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Canal Sur, la oportunidad perdida

Francisco Gimenez Alemán
Francisco Gimenez Alemán

Desde Ayamonte al Cabo de Gata, quinientos kilómetros de insufrible comunicación en otro tiempo, es la representación gráfica de una Comunidad armada políticamente y hoy felizmente consolidada después de treinta y cinco años de Autonomía. Dos factores estaban llamados a vertebrar tan extenso territorio del Sur de España: la autovía A-92, que a trancas y barrancas, bache a bache, chapuza tras chapuza, ha rebajado no obstante en más de tres horas la travesía desde la costa atlántica a la mediterránea conectando con menos sufrimiento a los habitantes de las dos Andalucías. Y un segundo elemento: la creación de un medio de comunicación global para las ocho provincias ante la carencia histórica de periódicos y emisoras de radio que lo fueran de la entera región andaluza. A este segundo reto estaba llamado Canal Sur TV, un medio que gracias a las modernas tecnologías podría llegar en tiempo real al cuarto de estar de todos los hogares de estos antiguos reinos.

El transcurso del tiempo ha venido a evidenciar que el propósito de una televisión vertebradora de Andalucía, enunciado el 28 de Febrero de 1989 por el presidente Rodríguez de la Borbolla, no era más que un sueño que la mala gestión, la incuria programática y la trapacería de algunos de sus funcionarios se encargarían de frustrar, convirtiendo tan noble iniciativa en un instrumento al servicio de los sucesivos gobiernos socialistas y poniendo en antena, sin solución de continuidad, espacios y programas de incalificable factura populachera que no solo ha obstaculizado la empatía y proximidad de los andaluces, sino que ha fomentado ad infinitum  la imagen tópica de una región que parece vivir en la interminable fiesta de sus encadenadas ferias, conmemoraciones, romerías y otras muy respetable tradiciones. Pero que Andalucía es mucho más y esta TV sin criterio no ha sabido ni ha querido poner en valor.

Manejos que se hacían a la vista de todos; tan a la vista de todos que eran retransmitidos en programas de infame categoría y que explicitaban sin rubor la finalidad mercantil pretendida por sus mentores con la connivencia de oscuros comisarios políticos que además, en el tiempo que les dejaba libre su dedicación a los convolutos,  se permitían el lujo de depurar a todo periodista que fuese políticamente incorrecto.

En esta secuencia de despropósitos a lo largo de más de un cuarto de siglo, trufado de algunos buenos propósitos como la decisión de Rafael Camacho de suprimir Tómbola, abyecto programa que ofendía a la inteligencia, se llega ahora a la guinda del pastel con el caso de corrupción protagonizado por Luis Pineda y Ausbanc al comprar descaradamente espacios a ciertos altos cargos del Ente público a mayor gloria de un negocio de extorsión y chantaje que ya se ventila en los Tribunales de Justicia y que mantiene a sus presuntos golfos a la sombra (preventiva).

Ni el tinglado de Pineda, a buen seguro creado para delinquir, podía haber llegado a más ni Canal Sur TV a menos. La detenida lectura de las impagables informaciones que está publicando www.confidencialandaluz.es , prestando un gran servicio a la opinión pública, nos lleva rápidamente a la conclusión de que la RTVA no estaba presidida por el rigor y la honestidad exigibles a todo gestor público que maneja fondos del común.

Los trabajadores de Canal Sur no son responsables de la situación a la que ha llegado la empresa. Ni tienen por qué pagar con sus puestos de trabajo la ineptitud y la torpeza de quienes les dirigen

Quienes hemos sido cocinero antes que fraile, sabemos muy bien de las dificultades que conlleva el buen gobierno de un monstruo de siete cabezas como es un canal de televisión, hoy además diversificado. Pero ello no es óbice para que quien jura o promete defender el interés público haga dejación de sus funciones y alegue ignorancia de los manejos que se hacían a la vista de todos; tan a la vista de todos que eran retransmitidos en programas de infame categoría y que explicitaban sin rubor la finalidad mercantil pretendida por sus mentores con la connivencia de oscuros comisarios políticos que además, en el tiempo que les dejaba libre su dedicación a los convolutos,  se permitían el lujo de depurar a todo periodista que fuese políticamente incorrecto.

La RTVA está en un callejón sin salida. Y mucho nos tememos que al final paguen justos por pecadores, como ha ocurrido en Telemadrid y en la TV valenciana: dos descomunales  EREs para envolver la mala gestión, la incompetencia y la falta de profesionalidad de sus directivos, y tratar así de apagar el fuego con gasolina.  Los trabajadores de Canal Sur no son responsables de la situación a la que ha llegado la empresa. Ni tienen por qué pagar con sus puestos de trabajo la ineptitud y la torpeza de quienes les dirigen. Pero, que nadie se engañe, lo que pretende la Consejería de Presidencia de la Junta es cortar por lo sano, y nunca mejor dicho: cortar por lo único sano y libre de culpa que queda en la RTVA: sus trabajadores. Oído al parche: el consejero Jiménez Barrios está dando pasos en tal dirección. Que nadie se equivoque.

Y la ocasión, después del 26J,  puede ser aprovechar el totum revolutum (en Almería decimos “el follaero”) que se ha formado con el escándalo Ausbanc para hacer mesa limpia presentando el más que probable ERE de un 50 por 100 de la plantilla como una operación de saneamiento financiero que todos debemos agradecer a la Junta. 

Los andaluces, y sobre todo los profesionales de los medios de comunicación, sabemos a ciencia cierta que Canal Sur TV ha sido la gran oportunidad perdida de vertebrar esta gran región desde el Atlántico hasta el mar Mediterráneo, desde Despeñaperros a la punta de Tarifa.