The news is by your side.

Desbloqueando que es gerundio

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch

¿Puede darse algo más estúpido que perder diez meses de camino sin gobierno, para llegar al punto por donde debería haberse comenzado la andadura?

Eso ha sucedido hoy cuando el Comité Federal del PSOE ha decidido abstenerse para que Mariano Rajoy, cabeza de la lista más votada tanto el 20-D como el 26-J, pueda ser investido como presidente del gobierno. Con esa decisión el PSOE, rectificando su postura anterior, abriendo la puerta al desbloqueo político y evitando llevar al país a unas terceras generales en un año, inaugura, en clave gerundiva, una nueva etapa política. Y así, al final de esta semana, don Mariano será finalmente investido en el “local” (Pavía dixit) de la Carrera de San Jerónimo. En términos absolutos, el pueblo español ha sido el gran perdedor del esfuerzo político dilapidado en 2016. Pero, en términos relativos, los mayores fiascos se han recogido en la izquierda.

En el argot del mus —juego en el que, por cierto, soy imbatible— el órdago del triple NO: no a Rajoy; no a pactar con independentistas; y no a terceras elecciones, se ha mostrado de farol. Resultado: el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, devuelto al corral, y su partido convertido en un solar (Javier Fernández, presidente de la Gestora, dixit). Aunque se pueda afirmar que hoy el PSOE no es un partido de gobierno: por algún tiempo será una fuerza política partida y sin gobierno. Pasará algún tiempo hasta que esa fuerza pueda llegar a ser el partido socialdemócrata cohesionado que fue, y que le permitió gobernar España durante veinte años.

El órdago del triple NO: no a Rajoy; no a pactar con independentistas; y no a terceras elecciones, se ha mostrado de farol. Resultado: el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, devuelto al corral, y su partido convertido en un solar.

La lógica de la política y la de las operaciones militares responden a principios distintos: el de economía la primera y el de eficacia la segunda. Pero pienso que el PSOE, en la nueva etapa que hoy está abriendo para todos, quizás necesitaría planear su recuperación desde una perspectiva operativa. Debería elaborar lo que en términos militares se llama un plan de campaña cuya finalidad estratégica sería auparse al gobierno del Estado. En consecuencia, sus acciones futuras deberían ser preparadas y desarrolladas a la luz de esa finalidad, vertebrándolas sobre tres grandes objetivos sucesivos. Un objetivo inicial que sería recuperar la normalidad orgánica: primarias, congreso, nueva dirección y liderazgo, alcanzable alrededor de junio de 2017. Sobre esa base habría que ir fortaleciendo músculo para alcanzar, hacia el otoño de 2018, un objetivo intermedio: recuperar su condición de partido de gobierno y líder indiscutible de la izquierda. Y solo a partir de entonces podría plantearse el PSOE el asalto hacia el objetivo final del plan: forzar y, en su caso ganar, las siguientes elecciones generales.

Pero para lograr la finalidad estratégica del plan, el esbozado o cualquier otro, el PSOE deberá salvar múltiples obstáculos. De entre ellos, seguramente el mayor provendrá de Cataluña que, como problema, se asemeja el dios romano Juno de dos caras. Una, interna, es el difícil encaje del PSC del señor Iceta, que se muestra nucleado alrededor del pan-soberanismo catalán y dogmatizado en el No a Rajoy. De persistir el PSC en tal actitud, el PSOE se verá probablemente obligado a “tarifar” con él y tratar de implantar en Cataluña un partido socialista de nueva planta. Mala cosa, porque dispersaría esfuerzos. La otra cara, externa, será el potencial referéndum independentista, anunciado por Puigdemont para septiembre de 2017, que, de concretarse, forzaría al Estado a dejar en suspenso la autonomía catalana y empapelar y “entrullar a puigdemones y rufianes”. Todo ello, naturalmente, asumiendo (las asunciones son asimismo parte del planeamiento militar) que con Rajoy al frente del Gobierno, la posibilidad de un referéndum de secesión pactado con Madrid se reduce afortunadamente a cero.

El PSOE deberá salvar múltiples obstáculos. De entre ellos, seguramente el mayor provendrá de Cataluña que, como problema, se asemeja el dios romano Juno de dos caras.

En la otra izquierda, la ameba Podemos+, encabezada por Pablo Iglesias y compuesta de podemitas, comunistas de solera, mareas y una multiplicidad de confluencias protestatarias y antisistema, también ha tenido sus fiascos en 2016. Iglesias, tras el 20-D, por su impúdica prisa por tocar pelo gubernamental, ni logró entrar en un gobierno que no se formó, ni tampoco favoreció la formación de un ejecutivo de izquierdas. Lo único que consiguió fue pavimentar el camino de Sánchez hacia su defenestración. En definitiva, Podemos falló en alcanzar sus dos grandes objetivos estratégicos, porque ni logró desahuciar al PP del gobierno ni al PSOE de la oposición.

Por el momento, Podemos no puede ser un partido de gobierno en un país de primer mundo como España, ni por organización (poder muy disperso), ni por discurso (demasiado radical), ni por procedimientos (demasiado violentos). Aunque como protozoo político de forma cambiante, Podemos, ya ha logrado borrar del mapa a IU, que habiendo logrado incrementar sus diputados en Unidos-Podemos, paradójicamente ha perdido visibilidad y capacidad de maniobra autónoma. En la nueva etapa que está abriendo el PSOE con su abstención, Podemos tendrá que optar entre dos opciones básicas sobre las que anteriormente marró: o evacuar al PSOE de la oposición o al PP del gobierno. Me temo que optará por la primera, porque hay Rajoy para rato.

Por el momento, Podemos no puede ser un partido de gobierno en un país de primer mundo como España, ni por organización (poder muy disperso), ni por discurso (demasiado radical), ni por procedimientos (demasiado violentos).

En resumen, en la XII legislatura, el PP tendrá que aprender a gobernar en minoría. Tendrá que hacer una continua apología de la geometría variable para cada ley que pretenda aprobar. Pero retendrá un exclusivo as en la manga: poder disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones cuando mejor le convenga a él, o peor le venga a otros. El PSOE deberá elaborar un plan de campaña que le permita recuperar músculo y credibilidad. Durante al menos dos años, no podrá obstruir, al menos plenamente, la gobernanza del país (previsiblemente esto se verá inmediatamente en el proceso de aprobación de los presupuestos generales del estado de 2017 y, tal vez, de 2018). Podemos+ probablemente se convierta en el partido del dogmático NO a todo, y volverá a la agitación callejera como instrumento de presión política. ¿Y qué pasa con Ciudadanos? Previsiblemente continuará nadando entre dos aguas hasta que acabe sumergiéndose en las del PP. En todo caso, enfrentamos una legislatura con muchas más dudas que certidumbres. Una pena.