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Carta abierta a Pablo Iglesias

Emilio Diaz Berenguer
Emilio Díaz Berenguer

Querido Pablo Manuel:

Como nunca consigo que tu CM, Community Manager, me conteste por algunas de las redes sociales a travės de las cuales te he enviado no pocos mensajes, he de suponer que siguiendo la tradición de los políticos que tú antes tildabas como «casta», sólo intercambias mensajes con colegas a tu mismo nivel de poder o con periodistas con muchos seguidores, preferiblemente tertulianos boleros, y aquellos que la modernidad ha bautizado como «influencers» en las RRSS, que bien podrían ser un «pantojo» cualquiera, un futbolero, o similar, me he decidido a enviarte unas letras a través de » Confidencial Andaluz». Bueno, cuando me refiero a tí en este aspecto, que se den por aludidos todos los que integran tu guardia de corps, los Montero, Bescansa, Mayoral, Espinar, Rodríguez, etc, por no hablar del «enfant terrible» que luce más de lo que ofrece, Juan Carlos Monedero.

Para que no haya malentendidos, comenzaré diciéndote que voté a Podemos en las generales del 20-D, y que lo volvería a hacer en las mismas condiciones, pero que es muy probable que no lo haga si se repien las elecciones por la incapacidad de nuevos y viejos políticos y sus grupos. Conmigo no cuentes, a pesar de que no sólo os voté, sino que, como profesional y socialista sin carnet, encabecé con otras personas un manifiesto solicitando el voto a Podemos. Tampoco de esto me arrepiento, pero si el teatro desemboca en nuevos comicios, tampoco cuentes con mi firma.

Debo confesarte que mi voto y mi apoyo no fue producto de una decisión espasmódica, sino que fue meditado, en el tiempo y en el espacio, y aunque nunca me hiciste «tilín» personal, eres arrogante y prepotente, y que tampoco confié en tu palabra, he de reconocer que tu actuación fue un auténtico prodigio de versatilidad en la escena y que un premio Max te haría más justicia que una vicepresidencia del gobierno de España.

Has dado la vuelta al hemiciclo del Congreso de los Diputados en 90 días, vestido de ropajes populistas, niño de pecho en tus brazos incluído, has arrojado a la cara de los socialistas cal viva a destiempo y, con la teatralidad que caracteriza muchas de tus intervenciones públicas, presentado a los miembros de «tu» gobierno, con una imagen patėtica propia de una tira de Peridis. Tampoco tus ruedas de prensa, rodeado de tus fieles, mejoran tu imagen pública, ya que dan la imagen de servilismo al «amado líder».

Estás abandonando tu propuesta de transversalidad, bueno, en realidad nunca fue tuya. Pablo, de alguna manera le insinuaste a los españoles que las ideologías habían muerto, emulando a un pensador franquista cuyo nombre prefiero no citar, que el futuro era la transversalidad, lo de arriba y lo de abajo y no lo de izquierda y la derecha, y ahora, llegado el momento histórico de construir y no de criticar, sólo sentarte con los miembros de un grupo político que se autoposiciona en el centro- derecha vas y anatemizas contra ellos, desacatando el mandato de los ciudadanos. Recuperas la careta del marxista que jamás ha gestionado ni su comunidad de vecinos, y te niegas a reunirte con aquél con el que gustosamente durante un año has compartido platós de televisión en cualquier cadena, pública o privada, progresista o ultraderechista, a un paso del pico en la boca con ėl.

Vas demasiado sobrado, querido Pablo, y a los ciudadanos no nos gusta que nos trates como si el país fuera un cuartel militar. Has dejado de ser un amable y dialogante tertuliano para convertirte en una persona que  está reprogramada para ir exclusivamente a la contra.

Basta ya de onanismos, Pablo; no eres, ni serás, el centro del planeta, ni tampoco el pueblo te ha dado el respaldo por el que te has tirado año y medio suspirando a coletazos por las teles, sin hacerle ascos a ningún canal. Estás demostrando en la práctica que no eres el líder que necesita el país. Pasar de las estrategias del encerado universitario a la praxis requiere, al menos, un tiempo de training que tú has dedicado a cultivar tu imagen catódica, pero tengo la sensación de que el día que tocaba debate cara a cara, con preguntas no mimosas, no fuiste a clase de interpretación.

Naciste diseñado desde la cuna para ser un líder político, cual Gallardón de izquierdas, pero a la vista de cómo se ha truncado la trayectoria de éste, tal vez deberías poner tus barbas a remojar. Vas demasiado sobrado, querido Pablo, y a los ciudadanos no nos gusta que nos trates como si el país fuera un cuartel militar. Has dejado de ser un amable y dialogante tertuliano para convertirte en una persona que  está reprogramada para ir exclusivamente a la contra.

Pablo estás atrapado en tus propias contradicciones, y tú lo sabes. Te pusiste fecha de caducidad y no cumplir con tu palabra puede provocar que Podemos no llegue a pasar de ser una mera agrupación electoral. De tí depende que el experimento juegue un papel histórico en la política representativa y participativa de España o que, más pronto que tarde, sea la hora de agradecerte los servicios prestados y vuelvas a la canongía que te diseñaron tras las europeas en la Universidad Complutense de Madrid.

Con la vena de autócrata que nos has mostrado cesando y nombrando a la persona responsable de que Podemos se organice como un verdadero partido político, es bastante probable que hayas pinchado la burbuja de Podemos, Pablo. A algunos nos has traído a la memoria a un verdadero bolchevique que decide desnudarse como tal ante el peligro de que los mencheviques errejonianos te arrebaten tu ola. A partir de aquí, parece que has decidido conformarte con un techo de cristal para Podemos, como si de una «spin-off» de tu anterior partido se tratara.

Que la «fuerza» te acompañe, Pablo, porque muchos de tus 5 millones de votantes no lo haremos si sigues empeñándote en que se repitan las elecciones.

Saludos cordiales.

Emilio A. Díaz Berenguer

Doctor Ingeniero
20/03/16