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Aquilino y Paco Cuenca

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Pepe Torrente

Paco Cuenca llevaba una semana deshojando la margarita de su oráculo sobre si debía ir o no a la manifestación convocada en Granada contra la fusión hospitalaria de Aquilino y Susana. Desde la sede de su partido, el presidente de la Diputación le ayudó a descifrar el enigma que la margarita del alcalde se negaba a aclararle, al hacer pública su opinión diciendo que estaba de acuerdo con lo que hacía la Junta de Andalucía en materia hospitalaria para Granada. Es más, sobrepasado de afecto progresí a Susana Díaz, sin límite ni medida, el presidente y también secretario provincial de organización, llegó a decir que estaba en contra de que en Granada hubiera dos hospitales. Tal cual. Político se llama, pero es más bien otra cosa lo de este señor.

A lo que iba. Que Paco Cuenca no fue a la manifestación del domingo, tal y como era de preveer, porque no había nada contra el PP a lo que atacar: ni tren, ni AVE, ni guerra, ni PER, ni nada de nada. En vez de estar con su pueblo, nos tenía el alcalde preparada una sorpresa a todos los manifestantes. Estos, según mi vista ya cansada de años de calle y vida, podían ser unos cincuenta mil o más; según los medios escritos eran varias decenas de miles, así, sin mojarse; pero según Canal Sur no eran ni 15.000 (una decena y media de mil), preguntadas las fuentes oficiales al efecto. Seguro que la fuente oficial preguntada al efecto por el canal autonómico debía ser el delegado socialista de Salud, o algún ocurrente jefe de servicio al servicio de la causa de la resta y aminoramiento de la protesta, nombrado ipso facto, de facto. De lo contrario, su informante no estuvo por allí. O padece presbicia como yo.

Vaya, una reunión con su compañero, tras no querer reunirse con los miles de granadinos que en la calle estuvieron huérfanos de su alcalde.

Pero el alcalde granadino, sigo con lo que inicié, nos tenía una sorpresa preparada, como digo. Mientras un sinfín de granadinos nos preocupábamos por el futuro de los hospitales de Granada, Paco Cuenca redactaba una nota de prensa que envió al efecto, por defecto, en la que decía que, enérgico, le había pedido una reunión inminente al Sr. Consejero Aquilino Alonso. Vaya, una reunión con su compañero, tras no querer reunirse con los miles de granadinos que en la calle estuvieron huérfanos de su alcalde. Olía a treta de comunicación previa y prevista, socialista, más que a un sincero intento de ponerse del lado de la gente, prepotente, aunque la vindicación sea, en este caso, contra los compañeros de partido que gobiernan la Junta de Andalucía. Y llegará el día.

Ay Paco, Cuenca de mis entrañas, qué feo está eso de aparentar lo que no es con un trapicheo informativo destinado a enjuagar lo ensuciado que queda su prestigio y el del PSOE, para deslindarse del partido (en este caso) enemigo. Caramba, señor alcalde, con el asesor de guardia que se ha nombrado ud. tan bien pagado como ésta, con esa pléyade de augustos informantes que le asesoran a diario, resulta que ha de pedirle cita al consejero hoy, que no ayer, en vez de venir con la cita ya dada para resolver los inconvenientes que afectan al pueblo, al que sirven, aunque a veces no lo parezca tanto.

La habilidad política del señor alcalde queda en entredicho con lo visto. Sus ganas de hacerse un bienqueda no gustan ni a los que les gusta Paco. Ese postureo estratégico e interesado, es infiel con su propia dinámica contra el PP hasta ahora. Tampoco pidamos peras al olmo, aunque éste sea de Cuenca.