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Andalucía en campaña electoral

Cuidado con eso, Juanma. Donde unos ven alguien haciéndose uno con el pueblo jornalero, otros ven a una persona que ha estado trabajando sin dar de alta.

El pasado año vivimos una tregua en las campañas electorales, quizás por el agotamiento al que lleva la sobredosis. Eso ha terminado. En Andalucía los políticos se desperezan. No por nada seremos los primeros en votar.

Susana Díaz, creo yo, parte con una considerable ventaja. Primero, cuenta con el voto rural, más conservador. En el sentido de que le cuesta más cambiar sus preferencias, no digo yo que el partido socialista lo sea.  Después, sumará el regreso de antiguos votantes socialistas que se fueron a Podemos que asisten sorprendidos a las excentricidades de sus líderes. Alardear de intransigentes está bien para twitter, pero no cuando tienes una hipoteca y un hijo estudiando fuera. Parafraseando la frase que, por lo visto, nunca dijo San Ignacio pero se le atribuye, en tiempo de incertidumbre no hacer mudanza. El que ofrezca seguridad, aunque sea en plan me vale más lo malo conocido, tiene mucho ganado.

 

Una capa de pintura, un mejorar las sillas azules esas de la sala de espera y a cortar la cinta. Seguridad y salud en la misma foto.

 

Así pues, su mejor campaña sería continuar inaugurando ambulatorios. Los ambulatorios dan mucho de sí en este campo. Es un trasiego de gente –la gripe este año los ha colapsado como autopista en la nevada- con el consiguiente deterioro de instalaciones. Una capa de pintura, un mejorar las sillas azules esas de la sala de espera y a cortar la cinta. Seguridad y salud en la misma foto. Hace bien, las ocurrencias para el que las necesite.

Y el que las necesita es el PP. Sentían como propio el voto urbano y hasta proyectaban ampliar horizontes. Por ejemplo, enviando a su líder –habrán visto las fotos- a recoger aceitunas. Cuidado con eso, Juanma. Donde unos ven alguien haciéndose uno con el pueblo jornalero, otros ven a una persona que ha estado trabajando sin dar de alta. Y voy más allá, a un político quitándole a un eventual agrario una de las peonadas que necesita para acceder al subsidio.

Los acontecimientos, sin embargo, han hecho regresar al PP a la ciudad. El voto urbano que creía tener en propiedad, solo era arrendado. Ciudadanos le disputa el mismo espacio y, en la era de lo que Bernard Manin ha denominado democracia de audiencia, parecen más atractivos, sin los complejos de muchos años de oposición. Así que ahí tenemos al PP, diciéndose tenemos que hacer algo y recordando el éxito de Javier Arenas en 2010 con sus manifestaciones contra el paro. Han pasado un poco por alto que entonces el PSOE gobernaba Andalucía y España. El paro subía, el ciclo económico estaba en fase despeñarse y, nadie podía decir que la culpa era del PP, porque no gobernaba.

 

¿Si me despidieran para contratar a mi hijo, con menor salario por supuesto, lo sumarían al éxito de la lucha contra el paro juvenil?

 

Pero nada, que los socialistas se empeñan en las pensiones, pues ellos con el paro. Y si la semana pasada fueron los mayores del Partido, ahora le toca a Nuevas Generaciones mostrar su preocupación. No por todo el paro, solo el juvenil. Troceado. ¿Si me despidieran para contratar a mi hijo, con menor salario por supuesto, lo sumarían al éxito de la lucha contra el paro juvenil?

Prometen que Andalucía podría tener 234.000 empleos para jóvenes. El requisito previo es que gobierne Juanma Moreno. Tal cual lo han dicho: “con Juanma Moreno como presidente de todos los andaluces se crearían en la comunidad 234.000 empleos para jóvenes”.

La conclusión de ese Gobierno no podría ser otra que la necesidad de importar jóvenes.  Tal cual se lo digo. Según la EPA a finales de 2017 había 131.000 parados menores de 25 años. Su plan incluye también a los que tienen de 25 a 30. Pueden ser otros 100.000. Así y todo, faltarían 3.000 jóvenes parados.

 

La batalla del paro juvenil no se gana ofreciendo cifras fantásticas y logros en seis meses cuan aquella publicidad de belleza en siete días.

 

La edad te hace ser escéptico y, por desgracia, mucho te suena a ya oído. Las medidas que proponen eran viejas en 1984. No dejan de ser un conjunto de vaguedades: un plan para que jóvenes reciban una oferta individualiza y de calidad en empleo –ósea, que no vale becario- autoempleo, periodo de prácticas –perdón entonces, becario vale – acciones formativas y todo ello en 6 meses máximo. Pero resulta que el Gobierno de la nación había puesto en marcha un plan de garantía juvenil, con lo mismo. ¿Cuáles son los resultados? ¿Se ha evaluado? Ellos, claro, conscientes de que ese Gobierno es el suyo –es de todos, pero suyo más- concluyeron como éxito que, por ejemplo en Almería, hubiera 17.000 inscritos en ese plan. Amigos, jóvenes animosos: estar inscrito no es un éxito, el éxito es que sirva para insertarse laboralmente. De lo contrario, en lugar de criticar el paro andaluz deberíamos celebrar que haya muchos, aunque solo si se inscriben las Oficinas de Empleo.

La batalla del paro juvenil no se gana ofreciendo cifras fantásticas y logros en seis meses cuan aquella publicidad de belleza en siete días. La clave está en la empleabilidad, es decir, que tenga las capacidades y habilidades profesionales que las empresas requieren. Y, además, que haya empresas que requieran esas habilidades. Porque, amigos jóvenes, si la creación de empleo viene de los chiringuitos de playa, la única acción formativa realmente valiosa es enseñar a poner sangría. Lo que llevará a una reducción no coyuntural del desempleo es un cambio de modelo económico que aumente la productividad, los salarios, las capacitaciones y eso es un largo viaje que requiere acuerdos, decisiones, y que implica Administraciones, empresas. En fin, que no basta con que gobierne mi líder, aun cuando quizás eso si solucione mi problema de desempleo, vete a saber.