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Aquí no sobra nadie

Javier_Menezo
Javier Menezo*

El final de la temporada de avales discurre según lo predecible. Hace quince días comenté la frase de la precandidata Susana Díaz, inaugurando la caza del aval: “doy un valor enorme a que me avalen”. Enorme. ¡Como retumba ese enorme! Imposible ignorar su significado. Pudo decir: valoro que cada uno avale en conciencia, y no toleraré que nadie presiones en mi nombre. Nadie lo creería, pero hubiera sido hermoso. El cinismo es a la política, lo que la cordialidad al trato civil.

Presentar lo que tanto desea a quien tanto lo valora, ha llevado a una especie de suspensión política de la ética, por tomar prestada la expresión de Kierkegaard. Sin remilgos morales. Llamadas al despacho del jerarca para que firmen delante de él, consejos que suenan a advertencias, visitas al lugar de trabajo, afiliados en grupo en marzo, presentados por la misma alto cargo. Hay quien ha descubierto el socialismo con 93 años. Nada es poco.

Bien mirado, el espejito, espejito, ¿hay alguno que consiga más avales que yo?  es un poco estupidez. Una más. Robert Musil intentó recopilar los ejemplos más frecuentes de estupidez, por intentar comprenderla, y al final desistió. Había tantos, que era como cazar mariposas. Como todas se parecen, al final no sabes cual estás persiguiendo. Un poco en eso se ha convertido el intento de Susana Díaz de tener despacho propio en Madrid. De mariposa en mariposa. Con la relación de avales, tachando en el censo los avalistas, quedará al descubierto nombre y apellidos de los desafectos. Es feliz así.

 

Solo que ir a los actos de Susana Díaz está como mal visto. Se asemeja a la evolución de las epidemias.

 

En paralelo siguen los mítines, o actos o encuentros, que las palabras envejecen rápido. Pedro Sánchez llena más que Susana Díaz. De ahí no se puede concluir que vaya a perder. Solo que ir a los actos de Susana Díaz está como mal visto. Se asemeja a la evolución de las epidemias. No prestaron atención a los primeros síntomas, creyeron que aquel de Madrid – arruinado en su mismo inicio por la telonera- sería el final de la enfermedad, y esta ha explosionado. Cuanto menos gente va a uno, menos los dispuestos a ir al siguiente.

Sin embargo, ahora, escuchar sus intervenciones es fascinante. La necesidad aguza el ingenio y se ha volcado con el sentimiento. “Hay que querer al PSOE, hay que amar al PSOE”, amonesta. “Aquí no sobra nadie”, recalca. Y no se refiere al lugar donde da el mitin, que más bien faltan, sino al Partido en sí. Que en el PSOE no sobra nadie lo dicen los tres candidatos. Una misma frase para dos modelos distintos.

Para los impulsores de Susana Díaz significa el orden restablecido, que cada parte ocupe el lugar que le corresponde. La nomenklatura, tomando decisiones, gestionando, aprobándose a sí mismos en las listas para cargos públicos. La parte militante en su sitio: interventores, propagandistas. En suma, dedicados a ganar el empleo de sus dirigentes. Los “críticos de buena fe” también tienen su parte. Hablando donde y cuando corresponda, en una atmosfera sosegada en torno a la palabra compañero. El resto, los que no se conformen con estar en su  su lugar, hacen daño al partido. Estos si sobran. He aquí la paradoja de la frase de Susana Díaz: al final sobra alguien: los que no sepan estar en su sitio.

 

“Hay que querer al PSOE, hay que amar al PSOE”, amonesta. “Aquí no sobra nadie”, recalca.

 

Hay otro “aquí no sobra nadie” y también se decide el 21 de mayo. Reivindica participar en la toma de decisiones importantes, debatir la política y de política -nada fácil cuando se ha externalizado el debate de ideas, dejado en manos de pretendidos expertos-, opinar sobre liderazgos. No concibe el Partido como una plataforma para saltar a cargos y posiciones.

Es el “no sobra nadie” que apoya a Pedro Sánchez. Zizek los definiría como la Parte sin parte, los que exigen el derecho fundamental a ser escuchados y reconocidos como iguales en el debate. Podrían decir, remedando a Ranciére, “nosotros, los nada, los que no contaban, somos el Partido y todos juntos nos oponemos a aquellos que solo defienden sus propios intereses y privilegios”. Los barones se han dado cuenta, huelen el peligro -no se está veinte años en lo mismo sin un buen olfato- mientras cavilan si no hubiera sido mejor hacerlo de otra forma, sin la daga sevillana, principalmente.

 

*Javier Menezo es Abogado. Letrado del SEPE (INEM). Militante de base del PSOE

@javimenezo