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Caso Nazarí: licencia para vocear

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Jesús Mª Cascón*

En política, la autocrítica es fundamental, pero carece de fundamento si no se ejercitan las medidas adecuadas para que el futuro esté limpio de reproches. No se puede discutir nada si no hay propósito de enmienda, y evidentemente es lo que está pasando en el PP granadino que no sabe dónde meterse tras el escándalo municipal de la «Operación Nazarí», las consecuencias que ha traído, y las que va a traer.

Una vez levantado el secreto de sumario, se van conociendo datos, declaraciones, documentos y hechos que indican el estado de cosas dentro del Consistorio durante un buen puñado de años y, concretamente, en el área de urbanismo, estrechamente conectada con la alcaldía y con varios constructores y promotores de la ciudad. Es ahora cuando me paran por la calle y me dicen que cuánta razón tenía al pedir la regeneración del partido y ahora todo el mundo sabe los motivos por los que, los actuales dirigentes, se negaban a alterar el tablero político del partido porque, lógicamente, cualquier movimiento podría acabar en vendeta o en la pérdida de prebendas y privilegios. Ya no se trata de aquel añejo refrán que decía que el que se mueve no sale en la foto; ahora, el que se mueve no cobra o, directamente, tira de la manta.

 

No nos confundamos: este asunto es muy grave, tanto que al granadino de a pie le sonó a cuerno quemado aquella detención express de Torres Hurtado porque pensaba, infeliz ciudadano, que estas tramas corruptas no tenían cabida en nuestra ciudad.



Todo lo que digo en este artículo es consecuencia necesaria y clara de los datos del sumario judicial, sin cambiar una coma ni hacer juicios de valor. Las acusaciones son muy graves y no deben tomarse a la ligera; no en vano, el ex alcalde Torres Hurtado está acusado de cohecho, blanqueo de capitales, tráfico de influencias, fraude en la contratación, asociación ilícita, prevaricación, falsedad documental y malversación de caudales públicos. Ocho tipos penales que maneja el juzgado de instrucción número 2 y que se unen a los cargos contra concejales, funcionarios, técnicos y empresarios. Si ya de por sí es grave la presunta comisión de un solo delito, o de varios en ramillete, para mí es mucho más grave la capacidad tan monstruosa de la clase política para, presuntamente, alterar el estado racional de las cosas y poner las instituciones al servicio de unos pocos en detrimento del resto de los mortales, y eso es lo que hay que pulir, extirpar por completo. Porque es muy difícil trabajar para el ciudadano cuando constantemente te dicen que mires para otro lado, que alteres expedientes urbanísticos, que te dediques a contemplar el techo y a estar calladito mientras las cosas se hacen al arbitrio de los que mandan, que muchas veces no son siquiera los políticos, sino los que piden que se les favorezca a cambio de pura mercadería crematística. Es lo que da asco y lo que tenemos que erradicar entre todos.

No nos confundamos: este asunto es muy grave, tanto que al granadino de a pie le sonó a cuerno quemado aquella detención express de Torres Hurtado porque pensaba, infeliz ciudadano, que estas tramas corruptas no tenían cabida en nuestra ciudad. Insisto, no nos equivoquemos ni cometamos la injusticia del ignoto cuando elevamos a circo mediático o laboratorio infográfico un asunto que, de momento, se halla en estado de instrucción; es una causa que se está investigando y de la que, ahora mismo, no se ha llevado a cabo apertura de juicio oral y, mucho menos, sentencias condenatorias. Por eso, hay peligro claro cuando los medios de comuncación (aquí se salvan muy pocos) realizan ejercicios de malabares para mostrar la cara mafiosa de los encausados, con esquemas propios de los tableros del FBI de los años setenta, con las ramificaciones de las influencias bien explicadas y señaladas. Cuidado con tanto ejercicio de parafernalia periodística, máxime cuando otros asuntos, no tan graves como éste sino mucho más hirientes y profundos para la sociedad española, jamás han derivado en gráficos de postín sino en todo lo contrario: defensa a ultranza de los señalados y críticas furibundas hacia la administración de justicia. Porque es de justicia tratar a todos con el mismo rasero, condición que ha faltado precisamente en el Consistorio de Plaza del Carmen… visto lo visto.

Regeneración, limpieza total y planteamientos de futuro donde la vigilancia, el control y las buenas costumbres se me antojan fundamentales. No me resisto a vivir en una sociedad en la que todos los partidos políticos se protegen y se blindan de la realidad a base de mamporros aunque la propia realidad diga lo contrario. Y tampoco me resisto a la idea de asistir a juicios paralelos donde los periodistas tienen el discutido poder de encausar y entramar a los sospechosos. La presunción de inocencia y la capacidad de servir con limpieza al ciudadano se están perdiendo, y eso es preocupante. Y eso tenemos que hacer, trabajar sin descanso para recuperar los valores propios de una sociedad sana y consecuente.

 

*Jesús Mª Cascón es Periodista.