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Búnker catalán

 

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

El calendario sigue perdiendo hojas en dirección al 1 de octubre, fecha fijada por el presidente de la Generalidad, don Carles Puigdemont, para realizar su ilegal referéndum de autodeterminación de Cataluña. A dos meses y medio de esa cita, prácticamente todo está dicho ya. En el tablero político las posturas parecen afianzarse. El Gobierno se mantiene abierto al diálogo con el gobierno autonómico en todo aquello que no conculque la Constitución. El de la Generalidad continúa dando pasos hacia un referéndum pretendidamente vinculante, sin censo oficial, sin garantías en su ejecución (votación y recuento de votos) y sin mínimos de participación. Vaya, un referéndum esperpéntico, que no se va a celebrar.

El edificio que los independentistas pretenden construir en Cataluña se está resquebrajando. El gobierno de la Generalidad ya ha pasado recientemente por dos crisis. Han sido resueltas con el relevo de cuatro consejeros y del secretario del gobierno, todos ellos del PDeCAT, que parecían más tibios en el objetivo independentista. Sus recambios, más radicales y comprometidos con tal objetivo, parece que ayudan a conformar un ejecutivo autonómico más compacto y combativo, a la vez que traen la paz al interior al gobierno catalán. Veremos cuánto aguantan según nos acerquemos al 1-O.

 

Puigdemont es hoy una mera marioneta de Junqueras. Ya solo falta que en la fachada del Palacio de la Generalidad cuelguen el cartel de “Todo por la independencia”.

 

En su nueva composición, el ejecutivo catalán se ha bunkerizado. Parece obvio el reforzamiento cualitativo de ERC cuyo líder, don Oriol Junqueras, ha logrado meter el “prucess” en vía única y de línea dura. Y así, ERC va llevando paulatinamente las aguas a su molino sin, al parecer, sufrir desgaste alguno o, mejor dicho, a costa del PDeCAT. El abrazo del oso, de Junqueras a Puigdemont, se va apretando paulatinamente.  Puigdemont es hoy una mera marioneta de Junqueras. Ya solo falta que en la fachada del Palacio de la Generalidad cuelguen el cartel de “Todo por la independencia”.

No parece que haya margen de arreglo entre el Gobierno y los independentistas. Con su blindaje, estos últimos han cerrado toda posibilidad de diálogo tanto hacia fuera como internamente. El combate duro ―el llamado choque de trenes― está servido. Y, curiosamente, esto viene a dar la razón al presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy, porque el campo de batalla se resume en la lucha por la legalidad. O, en otros términos, por el enfrentamiento entre el cumplimiento de la legalidad democrática constitucional propugnada desde Madrid, y el finiquito de los más elementales principios del estado de derecho construido desde Barcelona.

Y así las cosas, aparece en escena el nuevo secretario general del PSOE, don Pedro Sánchez, quien, mirando a su escasa bolsa de votos, se apoya en el alegre secretario general del PSC, don Miquel Iceta, para dar un salto al vacío jugando con la unidad de España. Y lo hace en momentos en que parecen más necesarias que nunca la cohesión y la firmeza de los constitucionalistas. El discurso federal y plurinacional de la pareja Sánchez-Iceta es ahora inaceptable, en todo punto, tanto para tirios como para troyanos. El papel de “salvadores” haciendo “propuestas para Cataluña” que acarician ambos secretarios no les corresponde. Además, tales propuestas pasarían por abrir el melón de la reforma constitucional. Y uno se pregunta ¿pero es que don Pedro no se ha enterado todavía que el Estado no debe negociar nunca bajo presión, y que lo que toca ahora es reafirmar la unidad de España del brazo de los otros partidos constitucionalistas?

 

*Pedro Pitarch es Teniente General del Ejército (r).

@ppitarchb