The news is by your side.

Ante el 20D

Ignacio Trillo / Opinión.- Estamos en víspera de un hito que puede venir cargado de futuro: Ser testigo de la segunda transición española a la democracia, en la que, como efecto colateral, Andalucía puede quedar desconectada del resto de España por la singularidad electoral que el 20D puede presentar.

Si nos adentramos en los programas electorales que ofertan los partidos políticos, se contempla que empujados por las fuerzas políticas que emergen se han ido introduciendo cuestiones impensables hace tan solo meses, sobre la regeneración, la corrupción, el cambio constitucional o el nuevo modelo económico a implantarse. El nuevo lenguaje, como síntoma a suceder, aparece por delante de los cambios reales a abordar.

Puede ocurrir, es casi la crónica de una noche electoral anunciada, que el 20D, el bipartidismo llegue a su fin, a lo que habrán colaborado los socialistas con la dejación de sus principios y valores éticos y los de Rajoy con sus posiciones absolutistas neoliberales.

Este terremoto, punto y aparte para la historia, pareciera que es lo que se aproxima en el horizonte, cuando hoy la demoscopia aún llama voto indeciso al voto que no se manifiesta porque tras décadas de inercia tiene decidido marchar en otra dirección.

 

[blockquote style=»1″]En fin, Susana Díaz, una vez más, deja tirado a pie de los caballos a Pedro Sánchez y lo presenta más papista que el Papa, en tanto el bocado de Ciudadanos sobre el cuerpo electoral socialista amenaza con llevarse cada vez más órganos.[/blockquote]

Que Ciudadanos vaya a dar un buen mordisco electoral al PP está dentro de la normalidad y corresponde a la lógica del contexto continental en que nos movemos.

La fortaleza del PP, más en el periodo de colérica crisis de civilización y hasta climática que arrastramos, no podía perdurar más tiempo. Así pues, toca a su fin.
Al igual aconteció tiempo atrás en las demás naciones europeas. No es perdurable que una misma fuerza política acapare una atención y un apoyo tan amplio y heterogéneo como los que ha gozado el PP. Le ha venido en votos, desde la extrema derecha, pasando por la derecha conservadora, hasta cerrar el abanico con adhesiones procedentes de capas sociales más templadamente centradas y vocación de estar instaladas en el siglo XXI.

Asimismo, provenientes de otras que le son objetivamente ajenas pero que desesperadas cayeran bajo sus embaucadoras redes en una coyuntura de desempleo insoportable e impotente de erradicar por un PSOE con prácticas políticas de derecha que debieron haberles resultado proscritas, por tanto, los dos anacronismos que diferenciaban a España con respecto a los países de la Unión Europea, como era la persistencia de un grupo de terror que hacía política a través de la lucha armada, así como en otro eslabón, la existencia de un partido político que aglutinaba desde el centro derecha hasta el ala más extremista del nacional-clericalismo, en tan solo un quinquenio han saltado por los aires. Hoy, en estos dos capítulos, España es más Europa.
Y si nos vamos al campo de la izquierda, también es fácil apreciar el cambio que igualmente se está configurando en la expectativa del voto para tener su primera consumación el 20-D.

A introducir, que no es de recibo que la mordida de Ciudadanos a otros partidos para abrirse paso, sorpresivamente esté afectando sobre manera al voto PSOE, demostración palpable de la crisis estructural que padece la organización que férreamente es dirigida desde Ferraz.

El PSOE arrastra desde tiempos no tan lejanos un autismo ofensivo a su cuerpo electoral y hasta a su sufrida militancia que nada cuenta. Desfigurado de su condición de izquierda y praxis con credibilidad regeneracionista, se resiste a seguir caminos diferentes a los que llevaron al socialismo italiano o griego a yacer en otra vida. Hoy la sigla centenaria se desangra en sus fugas de apoyos y votos hacia Podemos o Ciudadanos.

 

[blockquote style=»1″]También la dura experiencia recién sufrida por Grecia, de la que ha aprendido Podemos, le ha obligado a introducir oportunos reajustes en materia de política europea y de Defensa.[/blockquote]

Así, la fuerza que lidera el actual Pablo Iglesias, por el contrario, ha sabido evolucionar a marchas forzadas para representar hoy un protagonismo en el campo del regeneracionismo y la izquierda. Progreso iniciado desde aquel cándido infantilismo que se manifestaba en las plazas del 15M, donde hunde sus raíces y orígenes, hasta una vez fundado no caer en el remedo de una bis Izquierda Unida, con estéril vocación de bisagra al PSOE, a la que ha deglutido en un santiamén –(por cierto, fuerza política que apaciguada momentáneamente por un digno Alberto Garzón expirará este 20-D al igual que lo hará la UPyD; serán las primeras víctimas de esa noche)- para disponerse con celeridad a ocupar el espacio socialdemócrata con mixturas del partido radical Italiano.
También la dura experiencia recién sufrida por Grecia, de la que ha aprendido Podemos, le ha obligado a introducir oportunos reajustes en materia de política europea y de Defensa, que ayudado por fichajes solventes la convierten en un tiempo récord, menos de dos años desde su nacimiento, en una fuerza a contar con opción de poder.

Por el contrario, el socialismo español no ha evolucionado ni se ha regenerado. Pareciera que se ha ido y no se le espera, primero anquilosándose para luego desfigurarse hasta perder sus señas de identidad y no ser reconocido, teniendo que hacer política en el presente solo a base de los amortizados réditos meritorios del pasado, dejando un amplio espacio electoral para ser cubierto por otras opciones políticas.

En este sentido, hoy el PSOE es una patética imagen de un ayer de gloria. Es como sí la fresca y jovial foto de Felipe González, con su entonces inseparable Alfonso Guerra de retaguardia, en tímida irrupción y gesto de contraer una enorme responsabilidad celebrando en el balcón del Palace de Madrid el clamoroso triunfo de 1982, se hubiese transfigurado por la del hombre rico de las puertas giratorias, dejado en su fisonomía corporal por una fuerte sobredosis gastronómica que posa sobre el chasis de la proa de un yate en alta mar lanzando humaredas de puro al sotavento.

Tampoco estaría mal, como síntoma de esta crisis que hoy se manifiesta con total crudeza en la otrora socialdemocracia, recordar el papel desempeñado por Joaquín Almunia en las instituciones europeas  como Comisario guardián del edificio policial de una Europa neoliberal, bronqueando a propios y extraños por desviarse de unas magnitudes macroeconómicas tomadas como dogmas que sin embargo conducían a la pobreza, la desigualdad y la precariedad a la inmensa mayoría de la ciudadanía periférica del imperio pangermánico, con irresponsable insensibilidad y desprecio a la ideología, a su base social y militancia, por la que al menos teóricamente ocupaba tan alta responsabilidad.

 

[blockquote style=»1″]Por medio, jirones de socialismo dejados por todas partes a lo largo y ancho del camino recorrido. Cuando la economía ha ido bien, alentando pelotazos. España paraíso terrenal para especular, como incentivaba el social-liberal de Solchaga.[/blockquote]

Por medio, jirones de socialismo dejados por todas partes a lo largo y ancho del camino recorrido. Cuando la economía ha ido bien, alentando  pelotazos. España paraíso terrenal para especular, como incentivaba el social-liberal de Solchaga para la venida de inversión extranjera de ida y vuelta, hasta el “bajar los impuestos es cosa de izquierda”, favorita frase de Zapatero, por no mentar al Sebastián del lobby nuclear.

Para, cuando empezaron a ir mal las cosas, sin consulta alguna, darle la vuelta al calcetín del programa electoral que eligió el cuerpo de votantes, congelando salarios, recortando el Estado del Bienestar, facilitando los desahucios, reformando el mercado laboral y los despidos para hacerlo más `flexible´ a los intereses de las rentas del capital, acribillando transversalmente la Constitución en su artículo 135 de cara a satisfacer la voracidad del capital financiero, hasta llegar al paroxismo del síndrome de Estocolmo con el indulto a Alfredo Sáenz, segundo de abordo de Botín.
En resumidas cuentas, aunque no lo pretendieran, tan torpes fueron que facilitaron la llegada del PP a La Moncloa, para que de aquellos barros nos vinieran estos lodos que han fecundado la negra y penosa legislatura que ahora concluye.
Este es el problema de fondo que acucia al socialismo español y lo demás son anécdotas o efectos de este mal. Como lo que acaba de hacer quien tiene preparada ya sus maletas con destino al relevo. De un plumazo, Susana Díaz no ha esperado para después del 20-D. Acaba de firmar con Ciudadanos los presupuestos 2016 para Andalucía, haciendo además bajar los impuestos en una Comunidad Autónoma cuya gestión se caracteriza por la insolvencia, no tener un solo euro para gastar, más tiesa que la mojama, y encima devolviendo al Estado los fondos de formación para parados por incapacidad de gestionarlos con transparencia, en la región que en esta materia tristemente bate récord europeo. Con ello, se ha cargado la buena nueva que pregona Pedro Sánchez.

Este desarme, lleva a Pedro Sánchez a debatir contra sí mismo para que alguien le revise su actual discurso ¿Ha dejado de ser Ciudadanos la misma cara pero amable de la derecha que solo pacta con el PP? ¿Los impuestos no se pueden bajar y quién diga lo contrario miente porque Bruselas lo prohíbe?

En fin, Susana Díaz, una vez más, deja tirado a pie de los caballos a Pedro Sánchez y lo presenta más papista que el Papa, en tanto el bocado de Ciudadanos sobre el cuerpo electoral socialista amenaza con llevarse cada vez más órganos, poniendo incluso en peligro lo que previamente se configuraba como probable primera fase del cambio político: Un Gobierno de coalición PSOE-Ciudadanos que, con el apoyo externo de un Podemos remontado, abordara las primeras medidas regeneracionistas y de derogación de las contrarreformas del PP.

Todo ello, junto a la puesta en marcha de un plan de choque de emergencia social; para, tras una disolución anticipada de la legislatura, emprender bajo otra correlación de fuerzas distinta, ya con un PP marginal enzarzado en la bronca de la sustitución de Rajoy y tal, los profundos cambios sociales, económicos y constitucionales que necesita España.
Solo las urnas tienen la palabra.