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Chicas muertas en las cunetas

En caliente, se exige al legislador que para calmar el ‘sano sentimiento del pueblo’ reforme los tipos penales para endurecer las condenas.

 

La sociedad española se viste de luto una vez más. Por Laura Luelmo esta vez. Una chica de 26 años asesinada en mi tierra, Huelva. Las redes sociales estallan. Todos emiten juicios de valor acelerados envalentonados por el dolor y la justa indignación. Como cada vez que sucede algo así. La gran tragedia, por si lo sucedido no fuese suficiente, es que el cinismo de nuestra sociedad plástica apenas puede contenerse y desborda incluso a aquellos que deben cultivar la prudencia y el saber decir y hacer como rasgos necesarios para el desempeño de su función pública. Una vez más, los Penalistas de Facebook y Twitter sientan cátedra. Una vez más, nuestros políticos demuestran de qué pasta están hechos.

 

En caliente, se exige al legislador que para calmar el ‘sano sentimiento del pueblo’ reforme los tipos penales para endurecer las condenas y se saque de la manga leyes discriminatorias enfundadas con el nada excitante traje del ‘Derecho Penal del Enemigo’. Es decir, el Derecho Penal de los Estados Totalitarios que, como en la Alemania Nazi o la Unión Soviética, condena a las personas por pertenecer a una categoría y no por la puesta en peligro de bienes jurídicos concretos o en atención de las conductas llevadas a cabo y adecuadas al tipo penal. Con sus correspondientes medidas procesales, desde luego, que rompan el equilibrio de armas en un proceso penal o civil y que presupongan la razón al denunciante por ser mujer y la culpabilidad al denunciado por ser hombre. No hace nada la Ministra Carmen Calvo se expresó en estos términos. La mujer debe ser creída sí o sí. Con lo que la Presunción de Inocencia, la Carga de la Prueba, por no hablar del Principio de Personalidad de la Pena y de la individualización de la misma, que son principios básicos del Derecho Penal democrático, simplemente dejarían de existir. Esto, señoras y señores, es un razonamiento totalitario, y lo que es peor, extendido.

 

Una vez más, los Penalistas de Facebook y Twitter sientan cátedra. Una vez más, nuestros políticos demuestran de qué pasta están hechos.

 

Nadie se atreve a decirlo por miedo a ser tachado de ‘machista’, término empleado por las feministas radicales para anular el criterio libre del discrepante. Pero es la verdad. Tan verdad como que los políticos, ávidos de control sobre la sociedad, poder y votos, en su miseria moral más exacerbada, no pierden ni un minuto en manipular el dolor que siente la sociedad ante la muerte canallesca de una criatura inocente en la flor de la vida para proponer disparates jurídicos que recortan sus derechos, en una carrera esquizofrénica por presentarse como los mejores portavoces del dolor de las víctimas. Mucho más difícil en estos momentos es mantener la serenidad, el sentido común y desarrollar razonamientos justos y útiles a la vez.

 

Porque sigue habiendo Machismo en nuestra sociedad y la Mujer sigue siendo -cada vez menos, poco a poco- vista como un ser inferior que nunca podrá equipararse al Hombre, y cuyo destino está certificado por el rol de la chica buenorra de la Discoteca o del objeto vacío presto a satisfacer las necesidades sexuales de cualquier maníaco que es incapaz de entender que sobre su cuerpo manda sólo una misma. Y lo sigue habiendo porque el problema no es legal, sino de Educación. Sólo una Educación que no valore a las personas por ‘categoría’, sino como seres humanos diferentes, personas individuales particulares, al margen del género, el sexo, la raza, la religión o la procedencia, puede resolver al problema. Establecer penas más altas o leyes más duras no soluciona el problema, al revés, tiende generalmente a empeorarlo. Que se modifiquen los tipos penales para discriminar por género no impedirá que otras chicas como Laura Luelmo sigan apareciendo muertas en los barrancos. Y coaccionar a los Jueces para que vicien las garantías procesales de los investigados no hará que el dolor sea mañana menos insoportable que hoy.

 

Sólo una Educación que no valore a las personas por ‘categoría’, sino como seres humanos diferentes, personas individuales particulares, al margen del género, el sexo, la raza, la religión o la procedencia, puede resolver al problema.

 

Es momento de hacer prevalecer el raciocinio que nos debe caracterizar como seres humanos, y dirigir nuestras energías a establecer una mayor dotación policial para la vigilancia de las zonas menos transitadas, mejores medidas de protección contra quienes denuncian maltrato o acoso y diseñar un Sistema Educativo que haga entender, de una vez y para siempre, que todos somos iguales, sin que pueda prevalecer discriminación por ningún motivo. La sociedad debe ahora pedir al Legislador que desarrolle medidas más preocupadas por la seguridad de las chicas que vuelven solas a casa por la noche que por castigar simbólicamente con un año más/un año menos de penal al Hombre como presunto maltratador por el mero hecho de serlo. Así habrá menos chicas muertas en las cunetas.