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Declaraciones de un líder de paja

 

Pablo Gea
Pablo Gea*

O esa es la impresión de lo que ha dado ser Mariano Rajoy en su flamante declaración de hoy. Muchos analistas se han lanzado a decir que el líder popular y Presidente del Gobierno ha salido airoso del trance. Yo no soy uno de ellos. Vale, aceptamos que una comparecencia sin plasma que la opinión pública se ha encargado de convertir en la declaración de un imputado -investigado- a todas luces no se ha convertido en un expeditivo Comité de Salvación Pública a lo jacobino. El Presidente no ha podido ser relacionado, por ahora, con la trama Gürtel más allá de que su nombre apareciera en la documentación de la cuenta bancaria de Bárcenas en Suiza como su avalista. Los interrogadores no han estado a la altura de la pieza que tenían ahí sentada, empezando por el abogado de ADADE (Asociación de Abogados Demócratas de Europa) y finalizando por la fiscal y el fiscal jefe anticorrupción. Un nombre herético, si se me permite decirlo, al contemplar estupefacto los guantes de seda que tan alegremente se enfundan cuando tienen que tratar posibles implicaciones de los verdaderos peces gordos. No sé si sorprenderme más por la inutilidad inevitable o por la ineficacia a sabiendas.

 

Y si es así no sé yo que es peor, si un líder corrupto o negligente e inepto.

 

 

Lo que sí que es inapelable es la cuestionable capacidad de Rajoy para hacerse con las riendas de la responsabilidad, no ya de gobierno, sino de partido. O sino, echemos un ojo crítico a su declaración: «Jamás oí hablar de financiación irregular» ha dicho, ante una trama de financiación ilegal que los procesos judiciales que se van acumulando y las pruebas que van saliendo a la luz acreditan cada vez de forma más contundente desde su fundación. Una trama, además, que no se pone en cuestión. Ahora toca ver qué alcance ha tenido y quiénes son sus responsables, beneficiados y cómplices. No quiero ser suspicaz, creedme, pero con sinceridad soy incapaz literalmente de asumir que el líder político de una formación como el PP y con una trayectoria en la misma de la envergadura de la de Mariano Rajoy no haya tenido, jamás, ni idea de lo que se cocía tras el telón. Y si es así no sé yo que es peor, si un líder corrupto o negligente e inepto. Al final, quizás, el potencial destructivo del incapaz sea mayor que el del villano.

 

Así que una de dos, o Rajoy miente como un bellaco, o es una persona no apta para liderar un partido político –no digamos ya un Gobierno- si se le pasan por alto cositas como esta.

 

 

El juez Pablo Ruz señaló en el auto que cerraba la investigación sobre los papeles (papelitos, sin duda, porque aquí nadie se enteraba de nada) de Bárcenas: «Queda indiciariamente acreditado cómo la formación política Partido Popular, desde 1990 y hasta al menos el año 2008, habría venido sirviéndose de diversas fuentes de financiación ajenas al circuito económico legal», lo que «habría conducido a que la referida formación operase con varios sistemas de cuentas al margen de la contabilidad oficial declarada por el partido y presentada ante el Tribunal de Cuentas». Así que una de dos, o Rajoy miente como un bellaco, o es una persona no apta para liderar un partido político –no digamos ya un Gobierno- si se le pasan por alto cositas como esta. Y no basta con el subterfugio que ha empleado todo el rato, el de que él sólo se encargaba de cuestiones políticas y que de la economía no sabía nada. Una nueva definición de responsabilidad global que pasará a los anales de la historia recogida en los diccionarios pertinentes. Si uno es el máximo responsable de una entidad, sea cual sea la naturaleza de esta, lo es de todo el conjunto, no sólo de redactar programas y dirigir campañas electorales. No quiere decir esto tenga que llevar la gestión técnica de las cuentas y de los canales de financiación, pero sí estar al tanto de cómo va este asunto para que lego no haya sorpresas.

 

La oposición ha hecho lo esperado. Pedro Sánchez ha exigido su dimisión, gesto cargado de hilaridad por cuanto hasta el último de los últimos sabe que no lo va a hacer, sin apartarse una línea de lo único que sabe hacer como oposición. Pablo Iglesias quiere capitalizar el momento, una vez más, para dar la imagen de que es la verdadera oposición y comerse al PSOE exigiendo la comparecencia extraordinaria del Presidente en el Congreso y acariciando la idea de otra Moción de Censura. Nuevas alternativas de Gobierno, claro, con los etarras de Bildu y los separatistas catalanes. Lo que necesita el país. España, sin duda, no olvidará jamás al Presidente del Gobierno diciendo al encausado Bárcenas “Luis nada es fácil pero hacemos lo que podemos” ni “Luis se fuerte, mañana te llamaré?”

 

*Pablo Gea Congosto es estudiante de Derecho y activista político.