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¡¡¡ Déjennos vivir tranquilos !!!

Benito Fernandez
Benito Fernández*

Ahora que la política parece habernos dado un respiro y que la situción comienza a normalizarse en espera de que se aprueben los necesarios presupuestos, voy a retomar una costumbre que casi había olvidado. Es la de dedicar estos artículos semanales a asuntos menos cargantes y más populares.

Las Navidades están a la vuelta de la esquina y lo que menos apetece en estos momentos es darle vueltas a ver si reformamos la Constitución, si Rajoy va a agotar la legislatura o si Susana va a pelear por la secretaría general del PSOE. Tiempo al tiempo. Ahora lo que toca es lanzarse a la calle en busca de los regalos navideños, pensar en la Lotería y agotar el cupo de copas y cenas que suelen conllevar las “entrañables”.

Un amigo, amante de la buena mesa y experto en recetas culinarias en las que las grasas suelen juga un importante papel, me alerta de la nueva gilipollez que quiere imponernos la adminstración andaluza por decreto ley. “Lee el periódico -me dice- a ver qué te parece lo de la Ley contra la obesidad”. Al principio pensaba que se trataba del nuevo impuesto que le quieren poner a las bebidas azucaradas, tipo Coca-cola para evitar que nuestros jóvenes se parezcan cada día más a las manadas de ballenos y ballenas que circulan por las calles de Nueva York, algo hasta cierto punto comprensible. Pero, no. La cosa es bastante peor. Resulta que el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, como al parecer nuestra comunidad no tiene problemas por los que preocuparse, acaba de aprobar un anteproyecto de ley “para una vida saludable y una alimentación equilibrada” que ha sido presentado con todas sus medidas por el consejero de Salud, Aquilino Alonso.

Dicho así parece hasta algo loable. Un empeño por mejorar la salud de los andaluces contra el que hay poco que objetar. El problema es que, como le suele ocurrir a todas las administraciones públicas que dicen velar por nuestro bienestar como lo haría el gran hermano de Orwell, suelen cometer excesos que atañen a la libertad individual de las personas que es uno de los principios de nuestro sistema democrático. Ya pasó con la lay antitabaco, que comenzó prohibiendo fumar en centros públicos y espacios cerrados y va a acabar condenando a los fumadores a cadena perpetua o a la silla eléctrica cuando enciendan un cigarrillo aunque sea en la cima del Everest y con un huracán a tus espaldas para que no molestes al vecino.

 

Resulta que el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, como al parecer nuestra comunidad no tiene problemas por los que preocuparse, acaba de aprobar un anteproyecto de ley “para una vida saludable y una alimentación equilibrada”.

 

Lo de menos es que apliquen estas medidas a los comedores escolares, que está bien que lo hagan, sino que obliguen a los bares y restaurantes a cumplirlas so pena de sanciones drásticas. Porque quieren que se les dé un vaso de agua fría a los clientes, algo que casi ningún establecimiento hotelero niega ya seas cliente o un muerto de sed, pero, dicen, que también quieren que en las cartas de los restaurantes se especifiquen las calorías de cada racíon y que, si éstas son demasiadas, las raciones se subdividan en porciones para que sean más saludables. ¿Pero todavía no se han enterado en San Telmo que hay una cosa en Andalucía que se llama tapa? Habría que pedirle al consejero Alonso que salga algo más a la calle.

La cuestión es que, como le sigamos el juego, ya se pueden ir olvidando de las manitas de cerdo, la cola de toro, del menudo con garbanzos, la pringá o de los huevos fritos con patatas y jamón entre otros estupendos platos de la cocina andaluza. Y del tocino de cielo o el arroz con leche, ni hablamos que tienen más calorías que la arena de Matalascañas a las tres de la tarde de agosto. A partir de ahora, todos a base de ensaladas y frutas y pare usted de contar que se está poniendo de un obeso que daña a la vista de nuestros modernos políticos.

 

¿Pero todavía no se han enterado en San Telmo que hay una cosa en Andalucía que se llama tapa? Habría que pedirle al consejero Alonso que salga algo más a la calle.

 

Está visto que Susana quiere modernizar Andalucía en plan Etiopía y hacernos pasar más hambre a los andaluces que a los niños de Biafra. Ante esta tesitura y dado que me quedan pendientes tres o cuatro comidas navideñas, tendré que hacer propósito de enmienda y moderar cualquier exceso alimentario. Por lo pronto le he dicho a mi señora que las cenas de Nochebuena y Fin de Año se las encargue directamente a mi hijo que se dedica a la agricultura ecológica. Con un par de lechugas, unas acelgas, unos pimientos, escarola y un puñado de rabanitos nos vamos a pegar unos festolines los días 24 y 31 que vamos a reventar. Todo sea por ser obedientes a nuestra sin par Susana que puede convertirse el año que viene en la futura presidenta de España. Si así fuera, ¡¡¡qué Dios nos coja confesados!!! porque con este régimen de comidas y esta dieta antiobesidad de la Junta no nos va a conocer ni la madre que nos parió.

 

*Benito Fernández es Periodista