Observarán que nuestra clase política hace pequeños esfuerzos para ocultar que están de vacaciones. Dan la impresión que, a pesar de que las ciudades del interior presentan el aspecto de un poblado cinematográfico del Desierto de Tabernas, ellos siguen trabajando. Es una verdad a medias si aceptamos pulpo como animal de compañía. Con una puntual declaración a Efe o a Europa Press, las dos agencias que hacen la crónica política de Andalucía en los medios andaluces despachando declaraciones estivales, nuestra clase política enseña la cabeza para recordarnos que Sus Señorías justifican sobradamente el suelo público que percibirán este mes pese a estar el Parlamento cerrado a cal y canto. Y aquí no hay distinciones ideológicas ni siglas.
La vergüenza política está, en plena canícula, tan repartida como el gordo de la Lotería en Navidad. Por cierto, que no se sabe muy bien a qué espera el organismo de Loterías del Estado para instaurar un sorteo homenaje a Bérchules, en Granada, que celebra su fin de año en pleno mes de agosto. Una curiosidad más de nuestra tierra que, además de esta celebración tan atípica, puede presumir de tener un ‘Papa’ en el Palmar y hasta un independista, nacido en el siglo con el nombre de Pedro Ignacio Altamirano. Ocupar el primer puesto en los indices de paro, no es algo de lo que podamos presumir.
Ni siquiera la creación del “partido de la Epifanía” – el copyright es de mi colega de Benito Fernández en su último artículo de CA– el de Gaspar (Llamazares) y Baltasar (Garzón), han significado un revulsivo para que en las horas de insomnio por la caló de estas noches, nos paremos a pensar medio minuto en el presente y futuro de la izquierda en España. Una izquierda atomizada, dividida, mal avenida, a veces encanallada, donde está quedando meridianamente claro que los personalismos prevalecen sobre programas y soluciones para los problemas de la gente. Y en ese camarote anotamos media docena de siglas u opciones: PSOE, Podemos, IU, las Mareas, la CUP, Compromís… y ahora un nuevo quiero y no puedo de lux, salpimentado con lo que queda incumplido del 15M.
Pues bien, la abuela parió en verano el proyecto Actúa, muy bonito y floreado, pero que en realidad levanta fundadas sospechas de que dos o tres señores se empiezan a trabajar desde ya el escaño para la siguiente legislatura.
El nuevo gobierno de Castilla La Mancha, entre PSOE y Podemos, pese a lo que significa de unidad de acción de la izquierda, ni siquiera ha sido recibido con unanimidades en el seno de las dos formaciones afectadas. Susana Díaz y Teresa Rodríguez ya se han encargado de echar agua al vino de esta boda que vamos a ver lo que dura y como termina.
En ese contexto de “trabajo” agosteño de nuestros políticos es donde podemos encontrar las típicas serpientes de verano que, este año en Andalucía, son culebrillas de carretera asustadas como los linces por el abundante tráfico. Y a esta categoría habría que apuntar las últimas declaraciones del líder regional de Ciudadanos, Juan Marín, al que es de imaginar cargando baterías en su pueblo, Sanlúcar de Barrameda. Pues desde allí ha soltado su culebrilla.
Ha salido Juan Marín a anunciar el impulso de una ley para acabar con “el clientelismo y el favoritismo” del PSOE, “o de quien gobierne” se ha apresurado a matizar, como olvidando el hecho de la imbatibilidad electoral del PSOE desde hace tres décadas largas. Sí, han visto bien, el jefe de filas del partido naranja, leído el titular, no habría hecho más que mentar la soga en casa del ahorcado, pensarán algunos, tanto como pretender quitarle al PSOE el armazón fundamental de sus victorias electorales desde 1982 en Andalucía. Lo que popularmente se denomina ‘red clientelar socialista’, la verdadera clave de las victorias sucesivas del socialismo sureño.
Marín ha optado por adornar su proyectada ley como si recogiese un clamor popular o la demanda social de la calle.
Pero el anuncio de eliminar el clientelismo del PSOE, que nadie se alarme, no va por donde la inmensa mayoría de andaluces pueden pensar. No, no se trata de evitar el enchufismo familiar o sectario, el amiguismo y partidismo en la Junta, de ese clientelismo no se trata. En realidad, se trata de otro tipo de clientelismo y en claro beneficio político de Ciudadanos.
Marín ha optado por adornar su proyectada ley como si recogiese un clamor popular o la demanda social de la calle. Así, el objetivo de dicha iniciativa es conseguir que «todas aquellas organizaciones de ámbito empresarial o sindical representativas de los distintos sectores tengan garantizado por ley, no solo las necesidades en materia de infraestructuras, sino el peso específico de representatividad que puedan tener, por ejemplo, en las negociaciones o participación en desarrollo de leyes».
Parece claro que Ciudadanos lo de combatir el amiguismo quiere ubicarlo en un ámbito más institucional, dando carrete a los agentes sociales, por cierto, muy tocados con la crisis de estos años y cuya influencia social e imagen pública ha bajado muchos enteros en poco tiempo. Particularmente ante el poder socialista, perfectamente consciente de la debilidad de la mayoría de estas organizaciones sociales como la patronal y sindicatos. No olvidemos que algunas han estado sometidas o están a severas investigaciones judiciales, como UGT. Incluso la CEA, donde parece que puede reactivarse judicialmente el caso de las Vpo.
El líder de Ciudadanos nos ha querido hacer creer que va a pelear en contra del clientelismo, pero en realidad lo que está haciendo es conectar su formación con organismos sociales que piden ayuda, amparo, transparencia y cariño desde el poder.
A priori, dar a cada uno lo que le corresponda por derecho, no debería ser algo a valorar negativamente. Lo que sí resulta chocante es comprobar como algunos intentan manipular a la opinión pública mediante mensajes de contenido equívoco que acabarán como las culebrillas del verano, en hibernación hasta el año que viene o para la primera campaña que toque.
*Pepe Fernández es Periodista. Editor y Director de Confidencial Andaluz.
@Pepe_Fdez