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Diana Quer ¿ víctima de un entorno?

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Pilar Enjamio*

Rotundamente nuestra personalidad se forja fruto de vivencias dentro de un entorno en el que nos desarrollamos acaso con traumas y fantasmas del pasado y que se hacen presentes en situaciones de estrés generando equilibrio o desequilibrio.

Más de una semana después de la desaparición de la joven Diana Quer, una joven con inquietudes de modelo y ganas de volar que contrastan con la única opinión de su madre de bondad y amante de la casa, las discusiones violentas, algunas en público y con posteriores ingresos hospitalarios denotan lo contrario. Hoy se ha sabido la decisión judicial de retirada de custodia de la hermana menor a la madre con afirmaciones de su ex marido de que esta ha tardado demasiado.
No se trata de falta de amor sino de no saber gestionar los conflictos familiares al inicio e impedir que se magnifiquen. Una personalidad ansiosa en demasía de un miembro de la familia afecta o desequilibra al resto de miembros que la componen. Se crea un círculo vicioso cada vez mayor y por añadidura surge impotencia, desorientación, temor, culpabilidad en quien sufre y no en quien imprime amenazas, intentos de huida pero vuelta al hogar. No hay independencia económica ni emocional. Se instalan las somatizaciones, ataques de pánico, etc.

La justicia ante un riesgo en una menor ha hecho lo correcto que es separarla del entorno donde todo sucedió y alejarla de dolor, estrés y angustia ubicándola en un lugar neutral.

La figura de Valeria aliviando su angustia a través de las redes enviando cartas de amor a su hermana pidiéndole que regrese ha sido un arma de doble filo. Han dado luz, muchísima luz en la relación familiar. Expresiones como “echo de menos insultarte y que me insultes” demuestran patología al instaurarse el insulto como normal en su ámbito de relación. Lo normal sería decir que siente haberla insultado. Como las piezas del ajedrez, si caes tú, yo soy la siguiente, expresión analizable. La justicia ante un riesgo en una menor ha hecho lo correcto que es separarla del entorno donde todo sucedió y alejarla de dolor, estrés y angustia ubicándola en un lugar neutral.
Cuando el estado mental fruto de situaciones está dañado y ya de tiempo atrás siendo ahora el culmen, peligra la vida y el equilibrio de una menor y eso hay que evitarlo. Un divorcio traumático afecta. Desaparece la figura paterna acaso más permisiva y queda sólo la súper protectora rompiéndose el equilibrio entre permisividad y control. Traumas pasados no resueltos y que continúan agrandándose. Datos escalofriantes que ojalá nunca conduzcan a la peor hipótesis son la aparición de carnet y ropa con la que había salido en la casa. Acaso se cambió pero ante un encontronazo con alguien se pudo generar violencia y pudo ocasionar aunque sea accidentalmente desgracias irreparables. En este caso no es necesaria ropa ni dinero.
O puede ser que alguien le ayudase a escapar e iniciar una nueva vida en otro lugar sin rastro de carnet ni tarjetas que evidenciaran lugares de huida. Con el máximo respeto al secreto sumarial todo son supuestas hipótesis pero sólo los profesionales de la psicología debemos opinar como tales elaborando perfiles y analizando conductas. La suma y verificación de pruebas dará el resultado.

*Psicólogo