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Aurora, la mujer que bajó a los entresijos

Atoche sirve lo mismo “para un roto que un descosido” pero con tan mala suerte, que lo que tocaba lo volvía exitoso.

Aurora no es mayor ni joven, es sencillamente atemporal. Cualquiera que la juzgue por las apariencias, podría pensar que la mujer que se esconde detrás de esa estética, a caballo entre el pueblo y el barrio de clase media, es una perfecta maruja. Perfecta…porque ella, hasta para parecerlo, lo simula impecablemente.

Su militancia en el socialismo andaluz, desde hace cuasi cuatro décadas, le permite exhibir el carnet de “clásica en activo” para asentir y para discrepar. Tiene la autoridad de quien ha sido un peón, al servicio de las ideas y del partido, sin más herencia que el profundo respeto de quien ha trabajado con ella, o para ella.

Siempre he pensado que detrás de ese rostro ovalado, esculpido por un orfebre sevillano, se escondían destellos a lo Elizabeth Taylor, en La gata sobre el tejado de zinc. Esa fiera indomable que lleva en sus entrañas la enmascara con un verbo amoroso, como intentando hacerte bajar la guardia, en un reto casi desmedido de resolverle la vida a los desposeídos y a toda injusticia que olfatee, ya sea en su organización o en el siguiente confín de proximidad. Es como una guardiana a tiempo completo de las democracias, de las libertades, una utópica metida a gestora para enredar.

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El personaje de Aurora es poliédrico, como nuestro Labordeta, por eso aunque dejó de cobrar la nómina por el uso de la tiza, hace ya algunas lunas, su vocación de maestra sigue siendo tan llamativa, que con la exuberancia de su osado historial – que apunta en rojo chillón – embaucó a los suyos, para que la mandaran adoctrinar con su propio manual, sin más monedas por medio que las que repartió.

 

Sirve lo mismo “para un roto que un descosido” pero con tan mala suerte, que lo que tocaba lo volvía exitoso y eso se paga, claro.

 

Atrevida, rayando en lo intrépido, no ha dicho nunca no a nada, pero a nada. Pero no creamos que se ha sometido a ningún designio, ni de su dirección ni de ninguna divinidad, y olvidaba mencionar que su listón era la rama Chaves, Almunia, los siguientes y anteriores. Es espesa, en el sentido más lirico del término, tozuda como una mula y, para grandeza de quienes la conocemos, es de las pocas políticas que no es coleccionista de excusas. Aurora es como una jornalera de la vida, curranta sin más reloj que el biológico.

Tiene dos potentes virtudes que le restan en la cosa política: te mira a los ojos, y ,como si fuera una niña asilvestrada, te dice lo que piensa – ya seas presidenta o presidente- eso sí, sin desestabilizar un ápice su obsesiva lealtad y lo remata con su concepto de los acuerdos, y de los pactos, ella que ha tocado más poder del que debíamos atesorar los mortales. Se ha arremangado hasta la extenuación, con la única crítica seria que le han hecho: su exceso de tolerancia con los supuestos contrincantes.

Y aunque en la gama de la ortodoxia no era de fiar…fiar, era tan solvente, tan rematadamente ejemplar, que ha sido: primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla, directora regional del Plan de barriadas de actuación preferente, directora general de la Fundación Cajasur, delegada de Trabajo y Asuntos Sociales, diputada del Grupo Parlamentario Socialista, directora del Gabinete de la Presidencia del Parlamento de Andalucía, responsable autonómica de la Ejecutiva Regional del PSOE y miembro del Comité Federal.

Sirve lo mismo “para un roto que un descosido” pero con tan mala suerte, que lo que tocaba lo volvía exitoso y eso se paga, claro. Esa envidia española demoledora, esa envidia “tan flaca y amarilla porque muerde y no come”, que decía Quevedo, la rozó, pero ella – que se creyó amazona- no ha dejado de cabalgar, como las míticas guerreras que se enfrentaron al ejército griego, liderado por aquel capitán valiente.

Aurora tiene ese toque acaramelado, de cristiandad en acción permanente, que adquirió en el colegio de monjas y que le suministró su paso por la JOC y la HOAC, cuando creció , y detectó , que la educación era la herramienta más potente para cambiar el mundo. No se mudó de acera, pero cogió esa antorcha junto con la de un sindicalismo fuerte y un feminismo poco light, y con esas llaves abrió el pórtico de su puesta de largo en política, con letras góticas.

Cuando la conocí, hace algunas décadas, en los menesteres de la cosa del “misionerismo laico” de entonces, me pareció que enredarse con ella era invertir en aprendizaje y yo – que había coqueteado en cultura de las complicidades entre mujeres, como instinto de empoderamiento, con muchas otras estrellas, que rondábamos por lo que creíamos que era el poder, y que teníamos cierta “autoritas”- pensé , de manera inevitable, que montáramos un lobby de género, y con una profunda carga platónica, ya que no tenía más réditos que las casuales supervivencias en las adversidades.

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Aurora tiene ese toque acaramelado, de cristiandad en acción permanente, que adquirió en el colegio de monjas y que le suministró su paso por la JOC y la HOAC, cuando creció , y detectó , que la educación era la herramienta más potente para cambiar el mundo.

 

Éramos “una enterailla” por partido: Amalia Gómez por el PP, Aurora Atoche por el PSOE, Kechu Aramburu por IU, y otra mujer muy sabia de otra organización de la que pronto hablaré. Entonces nos sobraba algún gramo, cosa que adquirimos para hacernos respetar por maternales, pero no funcionó. Fue inútil, solo inspirábamos un disimulado temor, teníamos excedentes de pensamiento crítico. Hoy somos más añoradas, que bien utilizadas

Aurora, que sabía revolotear con los del más allá, picó y asumió el desafío del sur, y cruzó, sin alocarse, desde los clanes de la miseria de las zonas de exclusión, que reparten la pobreza como los payos, hasta los homólogos de Cajasur. Y es en su parada como directora general de la obra social y la fundación de Cajasur, poniendo rigor a la megalomanía ya enjuiciada del todopoderoso cura Castillejo, donde ella desplegó lo mejor del arte de la buena política monetaria, ajustó el ton y el son que había en aquella casa, y empezó a redistribuir la riqueza de aquella hucha, con una ecuanimidad tan incontestable que, sin sobornos pero con férreas y sibilinas indicaciones, Castillejo pretendió hacerla tambalear exclusivamente por dar a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César. Lo que hizo Aurora fue beneficiar a los demasiados pobres, y dejar de seguir engordando a los demasiado obesos.

La aplicación de la justicia le costó la salida de la entidad. Todo un “golpe de mano” por parte de la jerarquía eclesial, para que el cura colocase a sus hombres en la obra social, fuente demostrada -en ese caso- de financiación de la Iglesia. Las mismas voces destacaron el malestar patente de la comunidad, a la voz de “qué hay de lo mío”, ante la gestión laica de Aurora pese a llegar de la mano –dicen- del mismísimo Cardenal de Sevilla, Don Carlos Amigo.

 

Éramos “una enterailla” por partido: Amalia Gómez por el PP, Aurora Atoche por el PSOE, Kechu Aramburu por IU, y otra mujer muy sabia de otra organización de la que pronto hablaré. 

 

Su salida supuso un gran elemento distorsionador. Uno más para una Caja que tenía una morosidad galopante, un deterioro por pérdida de activos creciente, un caos de gestión más que patente y unos depósitos menguantes, siempre según las fuentes cercanas a la entidad. Eso sí, don Miguel pudo descansar en su despacho del Palacio de Las Doblas, graciosamente, cedido – al parecer- por el dadivoso Sandokán.

Aurora es una caminante de alpargatas que maneja mal los tacones, que se ha empeñado en atravesar a menudo las fronteras geográficas, viajando a Honduras u otros países, como si creyera firmemente en la cooperación aún a sabiendas que en las alforjas lleva más ilusión que doblones.

Esta es la turbulenta historia de una mujer que bajó a los entresijos de más de un poder y, siendo parroquiana de culto, no ha habido liturgia que la doblegara, siempre enfrentada y confrontada a cualquier mordaza ya fuera terrenal o celestial.

 

*Kechu Aramburu es Profesora. Ex eurodiputada, diputada y parlamentaria andaluza con IU. Actualmente es independiente.

 

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