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Divide y vencerás

Creo que fue Julio César el primero que empleó esta frase que fue repetida dieciocho siglos después por Napoleón Bonaparte.

 

 “Divide et impera” en latín. “Divide y vencerás” en castellano. Creo que fue Julio César el primero que empleó esta frase que fue repetida dieciocho siglos después por Napoleón Bonaparte. Es una máxima militar, política, psicológica y social que se ha repetido a lo largo de la historia. Lo importante no es hacer frente al enemigo, sino lograr que éste se diluya en enfrentamientos estériles que provoquen su debildad. No sé si el estratega de Pedro Sánchez, el ahora todopoderoso Iván Redondo, es quien ha recuperado el aforismo cesáreo para aplicarlo a la España del siglo XXI, pero lo cierto es que la política del Gobierno socio-comunista de los Picapiedras se basa en la aplicación sistemática de esta máxima. A Sánchez le da igual ocho que ochenta. Le da igual que España se arruíne, que el campo se despoble y que el paro alcance máximos históricos. Para él lo único que vale la pena es ocupar el mayor tiempo posible el colchón de la Moncloa y tener a su servicio el Falcon y los helicópteros que lo lleven y lo traigan gratis total de un sitio a otro de nuestra piel de toro con los honores de jefe de Estado. Sí, he dicho bien, no jefe de Gobierno, sino de Estado (republicano, claro) que es lo que Pedro Sánchez quiere ser cuando sea mayor.

 

El asunto no es baladí. Se trata no de resucitar la dos Españas, que de eso ya se encargó su antecesor Rodríguez Zapatero, con la Ley de Memoria Histérica, perdón Histórica, sino de fomentar la división del territorio en decenas de reinos de taifas, enfrentandos los unos a los otros, que impidan un frente común contra su obsoleto modelo de “Estado progresista” que lleva décadas fracasando en todo el mundo. Ya no se trata de las dos españas (una que muere y otra que bosteza) que glosó Antonio Machado y que nos helaron el corazón a los españolitos de bien, se trata más bien de fomentar esa “nación de naciones” que es la nueva España y que definieron los socialistas hace unos años en su reunión de Granada. Si cuarenta años después de que se pusiera en marcha el actual Estado autonómico, son muchos los españoles que abominan del mísmo por el excesivo gasto público, la repetición progresiva de cargos y la dejación de funciones del Estado en materias tan trascendentales como la Educación, la Sanidad o el Orden Público, Sánchez ahora quiere abrir aún más la brecha y fundar una república federal de naciones independientes y soberanas en la que Cataluña y el País Vasco tengan, como decía Adolfo Marsillach en El Tartufo de Moliere, “la sarten por el mango y el mango también”. El resto, las dos Castillas, Madrid, Aragón, Extremadura, Asturias, Galicia, Murcia, Canarias, La Rioja y, por supuesto, Andalucía, seguiremos mendigando, desde nuestra condición “españolista” las migajas que nos dejen los independentistas. Como ven, he obviado la Comunidad Valenciana, las Baleares y Navarra porque mucho me temo que esas comunidades van a ser engullidas poco a poco por catalanes y vascos.

 

El caso es que la estrategia “redondiana” del “divide y vencerás” se está llevando a cabo sin prisas pero sin pausa con constantes globos sonda y “macguffins” que entretengan al personal con cuentos para que no se percaten hacia donde vamos, hacia donde nos conduce un nuevo PSOE, aliado con pseudocomunistas, nacionalistas y proetarras, que quiere revitalizar la época de esplendor del partido en los años 30 del siglo XX en manos de Largo Caballero y Negrín y que condujo a España al peor desasrre de los últimos siglos, la guerra civil. Me acuerdo que, durante la dictadura franquista, estaban prohíbidas las reuniones callejeras de más de cuatro individuos y que te podían detener si alguien oía que criticabas a Franco o alababas al Partido Comunista. Bien. Pues gracias a la explosión de libertad que ha implantado el Gobierno de Pedro y Pablo, volvemos a las andadas. Ahora también te pueden detener si te sorprenden hablando bien de Franco o del franquismo con la aplicación del nuevo decreto ley sobre memoria histórica que pretenden aprobar. Vamos, los mismos perros pero con distintos collares.

 

Observarán que no soy nada optimista sobre nuestro futuro a corto y medio plazo. Como dice el dicho, “un optimista no es sino un pesimista mal informado”. Y en esas estamos. Viendo como la ex consejera de Hacienda de la Junta y actual ministra portavoz, María Jesús Montero, se cachondea de las comunidades pobres, robándoles el IVA que se les debe, mientras reparte a manos llenas millones de euros a Cataluña y País Vasco. Todo ello con el silencio cómplice de presidentes socialistas que callan para evitar que les ocurra lo que le pasó a Susana Díaz. ¡¡¡Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy!!! Y es que en esta España dividida, el miedo a perder el cargo es la pieza clave para que el Gobierno de Sánchez e Iglesias se mantenga en el poder el máximo tiempo posible. En una España cuarteada y enfrentada entre sí, se obvian los agravios comparativos. Ya lo decie el clásico refrán español, “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Y Sánchez tiene la red echada y el anzuelo presto para durar en la Moncloa más que un martillo en manteca.