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Cuando las críticas se convierten en elogios

Como a los vampiros, a Arenas no lo quitan de enmedio ni con ajos ni con cruces. Y ya veríamos si lo podrían eliminar clavándole una estaca en el corazón.

Desde que el pasado sábado los compromisarios del PP eligieron a Pablo Casado por encima de Soraya Sáenz de Santamaría como nuevo presidente del partido en sustitución de Mariano Rajoy, no he dejado de oir bastates tonterías, sobre todo por parte de aquellos que han visto en el nuevo y joven líder de los populares a un posible y temible enemigo que puede reconducir al centroderecha español a las raíces liberales y democristianas que fueron su base ideológica y con las que consiguieron en diversas ocasiones alcanzar el Gobierno con mayorías suficientes como para no tener que depender de socios indeseables.

 

Resulta sintomático que tanto las redes sociales como los medios de comunicación dominados por la izquierda, estén bombardeando a sus seguidores y a quienes quieran escuchar sandeces manipuladoras con el mantra de que Casado es un claro representante de la ultraderecha teledirigido por José María Aznar.

 

Me da la impresión de que lo que Casado quiere es, primero, recuperar a esos cientos miles de votos que se han escorado hacia Ciudadanos o Vox por la falta de iniciativa, el complejo y los miedos de los gobiernos de Rajoy, y segundo, recuperar una ideología que se ha ido diluyendo en los últimos años, cuando no olvidando, por mor de ceder ante algunos movimientos sociales y políticos de progresismo de escaparate. El “ladran, luego cabalgamos”, que no es como muchos dicen del “Quijote” de Cervantes sino del poema “Labrador” de Ghoete, se ha puesto de manifiesto por parte de los dirigentes de Podemos, Ciudadanos o del PSOE tras la elecciónde Casado. A todos ellos les ha faltado tiempo para acusarle de ultraderechista cuado no de fascista o nazi, mientras que para esos mismos Soraya parecía que fuese tan izquierdista como Rosa Luxemburgo. ¡No te jode!

 

Creo que todos, unos y otros, los que están a favor y en contra de Pablo Casado, deberíamos esperar un cierto tiempo para juzgarle.

 

Como han pedido los socialistas con Pedro Sánchez los cien días de gracia, algo similar se debería de pedir para Casado quien tiene por delante una árdua tarea de recomponer un partido fracturado y en decadencia. Habrá que esperar hacia dónde dirige sus pasos y con quienes se rodea en una Ejecutiva donde tratará por todos los medios de unificar diversas sensibilidades para evitar los navajazos tan propios en los partidos de la derecha. Como dice la frase atribuída a Pío Cabanillas “A veces la política se complica tanto que yo ya no sé si soy de los nuestros”.

 

Los efectos colaterales en el PP andaluz

 

Con todo, no me gustaría acabar este artículo sin centrarme en lo que puede ocurrir ahora en nuestra querida Andalucía cuyos dirigentes populares, desde Javier Arenas a Juanma Moreno pasando por Antonio Sanz, se han destacado claramente en apoyo de Soraya Sáenz de Santamaría, logrado el triunfo de ésta en la primera vuelta. Lo lógico es que Casado hiciese cuanto antes una “limpia” andaluza y potenciase a aquellos que le han apoyado. De momento, aparte de la inclusión del cospedalista Zoido en el comité nacional y del cargo que le conceda a Fátima Báñez, poco más se sabe.

 

Entre todos los que han dado la cara por Casado destaca la vicepresidenta del Parlamento andaluz y alcaldesa de Fuengirola, Esperanza Oña, a quien, pese a su indudable valía, Arenas arrinconó hace tiempo para evitar que le hiciese sombra alguna.

 

Quizás fuese, a medio y largo plazo, la candidata ideal para enfrentarse con cierta garantía a Susana Díaz. Pero me da a mi que, de momento eso no es posible, sobre todo si, tal y como se anuncia, la presidenta andaluza decide adelantar las elecciones autonómicas al próximo otoño. A Casado no le queda tiempo de reacción y habrá que esperar a un nuevo congreso del PP-A para sustituir a la actual directiva. Ya veríamos si entonces la fruta está lo bastante madura para recogerla.

 

¿Y Arenas? ¿Qué pasará ahora con Javier Arenas?

 

La pregunta no es baladí. Experto en flotaciones imposibles, en renacimientos inauditos (algunos le apodan “El boya” o “El corcho”) el eterno líder de los populares andaluces tratará de buscarse acomodo en el nuevo organigrama nacional o regional del reestructurado PP. Pueden pensar lo que quieran, pero yo estoy seguro que seguirá ostentando algún poder aunque sea en la sombra. Cuando, a finales delos años ochenta, el guerrismo quería acabar con Rodríguez de la Borbolla como presidente de la Junta, Pepote hizo famosa la frase de que él “aguantaba más que un buzo debajo del agua”. Aquello fue un bluff, una fantasmada porque Guerra se lo quitó de enmedio sin despeinarse y colocó en su lugar a Manuel Chaves. Ya veremos si Pablo Casado es capaz de que “El niño” Arenas, cerca ya de la edad de la jubiliación, abandone la polìtica y vuelva a la actividad privada. Démosle tiempo al tiempo. Yo me apostaría lo que fuese a que, con mayor o menor claridad, quizas en la sombra, continuará manejando los futuros hilos de la derecha andaluza. Lo lleva en la sangre y grabado en su piel como un tatuaje. Como a los vampiros, a Arenas no lo quitan de enmedio ni con ajos ni con cruces. Y ya veríamos si lo podrían eliminar clavándole una estaca en el corazón. Lo dudo.