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¿Culpables de un logro?

No sería la primera vez, ni será la última, que el PP se pega un tiro contra su propio pie. A veces incluso no es un solo disparo, sino que pareciera ser una metralleta la que se encargara de la ráfaga. Es ese continuo y cansino intento de parecer el malo, sin serlo. Al menos el único. Y no es porque lo digan los de fuera en cumplimiento de su labor contrincante, sino que desde dentro se empeñan en demostrar que tienen razón quienes lo estigmatizan como el malo en la película de la política. Hubo tiempos en los que cuando a Granada se anunciaba la visita de un ministro (los lunes era el día habitual para la visita), los temblores entre los directivos del partido a nivel provincial  hacían temblar media Vega. No se sabía qué pata podía meter el ministro o ministra de turno, de nuevo, en ese atestado y fullero mundo, a veces, de la comunicación entre políticos y periodistas.

 

Comunicar las decisiones que el pueblo interesa o exige se comunica solo. Lo complicado viene cuando se quieren vender duros a siete pesetas.

 

Se viene especulando con la situación interna del PP, electoralmente hablando, y se suele culpar de manera recurrente a la comunicación tan mala del partido. Cuando sólo hay que comunicar decisiones inexplicables y hacer que éstas parezcan algo distinto a lo que todo el mundo interpreta o ve, la comunicación sí que se convierte en un problema evidente. Comunicar las decisiones que el pueblo interesa o exige se comunica solo. Lo complicado viene cuando se quieren vender duros a siete pesetas. Algo que viene siendo una dificultosa manera de colocar la mercancía. Vender por encima del valor que se aporta, en Andalucía, sólo le está permitido a quien tiene en el régimen progresí una disposición y autoridad plena de los instrumentos públicos de comunicación, o cuasi plena (subvenciones y demás mediaciones mediante) también de los privados.

 

Díganme si no cómo puede aparecer el PP como culpable de haber conseguido que el AVE llegue, que llegará pronto, a las ciudades de Loja y Granada. Esa excepcional inversión, que tiene como objetivo conectar a la ciudad de la Alhambra con la Alta Velocidad Española, está siendo víctima de la falta de comunicación de los interesados, el PP, y a la vez, de la manipulada información de los desinteresados en que triunfe una gestión del PP.

 

 

Retrasos de metros, trenes y aves, da lugar a que muchísimos granadinos vean como un lastre que tiene a  Granada olvidada por parte del PP que dirige el gobierno del Estado.

 

Que si atrasos, vías de agua, veneros y canalizaciones extrañas, que si soterramientos, si aplazamientos, adjudicaciones demasiado temerarias… El caso es que hoy por hoy, enero de 2018, lo que debería ser un logro para la exigencia del pueblo que tanto lleva aguantando retrasos de metros, trenes y aves, da lugar a que muchísimos granadinos vean como un lastre que tiene a  Granada olvidada por parte del PP que dirige el gobierno del Estado. Y lo peor es que sin ser cierto, da pábulo al argumento que Granada lleve más de mil días desconectada por vía ferroviaria del resto de España. Que para coger el AVE haya que ir a Antequera en autobús de línea. Magdalena Álvarez sólo inauguró una máquina de expender tiques del AVE con salida en Málaga. Pero los suyos se han vestido de amarillo chillón, se hacen llamar Marea Amarilla y no rosa progresí, y nos están haciendo creer que el logro tan importante para Granada, es más un defecto. Y así vamos.

 

Baja el paro en Granada, sube la inversión del PP en la provincia a cotas nunca antes vistas. Incluso el propio JuanMa Moreno vaticina un incremento en 600 millones de euros que regarán desde las arcas del Estado a esta nuestra querida Andalucía. Tenemos la garantía de una A7 que hoy día es un eje imprescindible para unir la Costa andaluza desde Málaga hasta Murcia, y para vertebrar bien nuestra provincia. La segunda circunvalación está cumpliendo tramos y ritmos con la lógica presupuestaria de estos tiempos de inversión muy medida. El PP va a lograr lo que nadie del socialismo gobernante en la época había siquiera planificado hasta que llegara Álvarez Cascos al Ministerio de Fomento: un AVE entrando a la estación de los pajaritos de Granada.  Pero, aún así, el PP pareciera ser culpable, en su acepción más negativa y condenatoria posible, de tan alto logro para nuestra provincia.

 

 

El PP que quiera salir triunfante, además de hacer buena la gestión, convocar a rebato ideológico y convenciones de televisivas comedias, debe de abrir las puertas a la crítica más de lo que lo hace.

 

Los retrasos sin explicar adecuadamente, con la humildad que da saberse gestor de un sinfín de imponderables o imprevistos. Los plazos presupuestarios siempre tan escasos en cantidad, tan poco precisos en su ejecución, y tan lentos en su trámite. La comparativa y sus agravios con otras tierras de España, que no logran ayudar tampoco mucho a una tierra tan sensible con su orgullo como es el exreino nazarí de Granada. Esa continua malafollá que exhiben quienes deberían de atender con toda la humildad del mundo a unos ciudadanos que quieren lo mejor para su provincia, lógicamente. Esa temeraria manera de entender que el poder se exhibe como un altanero logro, y no bajando del púlpito de la razón exclusiva hasta la llaneza de la propia exigencia del pueblo, repleta de matices y sugerencias que, como mínimo, deben ser oídas.

 

El PP que quiera salir triunfante, además de hacer buena la gestión, convocar a rebato ideológico y convenciones de televisivas comedias, debe de abrir las puertas a la crítica más de lo que lo hace, y no sólo al halago que tanto le debilita. Los abrazos, con y para el pueblo, no solo con los afiliados. Ese sería el camino ideal para intentar revertir eso que dicen las encuestas. Y que, al parecer, a muchos dirigentes del PP les cuesta tanto oír.  ¿O se dice escuchar?