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Catarsis políticas

Uno creía en las catarsis como un efecto purificador en los grandes pecadores de siglos pasados, arrepentidos al eliminar unos recuerdos maléficos perturbadores del psiquismo.

Enfrascados en exhibir los políticos descabezados sus mejores facultades atractivas, con tal de demostrar sus impasibilidad ante la inesperada debacle, se han lanzado a los bailes y karaokeos por una ruta de un bacalao venida a menos, mientras miran de reojo la catarsis del mayestático Presidente en confidencias ceremoniosas con la inalterable señora Merkel y el bisoño Macron.  Don Pedro, después de su primer vuelo en un Falcón, ya puede presumir del culmen de su investidura al observar desde las alturas la pequeñez de su personal, incluido su amigo Quim.

 

Uno creía en las catarsis como un efecto purificador en los grandes pecadores de siglos pasados, arrepentidos al eliminar unos recuerdos maléficos perturbadores del psiquismo.

 

Pero nada de eso ocurre  hoy, las catarsis están de moda  y nadie actualizado puede pasar sin tener un móvil moderno y una económica catarsis. Porque tampoco están los partidos como para pedirle dinero a los pocos afiliados pagadores de las cuotas para una catarsis, rubricada por un máster, claro.

Tengo mis dudas existenciales al alumbrar lo siguiente: una publicidad de gran efectividad por un pecio razonable. Se trata de  la norteamericana Míster Friendly, una startup especializada en logros no conseguidos por la competencia. El único requisito consiste en tener ganas de ir al baño y dedicarle en los 40 segundos de desahogo ─tiempo muerto mental─, a un mensaje pactado sobre una pantalla digital, de puesta en marcha al instante de miccionar.

Después de un alegre baile para celebrar la derrota, nada mejor el relajante más natural y placentero. Es cierta la posibilidad de creer algunos mal pensados en una encerrona, lejos de una ingenua forma de promocionar una campaña política, por ejemplo. Pero todo queda aclarado en la página web de Míster Friendly: «Entendemos la importancia de encontrar la forma de comunicarse cuando una persona esté lo más receptora posible. Y ese momento es cuando no tiene manera de escapar y solo puede centrarse en el mensaje». Supongo, dadas las largas experiencias de los norteamericanos en vender aspiradoras, acudan a la especialización: «Wáter para prostáticos, sin limitación de tiempo…».

 

Sin embargo, acostumbrados por estas tierras a la comunicación íntima, nada tendría de extraño algún letrerito como este: «¡Coño! ni siquiera puede uno mear a gusto» o «No me fío de los espías».

 

Otra cosa importante es la de limpiarse estos urinarios sin agua y automáticamente, ahorrando dos litros por visita, algo  sorprendente y muy de agradecer por la pereza cromosomática de los nacidos en este  lugar catártico  en no tirar del pomo o coquetona palanquita para dejar la cosa pulcra para el siguiente. Aunque siempre para los escépticos quede el cerrar los ojos, concentrarse en espiritualidades, apuntar bien y rogarle a los conseguidores celestiales una terminación feliz para los artríticos políticos empeñados en guateques adolescentes.

Según parece, estudian intensamente la logística aplicable  para las señoras, aunque de momento no han dado con la tecla. Esperemos en el bloqueo de la imaginación de los susodichos para, llegado un mal día, también intenten o logren acabar con nuestra parcelita de intimidad, esa en donde surgen los bebés, tan necesarios para las futuras pensiones.