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Cómo supimos que habría una Expo 92

Entre noviembre y diciembre de 1981 se decidió aprisa y corriendo la celebración de un evento que cambiaría para siempre la historia de Sevilla

Santiago S. Traver / Opinión.- La historia de la Expo 92 tiene orígenes difusos por aquello de que un día supimos que había venido pero no cómo había sido. Lo cierto y verdad es que la idea se le ocurre a Manolo Prado y Colón de Carvajal, ayudado por adláteres como Miguel Sánchez Montes de Oca, y se la cuenta al Rey en su día, logrando que Exteriores solicite el evento en diciembre de 1981, plazo límite para ello. En ese momento ya la habían solicitado al BIE (Bureau International d’ Expositions) París y Chicago, también para esa fecha del 92 por el quinto centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo.

Pero en Sevilla no se supo nada de esta iniciativa hasta casi un año después, noviembre de 1982, cuando los miembros de la Comisión de Encuesta del BIE, presidida por el polaco Andres Horosckiewicz, decidieron que tenían que venir a Sevilla a analizar la ciudad y las condiciones para aprobar la candidatura. Y lo hicieron entre el 17 y el 20 de noviembre.

[blockquote style=»1″]Quedaron, por lo visto, muy satisfechos y en el informe entregado el 2 diciembre recomiendan una decisión salomónica: que se haga en París una exposición histórica en 1989 con motivo del 2º centenario de la Revolución Francesa, y dos Expos, una en cada mundo, a cada lado del Océano, en Sevilla y en Chicago. El comité ejecutivo del BIE de esa semana (7 de diciembre) lo aprobó. [/blockquote]

Ante esta inminente cita se convocó con urgencia, el día antes de la visita de los comisionados, a los medios más destacados de la ciudad –yo tuve la ocasión de asistir, acababa de fundar ese año la edición andaluza de Diario 16– y se nos dijo: “Mañana vienen a Sevilla unos señores de una comisión porque el Rey y el Gobierno quieren que se celebre una Expo en Sevilla en el 92. Así que aquí teneis un dossier, empezad a publicar cosas de este tema, para que cuando lleguen esos señores vean que en Sevilla hay mucho interés por la muestra”.

La citada reunión tuvo lugar por la tarde, cafelito por delante, en una pequeña sala de Juntas en el Pabellón Real donde estaba toda la Junta de Andalucía, ya presidida desde mayo por Rafael Escuredo. Y la persona que nos aleccionó sobre aquella noticia que nos estábamos desayunando no fue otra que su entonces jefe de prensa y compañero Enrique García Gordillo.

Como bien mandaos, salimos al día siguiente todos los medios con despliegues diversos de la gran Expo que íbamos a montar en Sevilla. Los señores de la Comisión de Encuesta, incluido el polaco, se dieron cuenta del interés que había en la ciudad, y visitaron a Escuredo, Manolo del Valle, Álvaro Alcaide, –presidente en funciones del Parlamento–, y Luis Uruñuela, alcalde por esas fechas. Y también vieron los terrenos baldíos de la Cartuja y la corta de Chapina, así como los pabellones de la Exposición Iberoamericana del 29.

El sábado los llevaron a Jerez de bodegas y el fin de semana de fiesta a Marbella, para que redactaran allí el informe. Quedaron, por lo visto, muy satisfechos y en el informe entregado el 2 diciembre recomiendan una decisión salomónica: que se haga en París una exposición histórica en 1989 con motivo del II centenario de la Revolución Francesa, y dos Expos, una en cada mundo y a cada lado del Océano, en Sevilla y en Chicago. El comité ejecutivo del BIE de esa semana (7-8 de diciembre) lo aprobó.

Y esa es la historia de algo que se improvisó y no salió del todo mal, gracias a que los medios decidieron colaborar con la causa. El recién creado Gobierno andaluz no estaba para muchas cosas –cabía todo en el Pabellón Real– sin estructuras ni apenas proyectos más allá de aquel breve dossier que nos entregaron con urgencia.

Pero la cosa salió adelante y hubo Expo. Por el camino, Chicago renunció –estuve por cierto en la sede organizativa de Illinois y parecían más preparados que Sevilla– y hubo diversas crisis. Manolo Olivencia, el primer comisario que había declarado a finales de la década “ahora se cree Sevilla lo de la Expo, porque vamos a ir gratis a los toros”, se tuvo que ir. Y vino Pellón y sus muchachos y la Expo se acabó y se inauguró en fecha y hora. Pero eso son otras historias.