prensa editaba entonces «La hoja del lunes»,un medio con influencia especialmente en el deporte dado que los lunes no se editaban periódicos. También se publicaba el diario  Suroeste, heredando de la cadena del Movimiento, y cuya redacción estaba vigilada muy de cerca desde el Gobierno Civil. Al desmontarse y venderse las cabeceras que habían lucido durante años el yugo y las flechas en sus cabeceras, la mayoría de sus trabajadores pasaron a ejercer como funcionarios en diversas administraciones. Otros fueron captados por otros medios y algunos ahí siguen, levantando acta de lo que sucede.

 

Fontán, artífice del papel de la SER en el proceso autonómico andaluz

 

El panorama radiofónico se dividía en dos, las radios públicas y la Cadena SER la de mayor audiencia. La Iglesia, a través de los Jesuitas, controlaban la Cadena de Ondas Populares, o sea la COPE actual. Las tuteladas por el gobierno eran RNE y RCE, esta última la antigua red heredada del sindicalismo  vertical y del Movimiento. Pese a esa circunstancia RCE y sus trabajadores, sus redacciones andaluzas, con las de Málaga y Sevilla como referentes, fueron valientes a la hora de informar y, muchas veces, combatir por la democracia sin que se les notara demasiado. En esa época era fácil encontrarse con un director de un medio del Régimen que llevase pistola al cinto.

El breve paso por la dirección de Radio Sevilla del periodista donostiarra Iñaki Gabilondo, impregnó  no obstante de orgullo por la tierra al equipo más joven de EAJ 5, emisora a la que los ultras de la extrema derecha sevillana llamaban en los 70/80 como «Radio Moscú«. También le llegó a la audiencia ese mensaje de orgullo por la tierra de uno. La cabecera andaluza de la SER, Radio Sevilla, fue decisiva no solo para la llamada a manifestarse el 4D, que eso lo hizo todo el mundo encantado, sino para todo el proceso autonómico andaluz de dos largos e intensos años que vendrían después.

Ese papel fundamental de la SER vertebrando informativamente Andalucía, se pudo realizar gracias al ingeniero y periodista sevillano Eugenio Fontán Pérez, fallecido esta semana a los 90 años en Madrid; fue Director General de la SER durante 22 años,  sin duda el artífice de aquella radio que se mostraba dispuesta, entre radionovelas, discos dedicados, concursos y Uds son formidables, a contarle a la gente lo que pasaba a su alrededor, su vida, su historia, su cultura,  hasta sus ilusiones y esperanzas. El uso del lema empleado desde entonces por la SER, acuñado por el propio Gabilondo, «Siéntase orgulloso de ser andaluz», despertó más conciencias andaluzas de las que podamos imaginar a lo largo de estos cuarenta años.

Es de justicia, por tanto, dejar constancia de lo que supuso el papel bastante desconocido jugado por Eugenio Fontán  al permitir  libertad para los periodistas en el principal soporte informativo andaluz que cubría la batalla autonómica. Cuando algunos desmemoriados y desmemoriadas se apuntan gestas y proezas  que no les corresponden, o como mínimo por decencia debieran compartir con otros, es oportuno dejar constancia del importante papel jugado por Fontán, quien no solo recibía presiones del gobierno de UCD por teléfono sobre el papel de la SER en Andalucía antes y durante el 28F, también en su propia familia a través de su hermano Antonio, ministro de UCD y después presidente del Senado. Eugenio Fontán fue quien, a su manera y con escasa capacidad de maniobra, paró aquel tsunami del 28F  que arrancaba en Moncloa contra la SER sin que a la redacción de Radio Sevilla llegase más que la espuma final de la gran ola, poca cosa. Puedo dar fe porque quien esto firma era entonces el Jefe de Informativos de la SER en Andalucía.

Otro dato fundamental que no conviene olvidar y que demuestra los arrestos usados entonces en la SER para mantener la posición y no doblegarse a la doctrina Lauren Postigo. Había mucho en juego, el 28F andaluz iba a suponer el inicio del fin de Adolfo Suárez como presidente del gobierno de España. Pues bien, el Estado, o sea el gobierno, mantenía bajo su control el 25% de las acciones de la SER, las mismas que Franco incautó por la cara a sus legítimos propietarios tras el alzamiento militar que acaudilló. La propiedad del Estado de una porción importante del accionariado de la SER fue mantenida años después por el PSOE de Felipe González en el gobierno, lo que le permitió  a su vicepresidente Alfonso Guerra maniobrar tras las bambalinas en favor de la compra de la cadena por parte de Jesús de Polanco y el Grupo Prisa. Guerra lo tuvo tan fácil como no inclinar el 25%  en manos del gobierno en favor de uno de los dos grupos que se disputaban la SER, sabiendo que esa actitud pasiva beneficiaría a quienes él consideraba más cercanos y de confianza.

Un millón de andaluces en la calle supuso un revulsivo político y social superior si cabe al que dos años largos después provocó el referéndum del 28F. El primero tuvo impacto en la sociedad andaluza que se movilizó, el segundo de Despeñaperros para arriba, empezando por desestabilizar al presidente Suarez. Andalucía se situó en el mapa, los medios internacionales se ocuparon del sur de España, de sus leyendas  negras,  también de las blancas y verdes de esperanza, para acabar con la pobreza y la miseria padecidas desde hacía siglos. Pero, ¿por qué los políticos fueron capaces en 1977 de sacar de sus casas a la calle a tantos miles de andaluces con una bandera blanca y verde? En la próxima entrega intentaremos hallar la respuesta con datos, nombres y referencias concretas.