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Don Mariano: ¿e logo que?

España no merece que su futuro sea el pasado que resta por suceder

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch

Aquí hay gente que confunde el cambio con la mudanza. Solo desde ese prisma puede explicarse la penúltima felonía política. La de don Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, al acordar con los independentistas catalanes de ERC y DiL, “prestarles” dos senadores del PSOE a cada uno, para que puedan formar grupo propio en el Senado. Así los que acuden a la nueva legislatura sin otro objetivo que fracturar la Nación española contarán, gracias al PSOE, con más financiación estatal y dos voces propias en el Senado —que reglamentariamente no les corresponden—, para facilitar su camino hacia su perverso objetivo. Y, encima, el señor Sánchez intenta ocultar la infamia vistiéndola de “cortesía” parlamentaria.

Hablemos en plata: aún entendiendo que, en el horizonte de formar o no Gobierno, don Pedro se juega su continuidad al frente de su partido, su ambigüedad con los independentistas es muy mal síntoma, y peor augurio, de un escenario político de confrontación nacional que pudiera  desbordar el mero ámbito político. Que el líder oficial del primer partido de la oposición esté dispuesto a pagar cualquier precio por llegar a la Moncloa no es de recibo. En esa deriva no sería descartable que, en algún momento de este año, en que habrá elecciones autonómicas en Euskadi, viéramos a don Pedro Sánchez enarbolando la pancarta de “Presoak kalera”.   

[blockquote style=»1″]¿Pero es que nunca había estudio previo y previsión gubernamental, para poder dar respuesta inmediata a lo que en cada momento podría suceder? Pues parece que no.[/blockquote]

Por otro lado, es alarmante la actitud del presidente del Gobierno en funciones, don Mariano Rajoy. No por lo que dice, sino por la duda que se suscita sobre su capacidad de hacer. El otro día, simultáneamente con la “función” de investidura en Barcelona de don Carles Puigdemont como presidente de la Generalidad oía a don Mariano decir, en un avance informativo televisado desde Moncloa, que no dejará pasar ni una sola actuación que fuera contra la ley. No quedó aquí la cosa; para mayor sobresalto, aseguró que «no le faltará firmeza» para defender la Constitución, la unidad y la soberanía nacional. ¡Qué bien dicho, don Mariano! Permítame la licencia de preguntarle en su lengua vernácula: ¿e logo que? 

Porque la pasividad mostrada por el señor Rajoy en los últimos tres años de abierto proceso subversivo en Cataluña proyecta una gran duda sobre la capacidad de aquél para materializar sus declaraciones en acciones. Día a día los ciudadanos hemos sido —y seguimos siendo— testigos de la exclusiva actitud reactiva del gobierno de la Nación, frente a los continuados pasos —sibilinos, traicioneros y medidos—, con los que desde la Generalidad se ha ido recorriendo su propia hoja de ruta hacia la independencia. Y cada vez el “estudio” de lo sucedido ha sido siempre la primera reacción de Madrid frente a los hechos consumados. ¿Pero es que nunca había estudio previo y previsión gubernamental, para poder dar respuesta inmediata a lo que en cada momento podría suceder? Pues parece que no. Frente al independentismo catalán, no ha existido una estrategia del Estado que mereciera tal nombre. Porque la esencia de la estrategia es la búsqueda de la libertad de acción, la pugna por lograr la iniciativa. Y el Gobierno no ha tenido nunca la iniciativa en nada.

[blockquote style=»1″]Me pregunto y extiendo la cuestión a los lectores: un gobierno presidido por el señor Rajoy ¿tendría voluntad y capacidad para, en su caso y en defensa de la Nación, implementar el artículo 155 de la Constitución? ¿Tienen sus dudas, verdad? Yo también.[/blockquote]

Ya no es momento de solamente hablar. También hay que actuar. Aunque sea solo un poquito. El Gobierno está en funciones, pero el Estado no. Me pregunto y extiendo la cuestión a los lectores: un gobierno presidido por el señor Rajoy ¿tendría voluntad y capacidad para, en su caso y en defensa de la Nación, implementar el artículo 155 de la Constitución? ¿Tienen sus dudas, verdad? Yo también. Mientras tanto, me temo que el Gobierno se está deslizando peligrosamente hacia lo que los juristas llaman ilegitimidad de ejercicio. Y de ésta al estado de necesidad no hay más que un paso. Nada más digo ahora. Pero cada vez parece más claro que una Nación tan compleja y variada como la española demanda un Estado fuerte que la defienda y mantenga. No un Estado de mantequilla. España no merece que su futuro sea el pasado que resta por suceder.