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Bofetada política a los estudiantes

Una bofetada a todas esas horas de enclaustramiento presididas por una disciplina castrense.

La Clase Política ha perdido en estos días la sombra de dignidad que le quedaba. En un esfuerzo por salvar los muebles, los activistas, las bases y los medios de comunicación afines hacen los imposible por blanquear las imágenes y justificar lo injustificable. Acostumbrados ya a esperarnos cualquier cosa, los ciudadanos hemos acabado sustituyendo la indignación por la apatía. Como el hambre en África o las guerras interminables. Sabemos que existen, sí, pero el cansancio de asumir que no se puede hacer mucho -aparentemente- por solucionarlo, nos sume en la resignación travestida de pragmatismo. Hay que vivir con las circunstancias que hay, aunque estas sean trágicas, en un ejercicio de estoicismo que a día de hoy se antoja demasiado obvio como para reseñarlo con un mínimo de interés. Salvo en determinadas excepciones. Esta es una de ellas.

 

 La evolución de la situación política en estos últimos años ha traído algo positivo, por muy difícil que esto pueda resultar de creer. Y es la exigencia de ejemplaridad y decoro a los políticos por parte de los españoles. 

 

Hasta tal punto que la conducta sospechosa incluso antes de entrar en la vida política puede dar al traste con una carrera hacia el poder a una velocidad de vértigo. Merecidamente, todo sea dicho. Si Cifuentes ya se fue, Casado todavía aguanta, Montón ha caído y Sánchez mira de reojo cada artículo que se publica por la prensa mientras navega a barlovento. Las cosas se han precipitado, y la ingenuidad política, sumada a la impericia de quien creía que iba a dictarle a Maquiavelo nuevos manuales de praxis política ha dado al traste con toda la parafernalia propagandística que, cual Josep Goebbels, se puso en marcha para enmascarar lo evidente.

Las cartas encima de la mesa: si Sánchez arropaba a Montón, pese a las evidencias más que constatables de haberse aprovechado a sabiendas de un trato de favor y de haber plagiado una parte importante de su Trabajo de Fin de Máster -irregularidades en la matriculación y en la superación de las asignaturas aparte-, su “gobierno del cambio” se vería más ensombrecido aún de lo que estaba ya, hasta el punto de suponer unos de los clavos más fuertes de su ataúd. Por eso la respaldó. Por eso, y por ser una amiga de confianza que le apoyó cuando su propio partido pretendió quitárselo de encima. 

 

Ah, sí; y por ser unas de las principales adalides de la ideología de género que debe empañar toda medida en cualquier parcela. No en vano, su denostado TFM incluye afirmaciones tales como que la Maternidad es una institución patriarcal o que las Técnicas de Reproducción Asistidason sexistas. Impresionante.

 

Pero no nos desviemos. En el otro lado de la balanza política, dos consideraciones, a cada cual más rocambolesca y, para su desgracia, más realista. Si Montón se iba, salvaba la cara del Gobierno y ponía a Pablo Casado, líder del Partido Popular y ya investigado -no nos olvidemos- por irregularidades similares a las de la ministra saliente también en la Universidad Rey Juan Carlos, en un duro aprieto al someterlo a un precedente que le obligaría a dimitir ya mismo. Pero efecto bumerán: sabe que la prensa anda tras su tesis y que los adversarios explotarán un escándalo que sabe seguro. ¿Por qué? Pues porque sabe Sánchez que su currículum académico tampoco es trigo limpio. En esto llegó la edición del ABC del 13 de Septiembre de 2018. Un auténtico misil balístico directo a las tripas del Presidente. El diario proporciona indicios difícilmente refutables de que plagió en su Tesis doctoral nada menos que un artículo de los profesores de la Universidad Carlos III Julio Cerviño y Jaime Rivera, otro artículo de los profesores de la Universidad de Cádiz Marcela Iglesias y David Molina, un trabajo del economista Antonio García Rebollar, subdirector de Oficinas Económicas para el Ministerio de Industria durante la etapa de Zapatero, dos artículos propios ya publicados, diapositivas del Instituto Español de Comercio Exterior y Decretos-leyes publicados en el BOE.

 

 Por si esto fuera poco, el Tribunal que evaluó su Tesis le era especialmente afín y contaba con un perfil académico bajo,sin especialistas concretos en la materia a evaluar.

 

Hecho que en sí mismo pudiera se relativizado si no fuera porque el Presidente fue contratado por la misma universidad, la Camilo José Cela, en el año 2008 mientras era Rector de la misma Rafael Cortés Elvira, Secretario de Estado para Deportes durante el último Gobierno de Felipe González, siendo Sánchez en ese momento concejal en el Ayuntamiento de Madrid. Además, el actual inquilino de La Moncloa formó parte del equipo creado por Miguel Sebastián, director de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, entonces Zapatero, para diseñar la política económica de este, etapa en cuyo transcurso forjó amistad con Carlos Ocaña, economista que acabó siendo Jefe de Gabinete de Sebastián cuando este accedió a la cartera de Industria, Turismo y Comercio, también en 2008. Fue Ocaña quien presuntamente “ayudó” a Sánchez con la Tesis proporcionándole datos de acceso exclusivo,hasta tal punto que cuando se publicó el libro que recogía el contenido de dicha Tesis, Ocaña figuró en el como co-autor. Para terminar de remover el cuchillo, el mismo Miguel Sebastián declaró para oídos privados que el 90% de la Tesis dichosa se la hicieron ellos en el Ministerio de Industria.

 

 A falta de que estas cuestiones sean debidamente investigadas judicialmente, y manteniendo, como en todos los casos, la Presunción de Inocencia que el Estado de Derecho obliga,se trata de un escándalo con unos indicios tan contundentes que superan en grado sumo los que han provocado que los huracanes políticos se lleven por delante a su ministra. Mal precedente, porque esto le obliga dimitir a él también,en consonancia con los usos políticos que los nuevos tiempos parecen haber instalado, esperemos que definitivamente. 

 

La oposición no puede cantar victoria, porque detrás de Sánchez, si cae, irá Casado, especialmente si el Tribunal Supremo decide investigar lo que para muchos es ya evidente.

 

¿Lo más grave? La bofetada en la cara de todos los estudiantes, de los que han tenido que estudiar para estar ahora donde están, y de los que lamentablemente no han podido rentabilizar su formación en el ámbito laboral. Una bofetada a todas esas horas de enclaustramiento presididas por una disciplina castrense, a todo ese tiempo que no se ha podido pasar con las parejas, los amigos, la familia, viajando o simplemente haciendo lo que a uno le gusta libremente. Una bofetada a la meritocracia y a la valoración del esfuerzo. Si los líderes de la nación tienen tan poco respeto por los valores del esfuerzo y de la recompensa, ¿cómo diablos esperan que los ciudadanos se crean que son los más indicados para regir sus destinos? La indignación que ahora se abre paso al ritmo de los currículums fraudulentos amenaza con decapitar a gran parte del espectro político español. Y es un buen síntoma. Más vale poco y bueno que poner la otra mejilla cuando una pandilla de caraduras pretende vivir a costa de nuestro dinero y encima esperar que les aplaudamos por ello.