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«Compañeras, no todo vale»

Juan Carlos Arias
Juan Carlos Arias*

El juicio en Pamplona a cinco sevillanos que integran ‘La manada’, como se autodenominan unos ultras sevillistas, por la violación de una madrileña de 18 años en los penúltimos sanfermines concentra interés mediático y social. La lógica indignación popular se abre paso sobre hechos que repugnan al más sentido y al sentido común.

 

Este grupo, ‘La Manada’, lo lidera individuo apellidado ‘Prenda’. Son parte un militar profesional y un guardia civil destinado en Pozoblanco (Córdoba), donde meses antes de los sanfermines otra chica denunció una agresión sexual parecida al proceder de ‘La Manada’ en Pamplona.

 

El escándalo surge porque la defensa de tres acusados logró se admitiera un informe de detective que, al parecer, relata actividades cotidianas de la presuntamente violada. El ‘dossier’ incluiría fotos selectivas en redes y datos de la vida normal que realizaría la joven tras ser forzada sexualmente.

 

 

Profesionalmente rechazaría seguir pasos de víctima de un posible delito de violación.

 

 

La prensa repite ad nauseam el ‘espionaje’ sufrido por la madrileña. Pero estos informes son habituales sobre lesionados, accidentados y/o demandantes para valorar secuelas. Los piden aseguradoras, mutuas, bufetes y particulares ante reclamaciones desorbitadas fundamentalmente Las secuelas adveradas fijan sumas indemnizatorias. Es decir, verificar actividades de personas en espacios y perfiles públicos no entraña es el calumnioso ‘espionaje’, matraca que se asocia al noble oficio del detective.

 

A título personal debo añadir que es penoso sufrir violación y ‘aparentarla’ cotidianamente semanas y meses después. Profesionalmente rechazaría seguir pasos de víctima de un posible delito de violación. El énfasis, además, de ‘La Manada’ repitiendo que todo fue consentido chirría con mensajes y videos que grabaron durante su brutal, desproporcionada y cobarde ‘hazaña’. Además, esa basura osaron compartirla en un grupo de mensajería.

 

Llegados a este punto debe aclararse que el derecho a la defensa alcanza al peor criminal. Pero no todos los abogados defienden a narcos o pederastas, por ejemplo. Ni todos los periodistas son paparazzis que acosan y violan intimidades, ni los albañiles generalizan las chapuzas de obra. Son minoría, afortunadamente, los profesionales más cuestionables y ‘conocidos’ en sus respectivos gremios. Pero su pauta difama al resto de sus colegas.

 

Singularizando sobre detectives privados el tema es peor. El sabueso acoge un plus de maldad que arrastramos tras cerrarse por espionaje a políticos de la agencia barcelonesa Método3, la redada –Operación Pitiusa- que llevó  calabozos a casi 60 investigadores privados y esa minoría de garbanzos negros que, con y sin licencia, relativizan la excelente imagen y simpatía social que distinguía al detective español hasta la primera del siglo XXI.

 

 

La inexperiencia de ‘Lola’ chirría con un tema tan sensible como el que nos ocupa donde veteranía y mesura deberían ser pareja.

 

 

Centrándonos en el detective que investigó a la chica que denunció ser violada leemos noticias que denotan, además, una praxis llamativa. La atribuida autora del informe es una veinteañera, Dolores Castro Cuadrado. Es factótum en ‘Cassol Detectives’, agencia sin sede física, ni web (recién borrada) aunque sí con éxito en twitter (329 seguidores). Vamos bien!

 

‘Lola’, sospechamos, regenta una agencia ‘virtual’. Este es un cáncer para los detectives que pagamos impuestos y mantenemos despachos aportando seguridad jurídica a nuestros clientes, proveedores y autoridades. La inexperiencia de ‘Lola’ chirría con un tema tan sensible como el que nos ocupa donde veteranía y mesura deberían ser pareja.

 

Más llamativo es que la esposa del abogado de ‘La Manada’ Agustín Martínez, el que ‘colocó’ el Informe de ‘Lola’ en la audiencia navarra, es una curtida detective llamada Manuela Martín Salinas (Agencia Manel). Además, ‘Manoli’ lleva el oficio en vena. Su padre fue detective, expolicía, karateka e hijo de un Coronel. Muchos sabemos que la detective Martín es convencida feminista que conoce bien el maltrato machista. Paradoja total.

 

La hipótesis de por qué pasan estas cosas tan incomprensibles es que la veterana subcontrató el caso a la novel huyendo de un tema espinoso. Esto avala lo que intuimos: todo vale, todo por la pasta. La minuta es sagrada, lo único que importa. La historia que publica el periodista de elespanol.com Andros Lozano no desmiente lazos entre Martín y Castro. Los nexos entre la primera y el abogado de los presuntos agresores son evidentes.

 

La sentencia del caso aclarará las secuelas y evidentes daños morales que sufre, presuntamente, cualquier violada, robada y vejada.

 

Lo peor de tan triste historia es que la discutible ‘práctica’ de dos investigadoras privadas difama a la totalidad de su gremio, el mismo que enriquece la jurisprudencia española sobre la prueba con informes documentados, serios, solventes y creíbles. El mismo que genera pactos dentro y fuera de juzgados, avala inocencias o confirma culpabilidades.

 

En mi cuarta y última obra ‘Detectives.Rip’ (Editorial Seleer 2015) citaba a Martín Salinas en la página 110 como autora de un contra-informe al del firmante que no ratificó en estrados. Su abogado acabó perdiendo un pleito donde su cliente, un mal padre, exigía millones de euros para liquidar un matrimonio. La maltratada que contrató a este modesto detective tumbó la extorsión gracias a una jueza con acreditados reflejos acotó el negocio de un padre que abandonó a sus hijos, uno discapacitado, tras el fiasco. Esta clientela es la que ‘trabajan’ en Manel.

 

Desconocemos si la verdad de la detective Castro, además de los 350 euros que dice cobrar por día,  tiene más padrinos que su cliente. Sí sabemos que Martín y ‘La Manada’ tienen antecedentes en su singular proceder. La sentencia del caso aclarará las secuelas y evidentes daños morales que sufre, presuntamente, cualquier violada, robada y vejada.

 

Cuánta razón tuvo Raymond Chandler en ‘El Largo Adiós’ para describir al detective: ‘Por las calles canallescas, va un hombre sin ser un canalla’. Señores, señoras, no todo vale en cualquier profesión. Conviene recordárselo a Martín y Castro. El bochorno no debemos pasarlo todos por la codicia de unos pocos.

 

El daño, de todas formas, ya está hecho en el alma popular que clama Justicia para unos seres que mejor tenerlos lejos. Ser detective no distingue faldas de pantalones, ni ideas, hábitos, credos, ni cobrar más o menos por servir al cliente. Ser detective es ética y documentar la verdad para iluminar la Justicia. Todo lo demás es de película o novela mala. Ser Detective es un orgullo que honra a la comunidad que sirve.

 

*Juan-Carlos Arias, es Detective y Escritor.

@jcdetective

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