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Apariencia y verdad

Lola Álvarez, Periodista
Lola Álvarez

Se mezclan sobre el teclado los temas, los nombres, las caras…, y una no sabe muy bien por dónde empezar a la hora de poner negro sobre blanco lo que cada día va aconteciendo. Este oficio de escribir se está convirtiendo en un reducto mas estresante de lo normal  a pesar de que ya hace tiempo que mi capacidad de sorpresa pasó a ser ilimitada y me tomo las cosas con mucha más calma de lo habitual

Mientras la tragedia de los refugiados continúa ante las narices de una unión europea  tan sinvergüenza como farisaica, en esta esquina – la mas pegadita a África de todo el  continente viejuno- una nueva filtración de papeles enseña las desvergüenzas y mangazos de los de siempre,  amén de llevarse por delante a un ministro y sacarle algo más que los colores y la prestancia a un buen puñado de famosos o pseudos. En paralelo, continúan emitiéndose nuevos capítulos de la tragicomedia política que arrancó en diciembre pasado y de la que todavía espero alguna cabriola de última hora made in algunos listos con ganas de rompernos algo más que los esquemas.

Las palabras, habladas y escritas, que vamos dejando por en medio, sobre unos y otros, son para enmarcar y muchas veces me pregunto ¿cómo se contará, dentro de unos años, este periodo? ¿Qué nombres y que momentos se resaltará? ¿Hasta dónde coincidirá lo realmente ocurrido con la aparente verdad de lo que nos están contando? Y hablo de todo, tanto de Europa y del drama de los refugiados, como de lo que por aquí nos está cayendo. Sea lo que sea estoy convencida de que lo que entonces cuenten tendrá que ver muy poco con lo que está pasando. Ya lo dejó escrito hace casi un siglo Don Luigi Pirandello: “Así es (si así os parece)” Y se quedó tan ancho.

Una nueva filtración de papeles enseña las desvergüenzas y mangazos de los de siempre,  amén de llevarse por delante a un ministro y sacarle algo más que los colores y la prestancia a un buen puñado de famosos o pseudos.

Resulta irónico que, viviendo en una de las sociedades mejor informadas e interconectadas de la historia, la verdad de las cosas continúe estando – como siempre- al alcance de muy pocos.

El otro día le oí decir a un tipo muy leído, escribido, y hasta por algunos respetado, que estábamos viviendo una etapa fascinante en donde el periodismo estaba haciendo temblar a los poderosos de siempre. Me dio la risa floja. Aviados estamos cuando no se sabe distinguir entre un riguroso trabajo de investigación periodística y la publicación de unas muy oportunas filtraciones de las que – por cierto, y sin desmerecer su fondo-  no termino de entender todavía muy bien ni el quién, ni el cómo, ni el momento, ni el porqué. Pero me quedo más tranquila cuando pienso que dentro de una década, alguien nos contará lo que, de verdad de la buena, está pasando y mucho me temo que todo parecido con la realidad será pura coincidencia. ¿Qué apostamos?