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Apuntes de folclore político

 

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch

Si en algo España es una Nación rica es en la variedad de su folclore. No me refiero solamente a lo que el diccionario considera como conjunto de costumbres, creencias, artesanías, canciones y otras cosas semejantes de carácter tradicional y popular. En mi particular visión, el vocablo alcanza también a toda una prolija manera de abordar los asuntos del quehacer nacional; al folclore político español. Éste consiste en la sistemática manipulación de cualquier suceso, por nimio que objetivamente sea, para tergiversarlo o falsearlo y convertirlo en arma arrojadiza contra el adversario. Veamos dos apuntes.

Uno se refiere al tumulto que se ha formado alrededor de un vídeo casero grabado durante una cena privada de responsables de Podemos (P’s), celebrada en Aragón hace muchos meses. En tal vídeo el señor Echenique, secretario general de P’s en Aragón y de organización en ese partido, aparece entonando la jotica “Chúpame la minga, Dominga…”. Tiempo ha faltado a la portavoz adjunta del grupo popular en el parlamento aragonés para levantar la voz pidiendo “dimisiones” e “inhabilitaciones” para Echenique, por la procacidad y las “connotaciones machistas” de su canto. Uno ya no sabe qué resulta más folclórico, si el texto de la coplilla —no excesivamente poético, la verdad sea dicha, bien que sea de un tipo que, por cierto, en el cancionero aragonés abunda—, o la casta y remilgada actitud del grupo popular del parlamento aragonés. En todo caso, obviando la (supuesta) nimiedad del utilizar la minga de Echenique como arma de agresión al adversario, reivindico el folclore de Aragón como uno de los más vivos y profundos del acervo cultural español. Por ello, no es de extrañar que, precisamente la semana que comienza, se celebren en Zaragoza las bodas de plata del Encuentro Internacional de Folklore. Celebración a la que hay que desear el mayor de los éxitos.

En el desarrollo de la sesión de investidura del señor Rajoy, durante la semana que viene, vamos a ver no apuntes, sino todo un tratado de folclore político.

El otro breve apunte trata del Orden del Día adoptado para la sesión de investidura del señor Rajoy que comenzará pasado mañana, 2 de septiembre. Un asunto que también tiene su puntito folclórico. Una vez fijado —supuestamente por la presidenta del Congreso, Ana Pastor— se desató, cual “Duelo a garrotazos” de Goya”, la folclórica movida política. Uno piensa que, para que no lloviera sobre mojado, doña Ana debería haber determinado un desarrollo distinto al de la estéril sesión de investidura del señor Sánchez en la anterior legislatura. Porque aquel orden fue entonces ásperamente criticado por el grupo popular, por considerar que era muy favorable al candidato. El portavoz del grupo, Rafael Hernando, con sus habituales incontinencia verbal y chabacanería gesticular, llegó hasta calificar la decisión del entonces presidente del Congreso, Patxi López, como “arbitraria”, lo que es tanto como acusarle de prevaricación.

No es de recibo que ahora la señora Pastor haya fijado para la investidura de don Mariano un orden de debate, que es una copia prácticamente mimética del que en su día tanta airada crítica y tanto rechazo suscitó desde las filas populares. Un cinismo que supone otra muestra de folclore político patrio a manos llenas. Y, por cierto, a pesar de que Ana Pastor ya lleva más de un mes de titular en la carrera de San Jerónimo, parece que no se ha enterado todavía que representa uno de los tres grandes poderes del estado y, en consecuencia, no debe estar subordinada a Rajoy o, al menos, debería evitar parecerlo.

Aventuro que en el desarrollo de la sesión de investidura del señor Rajoy, durante la semana que viene, vamos a ver no apuntes, sino todo un tratado de folclore político.