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De la Semana de Pasión a la pasional

Mi cocina de predicciones: PSOE: 103, PP: 83, Ciudadanos: 56, Vox: 43, UP: 37, Otros: 28

 

Tras la semana de Pasión, comienza la semana pasional. La de la cuenta atrás para las generales del 28-A. Una semana de exaltación de emociones electorales, en la que resultará imposible escapar a la enorme perplejidad que inunda el ambiente. Siete días de vacilación y asombro, que no ayudarán a disipar la creciente y perversa desafección del ciudadano por nuestro sistema político.

La campaña está produciendo variedad de situaciones extravagantes. Por ejemplo, la decisión de la Junta Electoral Central (JEC) de extrapolar a los medios privados la imparcialidad exigible a los medios públicos, impidiendo así que A3Media realizase un debate a 5 (PP, Sanchismo, C’s, UP y Vox), estando todos los intervinientes de acuerdo en celebrarlo. En este caso, eso de la libertad de expresión ha quedado en entredicho.

O que, en la misma semana, la JEC haya permitido ruedas de prensa (telemáticas) de presos desde la cárcel, como las realizadas por Junqueras y Sánchez (Jordi), mientras se les está juzgando por graves delitos.  ¿Significa eso que a partir de ahora tal posibilidad propagandística se aplicará a cualquier otro preso, al margen de su situación procesal? Ese tipo de escenarios pueden no ser ilegales, pero son tan difíciles de asumir, que inducen a pensar en la urgencia de revisar el desacreditado paquete normativo electoral.

 

Es notorio que el sanchismo opera a golpe de ocurrencias. Atrás quedan nueve meses de Gobierno que lo atestiguan. El penúltimo ejemplo ha sido el trile de Sánchez con los debates televisados.

 

Los sucesivos vaivenes y las decisiones antagónicas sobre dónde y cuándo iba don Pedro a participar han sido mareantes. Aunque, inéditamente, ha logrado poner de acuerdo a todos los demás sobre algo: la protesta por tanta manipulación. Hasta los domados trabajadores de RTVE se han rebelado contra la gestión sanchista del tema. Finalmente, y para no dejarse todavía más pelos en la gatera, Sánchez no ha tenido otro remedio que asegurar su comparecencia en dos debates a 4 (PP, Sanchismo, C’s y UP). Uno el 22 de abril en RTVE y el otro, en A3TV, al día siguiente. Barrunto que, paradójica y previsiblemente, el ganador será el Ausente (nunca mejor dicho); es decir, Vox.

La perplejidad general tiene su más claro reflejo en ese 40% de indecisos que, al decir de los augures, todavía existe. Dato que habla de gran incertidumbre sobre el resultado electoral. De todos los despropósitos apuntados, el único efecto colateral clarificador ha sido la reconfirmación de los presidiarios Junqueras (ERC) y Jordi Sánchez (JxCat), en sus respectivas ruedas de prensa, desde la prisión de Soto del Real, de su buena disposición a apoyar a Pedro Sánchez para la hipotética formación del nuevo Gobierno tras el 28-A. Motivo más que suficiente ― en mi opinión―, para no votar al sanchismo.

El explicitado convencimiento de los separatistas catalanes de que un Pedro Sánchez, revalidado en la Moncloa, acabaría aceptando un referéndum de autodeterminación de Cataluña, tiene un peligroso y largo alcance. Porque tras eso ―me temo―vendrían, ¿por qué no?, el del País Vasco, Galicia, Cartagena y demás, hasta llegar (supuestamente) a los del Condado de Treviño y Fregenal de la Sierra. O, en otros términos: vuelta a empezar con el rosario de la aurora.

Cada quisque está exhibiendo sus predicciones electorales, por ello, he decidido cocinar y presentar también las mías. El resultado es el siguiente reparto de escaños en el congreso de los diputados:

  • PSOE: 103
  • PP: 83
  • Ciudadanos: 56
  • Vox: 43
  • UP: 37
  • Otros: 28