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Difíciles variables para una gestora

 

Juan Carlos Romero
Juan Carlos Romero*

Los socialistas logran aglutinar en tono al liderazgo de Susana Díaz una nueva mayoría que abre una etapa decisiva en su centenaria historia: administrar la victoria es un desafío que la gestora habrá de abordar en un escenario marcado por:

  • La atomización de la escena política española y la fugacidad del voto en un ciclo político marcado por la aparición de nuevos partidos que cuestionan el orden bipartidista y abogan por superar el compartimento estanco de los partidos clásicos para confluir conforme a bases programáticas en movimientos (Las mareas en Galicia, pero también Junts pel Sí que aglutina a sensibilidades diversas en una misma candidatura instrumental) y plataformas (Unidos Podemos) que emergen como fuerza política para el cambio social.

 

  • El costo de la operación para descabalgar a Pedro Sánchez y su ejecutiva del PSOE, con un debate donde las diferentes sensibilidades, ambiciones y liderazgos pusieron directa o indirectamente sus cartas sobre la mesa para librar el pulso en clave interna. La sutileza y las formas no han sido las mejores.
  • La reconstrucción de la estructura de poder en el seno del PSOE tras el proceso que ante buena parte de la opinión pública y de los propios dirigentes socialistas ha sido visto como una conspiración a la ejecutiva federal del PSOE por parte de sectores que auspiciaron a Pedro Sánchez a la Secretaría General pero le negaron la autonomía para tomar las decisiones en el seno del partido.
  • La inclusión de los «vencidos» en el pulso por el control del PSOE a nivel federal, que ha dejado en cada territorio a agrupaciones, autoridades, cargos orgánicos y militantes claramente posicionadas en favor de una de las partes. Esto hará que los gestores estén siendo observados en el trato que desde este momento dispensen a «sus» críticos. Sumelzo hizo saltar las alarmas.
  • Descabezar a su propio forzando la salida del dirigente al que el PSOE encargó las dos últimas elecciones generales en España, presentándolo como un «mentiroso» ante la opinión pública.
  • La dimisión de Sánchez prometiendo lealtad al PSOE, y asegurando que está en juego la abstención para propiciar la investidura de un nuevo gobierno del Partido Popular en España.

 

El partido que habrá de gestionarse desde este fin de semana supera el trance de tener que administrar una hipotética negociación entre las sensibilidades de izquierda y nacionalistas para la constitución de un Gobierno alternativo a la derecha del Partido Popular, como trató de esbozar Pedro Sánchez.

El costo de esta operación que sobrevolaba en la ejecutiva federal tumbada también era alto, cuando no tácticamente irrealizable, dado que los de Sánchez no tenían garantías de que esas negociaciones pudieran alentar su investidura, la formación de un Gobierno y el desarrollo de un programa, así fuera de mínimos, para revertir las políticas del Partido Popular y alentar un nuevo tiempo para una España plural.

El veto de los conservadores en el Senado, la confluencia Unidos Podemos reivindicándose a la izquierda de los socialistas, y las sensibilidades nacionalistas reclamando sus demandas históricas no aventuraban una vía de estabilidad para los planes de Pedro Sánchez, y tampoco para el PSOE.

Con el cambio de timón, y con una deuda que estiman en 75 millones de euros con la banca, el PSOE se precipita en dos escenarios: condicionar al Partido Popular en una abstención donde ven reducida su capacidad de negociación, o unas nuevas elecciones en un escenario de ruptura interna que está por ver si logran coser.

La nueva mayoría orgánica del PSOE tras vencer este fin de semana está llamada a convencer administrando las variables que ha desencadenado su pulso, que trasciende a los socialistas porque marcará el devenir de la España que llega.

 

*Juan Carlos Romero es Periodista.