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Aquella Ribera de Triana

La ciudad siempre ha estado dividida en dos, Sevilla y Triana, y ésta ha estado partida a su vez, en otras dos mitades: Las Cavas.

Cuenta una leyenda sevillana que, la diosa Astarté, huyendo de la persecución amorosa de Hércules, fundador mitológico de Sevilla, vino a refugiarse en la orilla occidental del Guadalquivir fundando Triana. Se la solía representar desnuda o apenas cubierta con velos, de pie sobre un león. Dicen que el culto a Astarté se basaba en la prostitución sagrada (tanto masculina como femenina), aunque se consagraría como la diosa de la fecundidad, del amor y la vida. Si navegan en la historia del río Guadalquivir, conocerán interesantes historias de las leyendas de amor y desamor que sus aguas atestiguan.

La ciudad siempre ha estado dividida en dos, Sevilla y Triana, y ésta ha estado partida a su vez, en otras dos mitades: Las Cavas. Cuenta una leyenda trianera que el conde visigodo Don Julián, gobernador de Ceuta, a principios del s. VIII, envió a su hija Florinda a esposarla con algún soberano. El duque de la Bética, Don Rodrigo se enamoró de la joven, pero estaba casado. Ella respondía a sus encantos seductores con evasivas pero él una noche la violó. La joven se quedó embarazada, por ese motivo comenzaron a llamarla La Cava -que según he leído en algún sitio es como en árabe se referían a las prostitutas finas-. El mito dice que el Palacio de la Princesa Cava estaba en la Vega de Triana, y que su padre al enterarse, envió un ejército de 13.000 jinetes -ni uno más ni uno menos- para dar muerte a toda la familia del desdichado Don Rodrigo incluido el bastardo nacido. Sevilla ha borrado muchas historias de su memoria. Otros nombres han tapado las oscuras leyendas populares. A esta calle la bautizaron “Pagés del Corro” (en honor a Francisco Pagés del Corro, teniente de Alcalde del Ayuntamiento sevillano y gran impulsor de las medidas para mejorar las condiciones higiénicas de la zona). ¡De lo que sería testigo la muralla que se levantó!. Mucha gente de Triana sabe poco de Triana.

Es una legendaria historia que habla de un indio enviado por Colón a Sevilla y murió asesinado por un marqués. El hediondo marqués intentó violarlo, a lo que el joven se negó.

Habría que remontarse a la Híspalis romana, para encontrar otra historia de castigo y de fiestas paganas. En el siglo III se celebraba la Fiesta de las Adonias en la que se rememoraba el fallecimiento de Adonis, que antecedía a la procesión de Astarté. en el mes de julio, en dos hermanas cristianas, alfareras de Triana, fueron martirizadas por un perverso prefecto. Eran Justa y Rufina, de 19 y 17 años, al no sucumbir a los deseos del tal Diogeniano, las asesinó. Fueron canonizadas. Hay muchas leyendas en torno a ellas, como la del Negro de Triana, que tiene su origen en una tumba de la parroquia de Santa Ana, a donde van las solteras a dar patadas para encontrar marido. Es una legendaria historia que habla de un indio enviado por Colón a Sevilla y murió asesinado por un marqués. El hediondo marqués intentó violarlo, a lo que el joven se negó. El noble montó en cólera y a golpes asesinó a Íñigo López “El Negro”. La tumba, obra de Niculoso Pisano, acabó recibiendo patadas de las trianeras sin novio, quién sabe si como recuerdo a ese amor no correspondido hacia el noble, que le provocó la muerte, tal vez como consecuencia de las siete patadas recibidas…

Las novias ya no pegan patadas a la tumba para buscar marido. Según una conocida App de mensajería que permite comprar, recibir y enviar al momento cualquier producto, desvela que el test de embarazo es lo más solicitado por los sevillanos, duplicando los encargos de cajas de preservativos. Curioso el estudio que señala como en esta tierra siempre añaden el plátano de Canarias al carrito de la compra. Los plátanos te salvan de grandes situaciones, los expertos aseguran que mejora los síntomas de la depresión y el premenstrual y para calmar los nervios en momentos de estrés o ansiedad. Más de un golfo sin paliativos debería de tomar plátanos. En el Infanta Luisa seguro que saben mucho de eso.

En Triana no hay secretos. El pasado del castillo es un duro recuerdo convertido en Museo para no olvidar. Para que no se repita. Aunque siguen existiendo herejes, bígamos, sodomitas, blasfemos, usureros, brujos, hechiceros y clérigos acusados de deslices sexuales.

Hablando de golfos, hubo otro, el inquisidor Diego López de Cortegana, el máximo represor de la Inquisición. En Tablada quemó a 5.000 personas y registró a 20.000 reconciliados. Tenía su sede en el Castillo de San Jorge por el que pasaron miles de mujeres y hombres declarados impuros o brujas. En sus calabozos estuvo el escultor italiano Pietro Torrigiano, violento, fogoso y apasionado. Le partió la nariz a Miguel Ángel. En Triana no hay secretos. El pasado del castillo es un duro recuerdo convertido en Museo para no olvidar. Para que no se repita. Aunque siguen existiendo herejes, bígamos, sodomitas, blasfemos, usureros, brujos, hechiceros y clérigos acusados de deslices sexuales. Alcaldes ordinarios, secretarios mercenarios, traperos y corredores estafadores o estafadoras que también las hay (de esas que te comen el coño, metafóricamente al hablar).

Levantaron un Mercao en las ruinas del castillo y ahora hay puestos y bares. Muchos bares. Donde se bebe y se conquista. Porque todavía se conquista. Y donde algunos y algunas se dejan seducir y cortejar mientras beben o compran, que ahora en el siglo XXI todo se mezcla sin pudor. Amorosos que se citan a los ojos de todos sin recato. Tacaños y roñosos. Distinguidos y refinados que se mezclan en los ambientes entre ostras y jamón o mortadela, vinitos y botellines. Un ambiente bañado por el Guadalquivir en el que te sentirás como en casa.

Por Triana se sigue paseando para llorar las penas que traen del otro lado del río. Mujeres engañadas y traicionadas que, tras quemar la tarjeta en tiendas de grandes firmas, desembocan en la antigua Cruz Roja para hacerse citologías que desvelan ETS, llegando como añadidas a las nóminas de los maridos. De cremas y ungüentos saben mucho las del Sur. Ahora se llaman escorts y conviven en la Ribera de la misma manera. Igual que años y siglos atrás. Habitan entre nosotros, están casadas y solteras. Parece que no pero sí. Las contratas por internet porque ahora las han quitado de los anuncios de los periódicos. Aunque también las engañan con estudiantes, empleadas, camareras o travestis, que el putero tira al monte. Abundan más los adúlteros previo pago, que le vamos a hacer. Las mujeres no suelen pagar, salvo en raras excepciones. Ese es otro relato.

(continuará…)