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Ciudadanos desequilibra

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Pepe Torrente

No deja de llamar la atención la manera singular en que visten sus acciones anti corrupción los representantes del grupo político, amalgama de buenas voluntades, respiro de la derecha para no votar a Rajoy o área de descanso de la conciencia toque de atención al PP, llamado Ciudadanos.

Tras ese espectáculo policial, reservado por la justicia sólo para cuando los investigados son del PP, el pasado miércoles en Granada, la acción política de Ciudadanos ha tenido varias respuestas. Tantas como personas hayan hablado o escrito en su nombre, al hilo de la actualidad más vertiginosa. Sin la calma precisa. De ahí la confusión. En cierto modo, han sido víctimas de la turba.

La más cercana al sentido común parece ser la de su líder Albert Rivera, quien pidió tolerancia cero contra la corrupción. Plenamente de acuerdo. ¿Quién no va a compartir eso? Quien esto suscribe lo hace absolutamente. Luego estuvo la respuesta de Luis Salvador, portavoz local del partido naranja, quien habló de sanear la institución municipal, haciendo innecesaria cualquier investigación aclaratoria, puesto que él ya había dictado sentencia. Dijo de dar la oportunidad a soluciones excepcionales para una situación excepcional, con lo que, traduciendo, lo que pedía era comprensión y justificación a sus electores por su próximo apoyo a Podemos como futuro gobernante municipal. Reconoció que iban a explorar la posibilidad de organizar una moción de censura al alcalde. Quería decir que había que ver los pros, y también los contras, de ir con Podemos a lugar alguno. Eso sí, prometió no mojarse en la responsabilidad de gobernar. Que eso a él no le corresponde por su situación numérica. Claro, así cualquiera.

Luego estuvo la respuesta de Luis Salvador, portavoz local del partido naranja, quien habló de sanear la institución municipal, haciendo innecesaria cualquier investigación aclaratoria, puesto que él ya había dictado sentencia.

Hubo varias respuestas más de otros tantos ciudadanos, pero no es cuestión de marear al lector con ese baile de eslóganes, ebrio buscador de titulares.

La cuestión es que la justicia ha practicado unos registros domiciliarios con los que probar las distintas hipótesis de cargo y presunciones, o no; para, en su caso, imputar formalmente los delitos de los que se aparenta incumplimiento presunto por parte de los gobernantes municipales de Granada. Se olvida a menudo que la investigación en el Estado de Derecho no significa condena. Hoy, el secreto del sumario impide valorar el nivel de gravedad del asunto, si nos abstraemos del circo complementario con el que la UDEF adornó ayer, innecesariamente, la jornada policial.

Bien está todo lo que se encauce para lograr la aclaración de lo que aún hoy es sólo presunto. Y muy bien estaría que todo se supiera cuanto antes. Los ciudadanos necesitamos aclarar las dudas a pie de firma. Urgentemente.

Pero lo que no es de justicia, ni es de la equidad propia de un partido serio que juega a ser bisagra, es la demostrada virulencia con la que sacan la guadaña de cortar presuntas indignidades contra el PP que gobierna el ayuntamiento de Granada por un lado; en contraste con a meliflua acción con la que airean las corruptelas de la Junta de Andalucía que preside Susana Díaz, ese gobierno que ellos apuntalan.

Esa inquina tan especial con que se muestran contra Pepe Torres y su equipo, contrasta con la condescendencia, comprensión, incluso justificación a veces, con los problemas judiciales del gobierno de la Junta de Andalucía. Es lo que hacer perder el equilibrio del que alardean. La realidad les desmiente.

La credibilidad de un partido político, esa necesidad de ser y aparentar coherencia, amparados en su situación de privilegio por ser el amo de llaves que abre  o cierra gobiernos, se gana cuando el equilibrio seduce a las decisiones, cuando nadie puede encontrar reproche alguno en función de quién sea el beneficiado o perjudicado por su decisión.

Dejar dudas sobre si la acción exigente es la misma contra unos que contra otros es lo que hace el camino infructuoso. Más aún sabiendo el origen principal de los votantes de Ciudadanos.  Sobre todo, y de ahí la exigencia, cuando hay quien tiene muchas explicaciones pendientes, esperando respuesta en el doncel que reviste la alcoba de sus líos, que también los tienen, sin que los Ciudadanos de Andalucía muestre el grado de rebelión precisa que vemos con otros, empíricamente demostrado.