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Contra el Sistema, igual que al final del franquismo

Francisco Rubiales
Francisco Rubiales

El feo espectáculo que está ofreciendo la clase política española después de las elecciones del 20 de diciembre, traficando con el poder y las ideas, pretendiendo alianzas contra natura, derrochando codicia y ambición e incapaz de alcanzar acuerdos por el bien de la nación, está acentuando el rechazo de los españoles a su clase política y el deseo de luchar contra el poder como si éste fuera más una tiranía que una democracia.

La sociedad civil española, activada por sus vanguardias, se está movilizando contra el sistema político actual, al que considera injusto, abusivo y bloqueado. Está ocurriendo lo mismo que en la etapa final del Franquismo: surgen foros de debate, blogs, nuevos medios en Internet, grupos de presión, tertulias políticas, agrupaciones, asociaciones y círculos que debaten sobre como cambiar el sistema político español, impermeable, ajeno a la ciudadanía y sin un gramo de democracia.

Parece que el país empieza a despertar y que el renacimiento comienza, toda una gran noticia para la decencia y la democracia.

España vuelve a movilizarse, como hizo en la etapa final del Franquismo, y lo hace por las mismas razones, porque las vanguardias de la sociedad ven la necesidad se cambiar el sistema, que se ha vuelto injusto y ajeno al bien común, para lo cual es necesario movilizar y devolver protagonismo a una sociedad civil que previamente ha sido ocupada, desarbolada y desmotivada por los partidos políticos, a los que cada día se señala con más claridad como los grandes culpables del actual desastre de España, un país corrompido, inútil e incapaz de reaccionar ante la injusticia, el desempleo masivo, la ruina, la decadencia y el abuso de poder.

[blockquote style=»1″]El 15 M fue el trompetazo de salida de la protesta y de la resistencia contra el sistema injusto y antidemocrático que se creó tras la muerte de Franco, constantemente corrompido por los partidos políticos y los gobiernos. [/blockquote]

Al igual que ocurría en tiempos de Franco, la parte más sana, formada y activa de la sociedad española demanda democracia y no la ve posible en el actual «régimen», cuyo deterioro ha alcanzado niveles alarmantes. Los partidos políticos ya no son instrumentos de participación política, ni mecanismos para llevar los criterios y deseos del pueblo hasta el corazón del Estado, sino simples grupos de poder que se han apoderado del Estado, donde se agrupan los ambiciosos con ansias de dinero y privilegios, ajenos a los ciudadanos y capaces sólo de aprovecharse, no de servir.

No es cierto que en España la gente se esté desmotivando y despolitizando, sino todo lo contrario. Los ciudadanos sienten ahora pasión por la política, como en los tiempos de la lucha contra el Franquismo, porque sienten la necesidad de desalojar del poder a los que han arruinado España, construyendo una sociedad desigual, injusta, sin esperanza ni ilusiones y frenada por la corrupción, el abuso de poder y el mal gobierno, víctima del fracaso de su enseñanza, de la injusticia, la mentira y el egoísmo que fluyen de una partitocracia que ha suplantado a la democracia.

Como entonces, la democracia vuelve a ser el gran sueño.

El 15 M fue el trompetazo de salida de la protesta y de la resistencia contra el sistema injusto y antidemocrático que se creó tras la muerte de Franco, constantemente corrompido por los partidos políticos y los gobiernos.

El surgimiento de nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos, el castigo en las urnas a los partidos tradicionales, sobre todo al PP y al PSOE, los grandes responsables de la injusticia reinante, y la actual proliferación del activismo en la sociedad civil son los principales frutos del hartazgo y de la reacción de una sociedad española que siempre tarda en despertarse, pero que siempre es eficaz y dura cuando despierta.

La actual reacción contra los viejos partidos y contra los abusos del sistema es el rasgo mas positivo de la nación y el síntoma mas esperanzador de una España que está ya amenazando a los políticos y exigiendoles regeneración y democracia.

[blockquote style=»1″]La nueva lucha es un síntoma saludable y optimista porque el pueblo ya no puede ser engañado tan fácilmente como hace poco mas de una década, cuando éramos tan imbéciles que creíamos vivir en una democracia[/blockquote]

Las antiguos instrumentos de la sociedad civil que se construyeron y activaron durante el Franquismo para la lucha contra la dictadura y que luego fueron liquidados por los partidos políticos para neutralizar la sociedad y conseguir el monopolio de la política, están siendo ahora reconstruidos y surgen grupos de análisis, de estudios y de debate para forzar el cambio democrático, para reformar la educación, que está por los suelos, en la cima del fracaso, sólo superada en Europa por Grecia, para fortalecer la somnolienta sociedad civil, para desacreditar a los partidos, para remover la conciencia de los periodistas, que son, junto con jueces y policías, los grandes soportes del injusto sistema español, y para arrebatar al poder y dotar de libertad a las sometidas universidades, sindicatos, medios de comunicación libres, colegios profesionales y asociaciones de todo tipo.

Parece increíble, pero el ambiente que vivimos ahora se parece mucho a la lucha contra el Franquismo ya decadente, de finales de los 60 y 70 del pasado siglo. Ahora hay mas libertad para reunirse y «conspirar», pero ahora también es más difícil la lucha, no sólo porque el régimen bastardo creado por los partidos es más sabio y fuerte, sino porque no es lo mismo luchar contra un dictador que contra una dictadura de partidos hábilmente travestida de democracia.

La nueva lucha es un síntoma saludable y optimista porque el pueblo ya no puede ser engañado tan fácilmente como hace poco mas de una década, cuando éramos tan imbéciles que creíamos vivir en una democracia, cuando ya los políticos robaban, forjaban el independentismo, engordaban el Estado para colocar a sus amigos por cientos de miles, domesticaban a los jueces, compraban periodistas, anulaban la sociedad civil, se atiborraban de privilegios y sembraban el país de injusticia y abuso, todo sin que nos diéramos cuenta, como imbéciles aborregados.

Ahora, por fortuna, todo es diferente porque la lucha por la democracia y la justicia ha empezado de nuevo en España, donde una vez más «empieza a amanecer».