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Copita de Rueda en el Resort de Chiclana

Nunca comprendí lo siguiente: el acuerdo de la X Legislatura exigía eliminar los aforamientos en Andalucía.

Tengo la convicción de que la política – a distintos niveles –es una botica de las antiguas. Afuera, el mostrador y el público – nosotros -. Lo que se ve. Lo que se nos despacha y se nos enseña. Adentro, un espacio peculiar. Entrañable, si se quiere. Se llamaba y se llama rebotica y, en muchos lugares, servía de tertulia para los selectos del lugar. Los que eran capaces de leer la prensa e interpretarla. Lugar donde, apartados de miradas indiscretas, tres o cuatro podían urdir pactos o maniobras que al día siguiente serían acuerdos en el pleno del Ayuntamiento. 

Disculpen la introducción, un poco etnográfica. Pero no puedo evitar la impresión de que el probable anticipo de las andaluzas y la bronca de los aforamientos de Ciudadanos tiene mucho de escena de mostrador, pactada en la rebotica del Parlamento de Andalucía. Y me explico.

 

La X Legislatura Andaluza nació complicá, ya lo saben, y no me voy a poner pesao. Planeaban los EREs y la impresión de que IUCA y Valderas habían sido manejados con habilidad por Su Majestad en asuntos espinosos.

 

En aquel momento, Podemos y Teresa Rodríguez ni querían ni podían permitirse caer en lo mismo por un plato de lentejas. 

 No cabe la menor duda de que Susana Díaz es una líder práctica, intuitiva y habilidosa – aunque le caben otros calificativos -. Suple sus carencias formativas o de trayectoria en la gestión de los asuntos cotidianos con destrezas entre bambalinas solo posibles en un lugar como Andalucía, en un partido como el suyo – y en Andalucía -, y en este momento político. Aprendió de sus mayores que el poder está en el centro y lo confiere el centro: la sintonía estrecha con amplias capas de la sociedad y de su empresariado. Ello se sabe desde Augusto, sin que quepa establecer otro punto de comparación entre este y la susodicha.

Lo de Susana es para otro artículo. En esencia, apoderarse de la médula de la sociedad. Disponer de buena parte de los medios – pastizal mediante –, que nos hagan creer lo de Andalucía imparable, mientras la propia experiencia de tantos ciudadanos y los datos concretos subrayan lo contrario. Hacernos ver interesadamente eventos, muestras, innovaciones; pruebas todas de que estamos en mejora permanente, mientras se nos invita a mirar hacia otro lado cuando van emergiendo – inevitablemente – las ratas muertas de las alcantarillas y, peor aun, el lado feo-feísimo del inmenso cuarto de atrás. Pero, nada de ello es posible sin desarmar a la oposición. Y esta se desarmó, sumisa, año tras año.

 

El análisis del fracaso de la oposición andaluza da para otro artículo, del mismo modo. Pero lo dejo, apenas iniciado el párrafo. Cónfer Esperanza Oña: “algo habremos hecho mal”, y ahí se queda.Porque hoy el tema es otro.

 

Voy a Ciudadanos. La cuña que – en Andalucía – cada vez más parece de la misma madera de su socio parlamentario. Sin embargo, me da la impresión que Ciudadanos en Cataluña es diferente a Ciudadanos en el resto de España.En Cataluña, Ciudadanos se nos antoja resistencia cívica frente a un independentismo catalanista radical convertido en Herri Batasuna Rh-. En el resto de España, será otra cosa. No voy a entrar hoy. Entro en mi tierra – que no mi patria ni mi nación, que son solemnes chorradas -, Andalucía. 

Fui pesimista respecto al apoyo de Ciudadanos a Susana al comienzo de la X Legislatura. Porque conozco un poco el trasfondo y la habilidad de la susodicha, y no me fío en absoluto del argumento de “la gobernabilidad” – se apoyan según qué gobernabilidades -. Uno hubiera preferido repetir elecciones, como amenazaba la Reina y Señora. Manque la Sultana ganase por la absoluta. Haber sacado a colación el clásico, Pedro Crespo: “el honor es patrimonio del alma, y el alma solo es de Dios…”. Y tú tenías y tienes info de rebotica, Juan Marín. No se hacen ciertas compañías. Son como los pactos con el demonio. Acaba uno siempre condenao. Tarde o temprano. Te lo dicen los clásicos de la Literatura Castellana.

 

 Polemicé en twitter con Ciudadanos acerca de su contribución a limitar los excesos de la bien pagá y mejor veraneá, como se la va conociendo después de su estancia en Chiclana hace un mes. 

 

Se me adujo cómo aquellos forzaron a limar lo de las Herencias de la voracísima Montero, premiada ahora con un patadón al gobierno bonito, justamente en la cartera que la ha hecho temible – su paso por la Consejería de Sanidad la hizo merecer otros calificativos -.

 Y, por último, nunca comprendí lo siguiente: el acuerdo de la X Legislatura exigía eliminar los aforamientos en Andalucía. Eso era asunto de mostrador: la boticaria con su adjunta, delante de la clientela. Con ese acuerdo, los nueve diputados de Ciudadanos en el Hospital de la Sangre accedieron a apoyar el gobierno de un partido heredero de un sistema locorregional y unas figuras de relieve – “el régimen” – ahora y entonces en el banquillo de los acusados por cargos de malversación y prevaricación. Dejo pendiente otro artículo para exégesis jurídica con los apoyos técnicos adecuados.

 

 La cuestión, para mí incomprensible, es cómo estas exigencias de Ciudadanos a la Monarca del Sur no se hicieron perentorias en 2016 ó 2017.

 

Cómo el “chantaje” o “la catarata de ultimátums” – como se vienen calificando desde la Junta – no se presentaron en su momento y forma, y esperan ahora, a legislatura casi concluida, forzando un adelanto testimonial de tres meses.

 Tengo que confesar que mi imaginación es calenturienta. Y que no puedo evitar la idea de que el resort de lujo de Chiclana de la Señorona de Andalucía (1100€ la noche, oigan, de sus impuestos y los míos, oigan, en la Comunidad más pobre de España con Extremadura y Canarias) habrá servido de rebotica de playa. Y que don Juan Marín se habrá dejado caer por allí, a darse un chapuzón y comer como el Duque de Medinaceli (porque es de Sanlúcar de Barrameda y porque no puede haber rey en Andalucía donde ya hay una reina propietaria con mando en plaza).

Y que habrán reído y comido, gamba blanca de Huelva y verdejo muy frío. Pero luego la Reina le suelta al otro: “a ver, Juanito, a trabajar: tú me dices en el mostrador que yo no he cumplido. Y yo te respondo que tú no me dejas gobernar. No me mires así, Juan, que el Pablito Casado está creciendo, y yo me tengo que aprovechar del efecto Sánchez, aunque en la rebotica me ponga un poco nerviosa. Votan las criaturitas, para quedarnos igual, escaño arriba, escaño abajo.Luego, tú me exiges lo de los aforamientos y veinte pamplinas más, y yo te digo que lo vamos a mirar. La vida sigue igual, Juanito… Un poco más de Rueda, porfa… ¡Frío de muerte!”.