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Declaración de intenciones

Andalucía debe recuperar su espacio en esa dimensión universal más allá de exposiciones y anhelos. Pocos sitios para vivir y pensar como en ella

Opinión / YIYO BORES.- Hay quien piensa que el encanto de Andalucía está en que nunca cambia. Uno vuelve tras los años y encuentra los mismos bares, la misma gente, e incluso aquellos temas de conversación que se repiten en el eco de los tiempos. Esa atemporalidad que se confunde con la amabilidad de nuestra gente genera una atracción que en no pocas ocasiones se vuelve crítica por nuestro conformismo y estilo de vida contribuyendo a esos estereotipos que nos persiguen más allá de Despeñaperros.

Los andaluces viajeros –que no turistas– desarrollamos una relación de amor-agobio por nuestra tierra en la que la distancia nos permite valorar lo bueno, reconocer lo regular, y cada cierto tiempo necesitamos seguir viajando para escapar de lo malo, y poder respirar aire fresco. Indudablemente, la distancia permite comparar, objetivizar y encontrar alternativas a realidades que siempre son mejorables.

Quizás por todo ello, con la intención de realizar análisis, reflexiones, y propuestas, compartiré experiencias y consideraciones, con la perspectiva del tiempo y la distancia, pero con un extrañable cariño crítico

Cruce de civilizaciones, puente entre culturas, y trascendente durante tantas épocas de la historia, Andalucía debe recuperar su espacio en esa dimensión universal más allá de exposiciones y anhelos. Pocos sitios para vivir y pensar como en ella. Pero sin superar sus actuales lacras económicas y sociales, difícilmente podrá construir un futuro que sobre su excelente agricultura y condiciones para el turismo, la preparan para ser un gran asilo de Europa.

Suele ser una necesidad salir y una alegría volver. Siempre se lleva parte de ella y nunca abandona nuestros pensamientos, porque aquí se encuentran nuestra raíces y nuestra gentes. Pero el pensamiento crítico y la evolución nunca han sido fáciles en una Andalucía nuestra en la que arraiga fácilmente la comodidad y la autocomplacencia de forma, las relaciones personales sustituyen la meritocracia, y el compadreo malentendido constituye una importante barrera al desarrollo. Quizás por todo ello, con la intención de realizar análisis, reflexiones, y propuestas, compartiré experiencias y consideraciones, con la perspectiva del tiempo y la distancia, pero con un extrañable cariño crítico. Y siempre, desde esta pequeña ventana que me ofrece amablemente –con un necesario y garantizado fondo de independencia– Confidencial Andaluz.