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Berenice, Nice, “Nais”

Una bruja, bien se sabe, en vez de pies, tiene pezuñas de cabra si es joven, garras de oso, si es vieja.

 

Ilustración : Isabel Chiara

 

Berenice era acertada a la hora de quedarse descalza. No soportaba el frio del suelo, las comisuras de los adoquines, el asfalto callejero. Una bruja, bien se sabe, en vez de pies, tiene pezuñas de cabra si es joven, garras de oso, si es vieja. Su inigualable belleza competía con las vírgenes bizantinas de las iglesias. Aferrada a lo oscuro, seguía robando agua bendita para cocinar conjuros. Estaba convencida, tarde o temprano el demonio la invitaría a salir a solas. 

Los aquelarres son un evento socialmente impostergable. Al pasar los siglos han desfigurado su esencia, han cambiado su tradicional encanto de fiesta mefistofélica mezclada con ritual de orden neo pagano, transformándolo en una sofisticada pasarela de modelitos rock star, con hippies Charles Manson, babosería Kurt Cobian, William S. Burroughs atestado de Fortasec, niebla máquina de humo, Charles Bukowski recitando el Corán. En un marco algo tenebroso, rompiendo su estructura con un par de DJ chirriando en su pedestal de divos y la música…  ¡Un choque de alta velocidad entre un Maserati contra un tráiler lleno de vacas destinadas al matadero! ¿Será que la eternidad corroe malamente a la madurez? Los aquelarres cada día resultan petulantes, sosos, pasados de maquillaje, “posecitas” Kim Kardashian, labiecitos turgentes frente al flash… ¡Clic!

 

Los aquelarres son un evento socialmente impostergable.

 

El amor grupal se hace para nadie acabar satisfecho. Es una competencia refinada, dosis extremas de afectación, hábitos lascivos, perfiles en el bosque provocados por las hogueras de luz, poquito placer. Una especie de selfie dispuesto a llenar ventanitas en redes. Arquetipos satisfaciendo el juego del consumo, el ínfimo goce, como masturbarse frente al televisor. ¡Joder! El rollo de provocar suciamente, enloquecer al partner ha pasado a la historia. Ninguno pierde la cabeza, la idea fija es coincidir la apariencia con el exagerado ejercicio narcisista gratuito. Quedando esclavos de su imagen física, la copa vacía del “quien da más”. Una rama “bondage” sin látigos, frases claves, obscenas redundancias, tacones de aguja negros de charol, perros doberman ladrando lejanías. Sumado a eso, la deforestación expansiva a mansalva, los sospechosamente publicitados cultivos ecológicos, la abulia del siglo actual… Ni las abejas pican con furia, ni las ortigas queman lo suficiente. Las hambres se sacian de manera light ¡Follar lo que se dice follar! ¡Mucho sermón y poco trigo…!

 

Aferrada a lo oscuro, seguía robando agua bendita para cocinar conjuros. Estaba convencida, tarde o temprano el demonio la invitaría a salir a solas. 

 

El bosque para Berenice resultaba un montón de deseos inacabados, rodillas llenas de raspones, una insatisfecha lista de actos incumplidos, sin gratificación plena. ¿Para qué dejar de beber agua corriente? ¿Para qué dormir al lado de una chimenea atizada con tablas de ataúd de infante no bautizado? ¿Para qué prepararse tanto? 

El diablo pasaba. Te penetraba una milésima de segundo, su perfume Homme de Dior era más efectivo y profundo al lado de su polla monstruosamente conformada, “Cool” hasta el hartazgo, aburrida, afeitada al Huevo duro. Un muestrario de poses, Istagram, Pinterest, Tumblr a diestra y siniestra. Asimismo, esa traumática obsesión masculina buscando ver actos lésbicos me tienen hasta las tetas. ¡Una vagina, los coños me dan grima! Venga la pinche china oliendo a sopa rámen, pesa menos que mi perrito chihuahua. No sé por qué carajo pide que le haga lo del último emperador. ¿Habéis visto la película? ¿Explíquenme donde el emperador hace una guarrería? Aclárenlo por Dios… Luego, la negra criada en Praga, ciudad legítima, madre de sofisticados venenos. Parece la niña del exorcista, venga a gritar, a babear caracoleando, a echarse pedos y el diablo mirando, mesándose barba, vellos púbicos…Embelesado, tocándole la polla al suicida con quien anda desde hace dos siglos. Amiguetes dicen… Me pega, se dan por donde te cuento, sin escala, hasta el final del universo. “Mirando pá Utrera”, cuando los del público en general se distraen. El demonio debiera ir a un coach sexual, de moda en estos tiempos. ¡Niño acéptate! No hagas perder el tiempo, a ti te gusta la sin hueso tanto como a mí. ¡Anda cabrón decláralo, salir del armario no es pecado!¡To come Out Of The Closet!¡Sortir Du Placard!

 

Asimismo, esa traumática obsesión masculina buscando ver actos lésbicos me tienen hasta las tetas. ¡Una vagina, los coños me dan grima!

 

Súmele a eso, su puta Corte demoníaca. Chillan tanto… Endemoniados hasta las trancas, impiden con sus escándalos llegar a sentir esa penetración dulce y fría, dura y acertada, llena de sangre hasta la hemorragia… El Diablo lo hace para los aplausos, ni siquiera por poseerte. ¡Un Mierda ególatra a tope! Pasando olímpicamente sobre la misión del clítoris, el endurecimiento de los pezones, la salinidad del beso, la densidad de la lubricación. Siglos de demonio, poquita cultura sexual. Mucho Maluma para “tuerquear”, atributos grandes, inútiles como alas dibujadas a la hora de follar. ¡Vamos de culo. Hasta el Diablo se ha vuelto un Hipster correcto, Joder! La nueva modernidad tiene más sexualidades que sabores de pizza los martes en Pizza Hut: Heterosexual, Homosexual, Bisexual, Pansexual, Demisexual, Polisexual o Asexual, entre otras.¡Vaya enredoextra Gilipollezco!

Ahora el personal: Brujas intrusas, exagerando Tatoo, tablas de la India. De manual. Con esto del Reiki, las tontas del culo, ufanándose haber curado dos cánceres de ovarios, uno de mama, tres trasplantes de riñón, un síndrome de Estocolmo, un uñero sin podólogo. Antes de haber ido al Mercadona buscando rebajas de pescado a fin de hora. Aseguran, sin un atisbo de vergüenza personal, haber usado legítimas piedras compradas en Amazon, asegurando su originalidad del rio Amazonas, en su parte más ignota. ¡Unas payasas en toda regla! ¡Mamarrachas! Las brujas actuales dan rubor, saber leer no basta, es imprescindible entender conceptos. Odiar dividiendo queda fatal en una bruja. Hablando de los ricos hinchadas de odio, entregándose a la estrechez como un estado ideal. Adjudicar este tergiversado concepto a Carlitos Marx es ¡Bien fuerte! Según su extrema cortedad dialéctica, ser  de izquierda tiene por obligación aceptar la pobreza como un hábito lustroso del desgaste. Un estado comunista es aquel donde se prohíbe la felicidad. Los niños quedan flaquitos de hambre, sin carne para comer… Guisarlos en marmita es perder carbón, ganas, tiempo. Estas teorías tiradas de los pelos retratan una “brujedad” caldeada en círculos derechosos. ¡Las brujas ya no somos lo de antes! Estoy ortodoxa perdida. Entender los cambios, las evoluciones socio-políticas-culturales-erótico-festivas están costando tan caro como fundas dentales. ¿Estaré volviéndome vieja?

 

Con esto del Reiki, las tontas del culo, ufanándose haber curado dos cánceres de ovarios, uno de mama, tres trasplantes de riñón, un síndrome de Estocolmo, un uñero sin podólogo.

 

El Demonio es un pasota. He suplicado convertirme en Súcubo*. Correctamente situada, pensión de jubilación adelantada, viajes en crucero a mitad de precio, Renfe abaratado, gym al menos 20%, subsidios, Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) a toda máquina.

Con la suerte de no cargar con hijos desempleados, nietos estudiando cine o el puto Curso de Tanatoestética y Tanatopraxia para mi nieta, la obesa Emo-Friki ¿A qué fiesta te van a invitar después de muerto, Gilipuertas? 

Para eso busco una noche loca con él. Tratarlo como a un niño, morderlo como a un perro, dominarlo, hacerlo oveja de mi voluntad. Pero no. Se niega, quiere tríos con el suicida. El suicida consume montañas de ansiolíticos, speed, etc. ¡Sigue! ¡Sigue! ¡No pares! No para. ¡Vaya ambiente!¡Endiablado hasta las cejas! Su eternidad, entre tanta zona de confort, es casi un cielo. O sea, peor que cualquier infierno.

 

¿A qué fiesta te van a invitar después de muerto, Gilipuertas? 

 

Me he cansado de recoger plantas, raíces, hacer tizanas, investigar vejigas, conseguir sal entre las rocas. Disecar animales con un solo cuerno, juntar palabras escritas con semen de ahorcados, diseñar jaulas para convertir cantos de pájaros en vaticinios. Adormecer princesas fijas y tontas como velas, sin aire. Hilar lana en increíbles ruecas. Descifrar el lenguaje lunar oscuro de las piedras, perseguir rayos en los acantilados. Soportar nieves perpetuas para robar almizcles. Desvalijar clavos de ataúdes, mear en las encrucijadas conjurando borrascas. Dormir mirando al norte para juntar musgos violetas. Organizar encuentros entre políticos pederastas y curas evitando impuestos, aplacar la sed criminal de la derecha. De quitarle rabia a los indignados, de sacralizar “sociatas” por ser el menor de los males, de hablar de independentismo desde un vis a vis en un penal, regenerando cinismo. 

Vivo (si esto merece llamarse vivir) harta, extrañando otra escoba para barrer este redondo y nítido castillo que es la soledad, existiendo perdida entre el humo de mi chimenea. El heno, su olor de campo derrotado, de mi colchón vacío. Sangrando triste, mi astillado corazón de cristal, cortando la yugular a cualquier atisbo de alegría.

 

 

*SÚCUBOS 

 

Muchos creen que los súcubos y los íncubos son como esos típicos demonios alados, con cuernecitos y cola. Nada más lejos de la realidad. Son demonios horribles, sí, pero su aspecto cuando se mueven por nuestro mundo no les delata en absoluto.

 

DEMONIOS SÚCUBOS

 

Estos demonios poseen siempre el aspecto de una mujer de belleza extraordinaria, piel perfecta y cabello oscuro o rojizo. Posiblemente, el mismo aspecto de Lilith, Reina de la Oscuridad y la Noche, de quien se cree que descienden todos los demás súcubos.

 Se esconden tras esta atractiva fachada para conseguir atraer y tentar a los mortales que se cruzan en su camino. Su única misión es atraer primero para atormentar después.

 Sus movimientos son ágiles y precisos. Su forma de caminar es muy seductora y cuentan con una gran presencia y carisma. Ese tipo de carisma que fascina y casi deja hipnotizado a su interlocutor, aunque un espectador avispado podría saber que se trata de un demonio por ese destello en su mirada de oscuro y enfermizo deseo.

 Hablan varios idiomas, por lo que no tienen problemas para entablar conversaciones y establecer nuevas relaciones sociales. Podrían considerarse la compañía ideal si no fuese porque, en ocasiones, se dejan llevar y sacan su lado más lascivo.

 Los demonios súcubos no necesitan mostrarse agresivos y, además, rehúyen los conflictos. Prefieren usar su capacidad de persuasión y don de gentes para conseguir sus propósitos. Además, en caso de necesidad, no dudarán en adoptar el papel de víctima o de damisela en apuros. Incluso pueden enredar y poner a unos en contra de otros por simple diversión.

 Una vez tienen elegido al mortal procuran alejarse con él de la multitud, y entonces usan su capacidad de sugestión, muy parecida a la de los vampiros, para hacerle creer prácticamente cualquier cosa que deseen. Cuando la víctima entra en ese estado hipnótico pasa a ser atacada por el súcubo, que consume la energía de la víctima mientras mantienen relaciones sexuales.