The news is by your side.

Andalucía en manos de la ultraderecha

Sin embargo, vargasllosanamente ¿cuándo se jodió Andalucía y el PSOE andaluz?

 

Quién lo iba a decir. La Andalucía que le arrancó la autonomía plena a una derecha que la quería como territorio subalterno de segunda, de igual modo que lo había sido tradicionalmente mediante los terratenientes absentistas y el caciquismo político, condenada largo rato en la historiografía reciente al subdesarrollo por la alianza de los industriales textiles catalanes, los siderúrgicos vascos y los cerealistas castellanos, cuya presión obligo a los Gobiernos y a la Administración de la restauración canovista a adoptar una política económica proteccionista favorable a sus intereses y que menoscababa los de Andalucía generadora de riqueza pero cuya beneficios viajaba al centro y el norte de la península, por lo que pasó de largo la Revolución Industrial. La Andalucía donde el imaginario colectivo aún padece la pesadilla de los jornaleros en la almoneda humana de las plazas de los pueblos esperando que el latifundista dicte la familia que comerá aquel día.

Quién lo iba a decir. La Andalucía cuya cultura se tiñó de sangre y exilio, donde los poetas estercolaron con sus huesos los latifundios de los que sembraron el odio y la sumisión del caudillaje de sepulcros blanqueados, la que padeció la oscuridad impuesta sobre su grandeza de otrora malparada por el rol asignado por espadones y caciques. La Andalucía expulsada de su sueño de plenitud, la Andalucía condenada a ser la última en todo.

 

Quien lo iba a decir. El Partido Socialista representaba todo aquello contra lo que luchaba Andalucía, sus objetivos eran las aspiraciones del sur, pero, sin embargo, vargasllosanamente ¿cuándo se jodió Andalucía y el PSOE andaluz?

 

Desde “Yo soy la máxima autoridad en el PSOE” en boca de una Verónica Pérez mandatada para asaltar Ferraz aquella misma mañana, hasta Díaz pronunciando “A éste (Pedro Sánchez) lo quiero muerto hoy”, como si un Shakespeare redivivo hubiera vuelto a tomar la pluma para poner en los labios de Ricardo III severas y graves palabras, son los hitos de la más farragosa, imprudente, esperpéntica y contradictoria peripecia vivida por el Partido Socialista. Pedro Sánchez podía haber sido presidente de Gobierno en la investidura a la que se presentó con los mismos apoyos que lo han llevado a la Moncloa, con lo cual el país se hubiera ahorrado el mandato de Rajoy, con todo lo que ha significado de retroceso democrático y social, corrupción e incapacidad para dar salida política a los problemas políticos. Sin embargo, al candidato Sánchez se le pusieron todas las líneas rojas posibles e imposibles por parte del sector liderado por Susana Díaz para que fracasara en su intento de llegar al poder ejecutivo mientras se le facilitaba la continuidad en el gobierno al Partido Popular, algo insólito en los anales del cualquier democracia.

Quién lo iba a decir. Susana Díaz con una falta de inteligencia política y un exceso de ambición manca finezza alejó al PSOE de Andalucía y facilitó que una derecha más débil que nunca, como es el caso del PP y una ultraderecha que representa lo que Andalucía siempre combatió gobiernen ahora el sur.

Quien lo iba a decir que el triunfo del Partido Socialista en las últimas elecciones generales es debido a todo aquello que Díaz quería destruir.

Quién lo iba a decir que Andalucía esté en manos de la Ultraderecha y el PSOE andaluz en manos de Susana Díaz.